LA BICICLETA
Mi padre era un santo varón.
Ayudó a muchos campesinos
a obtener su justa pensión.
No todos le pagaron
con galardón.
Entre ellos hubo un alma mala.
¡Que Dios le haya concedido perdón!
Le habían puesto
Joaquín,
como al santo abuelo
de Jesús, el Chiquitín.
Para dar clase en la
escuela
el sexagenario de mi padre
se iba en su vieja bicicleta.
Joaquín, el robusto
cacique,
de su grande y vetusta casa,
lo estaba acechando a la puerta.
Se lanzó como
una fiera.
De un fuerte empujón
lo derribó en tierra.
Mi padre lentamente
se levantó
con sus muchos años a cuestas.
Se sacudió el pantalón.
Su blanca cabeza inclinó.
Hizo la señal de la cruz
y dirigió a Dios una oración.
En la sala de clase
los niños lo rodearon
y el viejo clase dictó.
Joaquín,
años después,
se moría de cáncer...
Mi anciano padre me
aconsejó:
"Hijo, la vida muy poco vale,
si no la sustenta el corazón".