Capítulo II
Estos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados
y formados: el primer hombre fue Balam-Quitzé, el segundo
Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam.
Estos son los nombres de nuestras primeras madres y padres.
Se dice que ellos sólo fueron hechos y formados, no tuvieron
madre, no tuvieron padre. Solamente se les llamaba varones. No
nacieron de mujer, ni fueron engendrados por el Creador y el Formador,
por los progenitores. Sólo por un prodigio, por obra de
encantamiento fueron creados y formados por el Creador, el Formador,
los Progenitores, Tepeu y Gucumatz. Y como tenían la apariencia
de hombres, hombres fueron; hablaron, conversaron, vieron y oyeron,
anduvieron, agarraban las cosas; eran hombres buenos y hermosos
y su figura era figura de varón.
Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió
su vista, alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay
en el mundo. Cuando miraban, al instante veían a su alrededor
y contemplaban en torno a ellos la bóveda del cielo y la
faz redonda de la tierra. Las cosas ocultas [por la distancia]
las veían todas, sin tener primero que moverse; en seguida
veían el mundo y asimismo desde el lugar donde estaban
lo veían.
Grande era su sabiduría; su vista llegaba hasta los bosques,
las rocas, los lagos, los mares, las montañas y los valles.
En verdad eran hombres admirables Balam-Quitzé, Balam-Acab,
Mahucutah e Iqui-Balam.
Entonces les preguntaron el Creador y el Formador : ¿Que
pensáis de vuestro estado? ¿No miráis. ¿No
oís? ¿No son buenos vuestro lenguaje y vuestra manera
de andar? ¡Mirad, pues! ¡Contemplad el mundo, ved
si aparecen las montañas y los valles! ¡Probad, pues,
a ver!, les dijeron.
Y en seguida acabaron de ver cuanto había en el mundo.
Luego dieron las gracias al Creador y al Formador : ¡En
verdad os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados,
se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos
y andamos; sentimos perfectamente y conocemos lo que está
lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande
y lo pequeño en el cielo y en la tierra. Os damos gracias,
pues, por habernos creado, ¡oh Creador y Formador!, por
habernos dado el ser, ¡oh abuela nuestra! ¡Oh nuestro
abuelo!, dijeron dando las gracias por su creación y formación.
Acabaron de conocerlo todo y examinaron los cuatro rincones y
los cuatro puntos de la bóveda del cielo y de la faz de
la tierra.
Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto.
No está bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras
obras; todo lo saben, lo grande y lo pequeño dijeron.
Y así celebraron consejo nuevamente los Progenitores :
¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que
su vista sólo alcance a lo que está cerca, que sólo
vean un poco de la faz de la tierra! No está bien lo que
dicen. ¿Acaso no son por su naturaleza simples criaturas
y hechuras [nuestras]? ¿Han de ser ellos también
dioses? ¿Y si no procrean y se multiplican cuando amanezca,
cuando salga el sol? ¿Y si no se propagan? Así
dijeron.
Refrenemos un poco sus deseos, pues no está bien
lo que vemos. ¿Por ventura se han de igualar ellos a nosotros,
sus autores, que podemos abarcar grandes distancias, que lo sabemos
y vemos todo?
Esto dijeron el Corazón del Cielo, Huracán, Chipi-Caculhá,
Raxá-Caculhá, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores,
Ixpiyacoc, Ixmucané, el Creador y el Formador. Así
hablaron y en seguida cambiaron la naturaleza de sus obras, de
sus criaturas.
Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre
los ojos, los cuales se empañaron como cuando se sopla
sobre la luna de un espejo. Sus ojos se velaron y sólo
pudieron ver lo que estaba cerca, sólo esto era claro para
ellos.
Así fue destruida su sabiduría y todos los conocimientos
de los cuatro hombres, origen y principio [de la raza quiché].
Así fueron creados y formados nuestros abuelos, nuestros
padres, por el Corazón del Cielo, el Corazón de
la Tierra.