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Nº
2. Abril 2004/Revista Electrónica Cuatrimestral.
Los cuadros secretos
del Prado
JAVIER PORTUS
Historiador del Arte. Conservador del Museo del Prado
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Venus, el amor y la música, por Tiziano.
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Nota introductoria:*
Hubo un tiempo en el que los reyes coleccionaron magníficos
cuadros de desnudos. Eran óleos que tropezaban con la moral
cristiana; unas veces estuvieron en salas íntimas de descanso
y luego cuando empezaron a mostrarse al público las
colecciones reales- se encerraron en salas reservadas.
El Museo de El Prado, en España, ha rehecho para gozo
de los amantes del arte- una exposición temporal llamada
La Sala Reservada, que reúne a la más importante colección
de desnudos de la Edad Moderna.
Obras maestras de Durero, Tiziano,
Veronés, Rubens, Reni o Goya, enlazadas todas con la temática
del desnudo, permiten demostrar varias cosas: arte, la inmensa potencialidad
y riqueza del Museo, y cómo en la Edad Moderna hubo un "diálogo"
entre artistas en temas concretos como este.
El amor al desnudo.
Los monarcas españoles, tendidos como fieles servidores
del ideal católico, amaron tradicionalmente la pintura de
desnudos, entre ellos el propio y austero Felipe II.
Pero fue Felipe IV quien se hizo con la más rica colección
conocida, por herencia, encargos y compras. El rey, muy amante de
la pintura, no dudó en decorar los salones más íntimos
de su palacio, entre ellas el salón al que se retiraba inmediatamente
después de comer para gozar
con una siestecilla; una
sistecilla rodeado de cuadros mitológicos de Tiziano, en
los que destacaban los desnudos.
El propio rey engrandeció su gran colección con lo
mejor de la obra de Rubens, después de que este falleciera
en 1640. Fue así como cuadros llenos de belleza femenina,
como Las tres gracias, El rapto de Paris o Diana y Calixto.
Fue así como se fue haciendo la gran colección, que
cuenta con obras excepcionales de Durero, Tiziano, Tintoretto, Veronés,
Carraci, Reni, Rubens, Furini y Goya.
Uno de los sucesores de la corona, Carlos III, no tuvo tanto cariño
a estas obras e incluso pensó en destruirlas. El pintor Mengs
y el ministro Esquilache le hicieron mudar de opinión, para
gloria de los propios fondos del Museo del Prado.
La Sala Reservada.
En 1762, Carlos III, una vez que desistió de quemar los
desnudos, decidió encerrarlos en dependencias cercanas a
los palacios reales. Treinta años más tarde, la Real
Academia de San Fernando solicita el envío de las colecciones
de desnudos para que sirvan de "estudio de colorido".
Los desnudos pasan a Salas Reservadas, que sólo podían
ver determinadas personas, básicamente altas jerarquías.
Sólo en 1838 desapareció el concepto de Sala Reservada,
porque los cuadros se integraron definitivamente en las distintas
"salas nacionales" del Museo Real.
La colección presentada.
Son 23 cuadros lo que integran la actual selección realizada
por el Museo de El Prado, del 28 de junio al 29 de septiembre, organizada
por Javier Pertús
Entre las sorpresas, la contemplación del cuadro de Adán
y Eva de Tiziano, al lado de la copia que del mismo hizo Pedro
Pablo Rubens, una copia fiel en algunos aspectos y profundamente
innovadora en otros, que nos sirve para comprar a ambos genios.
De Durero, se presentan las tablas de Adán y Eva,
hechas en 1507, regaladas a Felipe IV, obras que Carlos III pensó
en quemar, por reflejar un temprano desnudo, afrontado de forma
sumamente directa.
De Tiziano hay una colección magnífica: La Bacanal
(1523); Venus recreándose en la música, Adán
y Eva, Dánae y Venus y Adonis; todas ellas
de una notabilísima calidad.
De Jacopo Tintoretto se muestran La dama que descubre el seno,
Susana y los viejos y José y la mujer de Putifar.
De Veronés está Venus y Adonis, de una temática
habitual en el ámbito amatorio. De Annibale Carraci también
hay un bellísimo Venus, Adonis y Cupido, en la que
destaca la carnalidad de los personajes. Por su parte, de Guido
Reni está el magnífico Hipómenes y Atalanta,
en el que destacan los movimientos corporales de ambos protagonistas
del cuadro.
Rubens es, con Tiziano, eje de la muestra. Están las obras
de El rapto de Europa, Adán y Eva, Ninfas
y sátiros, El juicio de Paris, Las tres Gracias, Diana y
Calixto y Andrómena y Perseo.
Del florentino Francesco Furini está el cuadro Lot y
sus hijas, una obra de gran interés por el planteamiento
de la misma y la carnalidad de las jóvenes.
Finalmente, de Francisco de Goya, se presenta sus majas: la
maja vestida y La maja desnuda, cuadro inmortales del
genio aragonés y siempre polémicos (el de la desnuda)
en los tiempos en los que la represión moral arrecia.
En la presentación de la muestra, Javier Portús,
comisario de la misma, recalcó que los pintores de los siglos
XVI o XVIII tenían conocimiento de lo que hacían sus
contemporáneos y aún viviendo en países
distintos, mantenían un dialogo artístico por encima
de las fronteras.
En este sentido, destacó la relación de las obra
de la muestra entre sí, aunque en los planes expositivos
de los museos no se pongan juntas, porque primar los criterios de
las escuelas nacionales.
También expuso la calidad de las obras y dijo que la pintura
del desnudo es un arte por excelencia, porque estudia los gestos,
la anatomía y el color. De forma que un pintor que realice
de forma acertada la coloración de un desnudo es como
se ha demostrado- perfectamente válido para tratar acertadamente
el cromatismo de cualquier otra realización.
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«Sólo el que sabe es libre, y mas libre el que
más sabe... Sólo la cultura da libertad... No
proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no
la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que
dar al pueblo es la cultura»
Miguel de Unamuno (1864-1936)
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