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Nº 2. Abril 2004/Revista
Electrónica Cuatrimestral.
Los cuadros secretos del Prado
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Tiziano: Adán y Eva, en el Museo
del Prado.
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La sala íntima de Felipe IV
La sala íntima de Felipe IV. A principios de los años
veinte se acondicionó el llamado "Cuarto bajo de verano"
en la zona norte del Alcázar de Madrid, para residencia estival
del rey. Se conoce cómo estaba decorado en 1626, gracias
a la descripción del importante erudito romano Casiano dal
Pozzo, que indica que se mezclaban retratos de carácter familiar
con cuadros de desnudo, especialmente las "poesías"
de Tiziano, y detalla que éstos se hacían cubrir;
por pudor; cuando pasaba la reina.
En 1636, diez años después, junto a estas salas en
las que convivían retratos y dioses mitológicos se
localizaba la habitación "en que Su Majestad se retira
después de comer", que estaba completamente cubierta
con cuadros de Tiziano que tenían como común denominador
la inclusión de desnudos: además de las "poesías"
aparecen Adán y Eva, Venus con el amor y la música,
y Tarquino y Lucrecia. Este auténtico santuario de Tiziano
y de la carne ocupaba un lugar singular en la estructura simbólica
y espacial del Alcázar. Dedicado a un uso tan intimo como
el descanso de sobremesa del rey, se hallaba en el extremo de sus
habitaciones privadas, convirtiéndose en el lugar más
personal y reservado de todo el edificio. Pero al mismo tiempo,
era el corazón pictórico del mismo, por cuanto aquilataba
como ningún otro los gustos más personales de Felipe
IV El último paso de esta evolución se dio en los
años cincuenta, cuando en la zona meridional del palacio
se habilitaron una serie de salas a las que se trasladó la
colección de desnudos.
Son las llamadas "bóvedas
de Tiziano", que seguían siendo un lugar dedicado a
la intimidad del rey, y que contenían unas cuarenta pinturas
de una cal¡dad media muy alta. Diecinueve de ellas estaban
atribuidas a Tiziano, ocho a Tintoretto y tres a Veronés.
Había también dos obras de Durero (Adán y Eva),
Las tres Gracias de Rubens, sendos cuadros de Jordaens y Cambiaso,
etc. Es decir, la parte más íntima de los aposentos
reales, aquélla en cuya decoración es posible rastrear
de manera más nítida las claves de su gusto, se hallaba
dedicada a la escuela veneciana (y muy especialmente Tiziano) y
al desnudo.
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