Premio
Punto de
Excelencia

 

Nº 2. Abril 2004/Revista Electrónica Cuatrimestral.

Mariana Pineda. 1925

Romance popular en tres estampas

I-V

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Escena V

Mariana atraviesa rápidamente la escena y mira la hora en uno de esos grandes relojes dorados, donde sueña toda la poesía exquisita de la hora y el siglo. Se asoma a los cristales y ve la última luz de la tarde.

Mariana:
Si toda la tarde fuera
como un gran pájaro, ¡cuántas
duras flechas lanzaría
para cerrarle las alas!
Hora redonda y oscura
que me pesa en las pestañas.
Dolor de viejo lucero
detenido en mi garganta.
Ya debieran las estrellas
asomarse a mi ventana
y abrirse lentos los pasos
por la calle solitaria.
¡Con qué trabajo tan grande
deja la luz a Granada!
Se enreda entre los cipreses
o se esconde bajo el agua.
¡Y esta noche que no llega!
(Con angustia.)
¡Noche temida y soñada;
que me hieres ya de lejos
con larguísimas espadas!

Fernando: (En la puerta.)
Buenas tardes.

Mariana: (Asustada.)
¿Qué?
(Reponiéndose.)
¡Fernando!

Fernando:
¿Te asusto?

Mariana:
No te esperaba
(Reponiéndose.)
y tu voz me sorprendió.

Fernando:
¿Se han ido ya mis hermanas?

Mariana:
Ahora mismo. Se olvidaron
de que vendrías a buscarlas.
(Fernando viste elegantemente la moda de época, Mira y habla apasionadamente. Tiene dieciocho años. A veces le temblará la voz y se turbará a menudo.)

Fernando:
¿Interrumpo?

Mariana:
Siéntate.
(Se sienta.)

Fernando: (Lírico.)
¡Cómo me gusta tu casa!
Con este olor a membrillos.
(Aspira.)
Y qué preciosa fachada
tienes..., llena de pinturas
de barcos y de guirnaldas.

Mariana: (Interrumpiéndole.)
¿Hay mucha gente en la calle?
(Inquieta.)

Fernando: (Sonríe.)
¿Por qué preguntas ?

Mariana: (Turbada.)
Por nada.

Fernando:
Pues hay mucha gente.

Mariana: (Impaciente.)
¿Dices?

Fernando:
Al pasar por Bibarrambla
he visto dos o tres grupos
de gente envuelta en sus capas,
que aguantando el airecillo
a pie firme comentaban
el suceso.

Mariana: (Ansiosamente.)
¿Qué suceso?

Fernando:
¿Sospechas de qué se trata?

Mariana:
¿Cosas de masonería?

Fernando:
Un capitán que se llama...
(Mariana está como en vilo.)
no recuerdo..., liberal,
prisionero de importancia,
se ha fugado de la cárcel
de la Audiencia.
(Vuelto a Mariana.)
¿Qué te pasa?

Mariana:
Ruego a Dios por él. ¿Se sabe
si le buscan?

Fernando:
Ya marchaban,
antes de venir yo aquí,
un grupo de tropas hacia
el Genil y sus puentes
para ver si lo encontraban,
y es fácil que lo detengan
camino de la Alpujarra.
!Qué triste es esto!

Mariana: (Llena de angustia.)
!Dios mío!

Fernando:
Y las gentes cómo aguantan.
Señores, ya es demasiado.
El preso, como un fantasma,
se escapó; pero Pedrosa
ya buscará su garganta.
Pedrosa conoce el sitio
donde la vena es más ancha,
por donde brota la sangre
más caliente y encarnada.
¡Qué chacal! ¿Tú le conoces?
(La luz se va retirando de la escena.)

Mariana:
Desde que llegó a Granada.

Fernando: (Sonriendo.)
¡Bravo amigo, Marianita!

Mariana:
Le conocí por desgracia.
Él está amable conmigo
y hasta viene por mi casa,
sin que yo pueda evitarlo.
¿Quién le impediría la entrada?

Fernando:
Ojo, que es un viejo verde.

Mariana:
Es un hombre que me espanta.

Fernando:
¡Qué gran alcalde del crimen!

Mariana:
¡No puedo mirar su cara!

Fernando: (Serio.)
¿Te da mucho miedo ?

Mariana:
¡Mucho!
Ayer tarde yo bajaba
por el Zacatín. Volvía
de la iglesia de Santa Ana,
tranquila; pero de pronto
vi a Pedrosa. Se acercaba,
seguido de dos golillas,
entre un grupo de gitanas.
¡Con un aire y un silencio!...
¡Él notó que yo temblaba!
(La escena está en una dulce penumbra.)

Fernando:
¡Bien supo el rey lo que se hizo
al mandarlo aquí a Granada!

Mariana: (Levantándose.)
Ya es noche. ¡Clavela! ¡Luces!

Fernando:
Ahora los ríos sobre España,
en vez de ser ríos son
largas cadenas de agua.

Mariana:
Por eso hay que mantener
la cabeza levantada.

Clavela: (Entrando con dos candelabros.)
¡Señora, las luces!

Mariana: (Palidísima y en acecho.)
¡Déjalas!

(Llaman fuertemente a la puerta.)

Clavela:
¡Están llamando!
(Coloca las luces.)

Fernando: (Al ver a Mariana descompuesta.)
¡Mariana!
¿Por qué tiemblas de ese modo?

Mariana: (A Clavela, gritando en voz baja.)
¡Abre pronto, por Dios, anda!

(Sale Clavela corriendo. Mariana queda en actitud expectante junto a la puerta, y Fernando, de pie.)

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