Entre el tráfico académico
del verano, el profesor Justo Alarcón surge del elevador
del cuarto piso del edificio delenguas en la universidad estatal
de Arizona en Tempe; así como aparece y se introduce en su
oficina, brota en nosotros el genio del cronista: es un perfecto
viajero entrevistable. Cuando aún sus canas eran escasas,
había cruzado el Atlántico desde España, muy
tarde ya para hacerlo en carabelas, pero de cualquier manera arribó
a América vía maestría en Canadá y luego
se doctoró en letras en la universidad arizonense de Tucsón.
La protestante algarabía de los años sesenta lo transformó
en un "gachupín achicanado", como él mismo
lo confiesa, tratando de rescatar a este Aztlán abandonado
en veces por los dioses aztecas. Y no fue activista sólo
de palabra, también de acción: al típico modo
estudiantil de aquellas épocas neo-románticas pinta
de bardas en pleno imperio, mítines relámpagos y marchas
de protesta participó en conseguir la introducción
de cursos de literatura y cultura chicana en la academia estadounidense
y ha logrado publicar por lo menos tres novelas que defienden la
dignidad de la "raza" Los siete hijos de la llorona,
Chulifeas fronteras y Crisol; al rebote del tiempo,
sus esfuerzos provocaron que el español se oficializara como
la lengua extranjera más popular entre los anglosajones,
tanto, que ahora los propios hispanos de tercera generación
sufren una especie de pena por no hablar fluidamente la lengua de
sus abuelas. Y ahora, Alarcón vanguardista, acaba de plantearnos
el nuevo retroceso del peligro: ante tanta popularidad, el español
se escucha demasiado en las ondas electrónicas y declina
la producción escrita y el interés por la lectura
- fenómeno universal debido quizá a la escasez de
tiempo que produce el acelere de la sobrevivencia postmodernista.
"nadie lee", dice y escucho pasmado, "peligra la
cultura". El tema de una conversación que quiere ser
crónica viajera ha brotado, me preparo entonces para recibir
esta revelación inesperada que me ubica en el laberinto confuso
de la historia entre dos mundos.
Estamos en la exclusividad de su oficina
donde es posible romper los férreos códigos anticontaminantes
porque, a pesar de las estrictas prohibiciones usted no podrá
comprar cigarros en el campus pero sí preservativos
en cualquier dormitorio estudiantil fuma, fuma tan a gusto
y sin ningún remordimiento higiénico o social que
el humo ya me seduce. Su grave voz altisonante empieza a explicar
que el escritor chicano que antes fomentaba y preservaba la lengua
cervantina, ahora se tiende a redactar en la de Shakespeare. Y aquí
hay contradicciones porque en menos de veinte años el hispano
se convertirá en la minoría mayor y su lengua aún
vendrá a ser más popular. La nueva preferencia lingüística,
tiene explicaciones muy prácticas: quieren vender literatura
de tema chicano al lector anglosajón deduzca usted
las consecuencias económicas. Así, Rolando Hinojosa,
premio Casa de las Américas por sus historias chicanas escritas
en Spanish, ahora narra en inglés; además,
obras escritas hace cinco o diez años se están reeditando
exclusivamente en el idioma de los güeros. Ambos soltamos unas
poéticas bocanadas, escuchamos el rin-rineo del teléfono,
mi ego se eleva cuando Justo elimina toda posibilidad de interferencia
porque cuelga, "estoy ocupado", contesta en el auricular,
y entonces libera su alma quijotesca: el problema es que no pasa
lo contrario continúa esto es, no traducen las
obras del inglés al español y ¡ni siquiera para
consumo mexicano! No obstante, reconoce que el fenómeno supone
ciertos beneficios de presencia porque, aunque casi puros desplantes
mercantiles, al mismo tiempo la gran mayoría anglosajona
es posible se dé cuenta de que existimos.
Es entonces que concluimos que la "inglesación"
de las letras chicanas resulta en ese sentido constructiva pero
la tendencia es en esencia contradictoria. Por supuesto que lo es
parece que aún lo escucho y lo es todavía
más si se observa el impulso que la radio y la televisión
hispanas le dan al español. Especifica: solamente en el valle
de Phoenix operan cinco estaciones radiofónicas y dos de
TV que transmiten en nuestro idioma, esto da una muestra del "tremendo
auge".
Por su parte, los medios escritos
una revista quincenal bilingüe, un periódico y un tabloide
de calidad en ascenso son escasos y sufren permanentes crisis
económicas además de tener un alcance limitado en
comparación con las grandes audiencias de sus competidores
electrónicos. Y en cuanto a editoriales, existe una "bilingual
press" que difunde mayormente obras de corte académico
para consumo intelectual de altura. Alarcón redondea: mientras
los medios electrónicos se abren para el desarrollo y penetración
del español, la escritura parece que se cierra. Y luego lanza
la advertencia de que si el dominio de la palabra oral sigue en
aumento, es peligroso en términos sociales porque cuando
la lectura ya no es prioridad, se atenta la misma base de la cultura.
El decaimiento o desinterés se origina básicamente
porque no existe aquí el fomento por leer, explica Alarcón,
ni siguiera se promueve dentro del propio sistema educativo norteamericano
en su conjunto sin importar grupos étnicos. Tan no se impulsa
la lectura que una compañía cervecera mire usted
el cablevisión y sabrá la marca anuncia programas
de alfabetización porque el pronóstico señala
que entrado el siglo XXI dos de cada cinco norteamericanos serán
analfabetas ¡en el país más rico del mundo!
"La juventud se dedica a ver, a oír pero no a leer",
escucho el eco realista de Alarcón.
Así se podrá incitar a
la lectura y al conocimiento de la herencia hispana. Y lo propone
porque ya ha hecho intentos. En 1990, desde la cabina de KVVA "Radio
Viva", unos cien mil alumnos, perdón, radioescuchas,
recibieron lecciones sobre la cultura del Suroeste de USA el
Aztlán directamente de la provocativa voz del "profe"
Alarcón, como se le conoce por estos rumbos. Triunfante en
su ejemplo, confiesa humildemente orgulloso que por lo menos ha
de haber tenido unos "cincuenta mil estudiantes mientras en
mi clase apenas logran inscribirse ¡diez!". Recordamos
luego que en México la difusión de la cultura es una
actividad institucionalizada y que incluso artistas e intelectuales
ven como una especie de compromiso ponerse en contacto directo con
el gran público el pueblo, pues. Alarcón confiesa
su simpatía y satisfacción por esta práctica
como reconociendo tímidamente que es una lástima que
aquí, no sea reproducida ni por hispanos o anglos. Y no es
posible sigue revelando porque las concepciones sobre
los métodos de enseñanza y difusión de conocimiento
son diametralmente distintos. El nuestro destaca es
deductivo, mientras el anglo es inductivo. Es decir, que en la práctica
las sociedades hispanas, por ejemplo, tratan de llevar la cultura
de la universidad a las calles mientras que en angloamérica
si no cubres la matrícula está prohibido entrar a
clases aunque pagues los impuestos.
En cambio surge de nuevo la comparación
inevitable y es entonces que Hermosillo, donde ha estado como ponente,
va a flotar en las alturas en esa "hermosa" ciudad
de donde vienes, y perdóname que te hable de ella, es maravilloso
observar tanta gente joven involucrada, bien leída que discuten
en distintos lugares con entusiasmo. Aquí no, está
muerto, remata.
Para ser aún más contundente,
da ejemplos de cómo la cultura no es tomada en serio. En
Phoenix, ciudad centenaria de unos dos millones de habitantes, son
escasos, casi nulos, los edificios antiguos "lo que ya dice
mucho".
Y es que sí existe una construcción de más
de cincuenta años, estorba al desarrollo funcional de la
ciudad y entonces la echan para abajo, no se necesita. Así,
destruyen la memoria histórica en aras de la comodidad lo
que para Alarcón no es necesariamente cultura porque ésta
se basa en la historia y la tradición; y lo otro sería
civilización ya que ésta propugna a toda costa el
progreso y la tecnología. Entonces, si el edificio antiguo
no se puede reacondicionar para instalarle aire acondicionado, ventilación,
equipo contra incendios o ventanales ahumados, "simplemente
lo derrumban". E insiste, quiere agregar que inclusive los
cursos generales de historia son tan breves que se limitan a unos
cuantos hechos: la llegada de los peregrinos, Washington, la Independencia
y la guerra civil. Cualquier preparatoriano aquí apenas sabe
eso y es difícil que tenga noción del curso del tiempo
en esta zona...y sobre México qué se dice, ¿no
hay nada de lo nuestro?, "por supuesto que no, la parte de
México ni les interesa... ustedes casi no existen, mas que
en la guerra que ellos ganaron con su destino manifiesto",
dice y entonces se echa a reír como burlándose y yo
me voy conmovido ante tanta sapiencia e ignorancia anglosajona,
hispana, chicana y mexicana que me rodea en este viaje feliz por
los pasillos de la academia...
Texto incluido (páginas 38-42) en el libro de De viaje
en Mex-América , de Manuel Murrieta Saldívar,
ganador del concurso del libro sonorense, genero crónica,
en 1992. Instituto Sonorense de Cultura. Hermosillo, Sonora, México,
1992, I SBN 968-6486-22-4
Manuel Murrieta Saldívar,
Ph. D.
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