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Nº 2. Abril 2004/Revista
Electrónica Cuatrimestral.
Los cuadros secretos del Prado
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Venus y Adonis, por Tiziano, Madrid, Museo
del Prado.
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Coleccionismo cortesano
El Museo del Prado alberga, quizá, la mejor colección
de pinturas de desnudos del mundo. Muchas de ellas han pasado
por "salas reservadas" y algunas fueron condenadas al
fuego por lascivas. Ésta es la historia de la relación
entre desnudo, moral y poder en España
JAVIER PORTUS
Historiador del Arte. Conservador del Museo del Prado
EN 1831, PROSPER MÉRIMÉL
publicó en la revista L'Artiste un artículo sobre
el Museo de Madrid, muy interesante porque contiene numerosas noticias
y opiniones sobre el estado de conservación de los cuadros,
las condiciones de acceso o el comportamiento y la extracción
social del público. Después de dar un repaso a las
principales escuelas representadas en la institución, se
detiene en un espacio "que sólo se enseña a las
personas portadoras de un billete especial", y que debía
ese particular estatus a que "contiene todas las desnudeces
que hubieran podido asustar a las damas".
El escritor francés se estaba refiriendo a lo que se conocía
como "sala reservada", que se encontraba en el extremo
suroriental del piso bajo del museo, junto a la puerta de Murillo,
y que contenía algo más de setenta cuadros pertenecientes
a varias escuelas y artistas. En ese lugar estuvieron encerradas,
juntas, obras que hoy se encuentran entre las más admiradas
y reproducidas, como varias de las escenas bíblicas y mitológicas
de Rubens, Tiziano, Durero, Guido Reni, Anibale Carracci o Poussin.
En total fueron once los años en que existió esa sala
(los que transcurren entre 1827 y 1838), pero para una gran parte
de los cuadros ese período sólo fue uno más
de entre los muchos episodios de censura y prohibición que
habían vivido a lo largo de su historia.
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