Ensayos:
Shakespeare: sexo amor y muerte
Shakespeare analizado por Harold Bloom.
Por Milo J. Krmpotic
Julieta y el sexo
Julieta se enamoró de Romeo (y Romeo de Julieta) en la que
constituye una de las más famosas historias del chico conoce
chica (y viceversa) de la literatura universal, pareja de baile
cuya fama solo alcanza a eclipsar ese otro binomio compuesto por
Adán y Eva. Pero fue entonces cuando entró en juego
la maldición del apellido, y la enemistad entre Montescos
y Capuletos condujo a la primera auténtica tragedia de Shakespeare,
con la joven apuñalándose el pecho en el lecho de
muerte de su primer y único amante (suicidado también
al creerla fallecida por anticipado). Sexualidad y muerte, pues;
hombre y mujer asaeteados a una por las flechas de Eros y el aguijón
de Thanatos. El Bardo elige hablar de la muerte de los amantes antes
que de la muerte del amor; quizás porque, de haber un acto
VI y ser esta una comedia, según sugiere Bloom, las bodas
se asemejarían demasiado a la del propio escritor con Anne
Hathaway, matrimonio que le procuró tres hijos y, a la postre,
no excesiva dicha. ¿A quién amó Shakespeare?
Lo ignoramos, pero de sus 154 Sonetos, 126 están dedicados
a un amigo de identidad tan escondida como idealizada es
su belleza. Julieta, de 13 años apenas, es "la epifanía
de la religión del amor"; pese a su desesperado final,
la pasión que la une a Romeo es una de las más saludables
de la literatura occidental, ya que ninguno de los dos desea la
muerte o muere por odio. De por medio, no vaya el elemento sexual
a quedar eclipsado, el procaz talento de Mercucio ofrece joyas como
las del siguiente verso: "Ojalá fuera ella / un níspero
abierto y tú una pera poperín" (donde níspero
es un término recurrente acerca de los genitales femeninos
y poperin un juego fonético con pop her in, algo así
como introdúcetele). Así las cosas, víctima
de las circunstancias tanto como de su propia argucia suicida, Julieta
representa la ingenuidad castigada sin motivo, el dolor de los amantes
separados por el destino. Con ella, "Shakespeare se enseña
a sí mismo a no tener remordimientos, y prepara el camino
para sus cinco grandes tragedias".
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Juliet, interpretada por Olivia Hussey, en
Romeo y Juliet, 1968 |
Paramount (Courtesy Kobal) |
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