LA NIÑEZ
Dicen
por ahí que...
el adulto vive de hechos
el niño de ilusiones
y el viejo de recuerdos.
Yo...
a ciencia cierta
no sabría decir
qué edad tengo.
Pero...
una cosa sí sé,
que en los sinsabores de la vida
de mi niñez me acuerdo.
No ha
mucho...
que en un accidente
destrozado quedó mi auto.
El seguro me dio jaquecas
y el policía me puso un cargo.
Yo me
acordé...
que en un día muy lejano
y sin ninguna razón suficiente
un niño travieso como yo
me aplastó mi mejor juguete.
Un amiguito me consoló
y otro me dio aliciente.
Con
unas herramientas viejas
y encima de un taburete
los tres duendes ingeniosos
hicimos otro juguete.
No
ha mucho...
que mi Director
en uno de tantos conatos
me llamó la atención.
Yo muy encorajinado
no se lo perdoné.
Todavía ando contrariado.
Yo me
acordé...
que en un lugar lejano
a un compañero mío
lo tiré de un empujón
y se rompió un brazo.
En otra
ocasión
el mismo niño
me hizo la zancadilla
y un diente
como una canica luciente
me lo dejó quebrado.
En ambas
ocasiones
después de estos maltratos
nos dimos dignos la mano
y de nuevo
buenos amigos quedamos.
No ha
mucho...
que en esas cosas del amor
por una seria equivocación
seguida
de mordaz altercación
para siempre
ella de mí se separó.
Yo me
acordé...
que siendo muy niños los dos
una mujercita trigueña
por un engorroso desplante
por otro niño me dejó.
A otra
niña morena
por una grosera desfatachez
en un arranque de insolencia
la abandoné a ella a mi vez.
Al cabo
de unos días
con una tierna mirada
y un inocente beso
nos reconciliamos los tres.
A la
dama de los ojos negros
de trigueña y lisa tez
aún después de muchos años
todavía no la he vuelto a ver.