Las desnudas nalgas
del ave
y el pico
de hueso
Monje
de hábito
sin cara
y sin cuerpo.
Espantapájaros,
capricho del viento.
Sandalias
huaraches
que silenciosos
caminan despacio
en las secas arenas
del desierto.
Zopilote
de alas
por el viento.
Brújulas
tus ojos
en el cuerpo.
Madreselva
enrosacada
en el tronco
del cuerpo
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Dama atada
a un árbol
edénico.
Manzanas
secas
tus dos pechos.
Entre tus muslos
firmes y maduros
brota un jardín
de orgasmos
pretéritos.
La rama del árbol,
cual gusano
hambriento,
carva punzante
el pico
de cuervo.
Sus ventosas
se vengan
en tu sangre
de muerto
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