Entrevista
a Justo S. Alarcón
(Primera Parte)
Por Lupe
Cárdenas
Arizona State University West
Después de varias tentativas, he podido lograr convencer
al profesor y autor Justo S. Alarcón de que nos concediera
una entrevista. Esta viene a continuar la serie de entrevistas planeadas
para los autores hispanos o chicanos arizonenses. La presente entrevista
se nos hizo larga, por eso la dividiremos en dos secciones. La primera,
como se verá a continuación, se ha hecho a base de
temas sobre la creación y producción literaria, más
bien en términos generales. La segunda tratará más
bien de la obra del autor. Creemos que va a ser de interés
particular, pues el autor deviene crítico de su propia obra,
cosa bastante insólita.
Lupe Cárdenas
Profesor Alarcón, para comenzar quisiera preguntarle sobre
el apodo o "título" por el cual se le conoce. Me
refiero a lo de "El Profe".
Justo S. Alarcón
Pues, mira, fue por allá, a principios de los setenta, cuando
comencé a impartir clases para chicanos. Dos estudiantes
amigos comenzaron a llamarme "Profe". Pronto cundió
el "título" y con él me quedé. Añadiré
que me agrada en gran manera, simplemente por haber salido de los
estudiantes hispanos, con quienes siempre tuve y mantengo unas relaciones
muy amistosas y cariñosas. Así que, como ves, me bautizaron
con este apodo tan distintivo que llevo, y con él me he quedado
gustosamente.
LC
Pues bien, comencemos con la primera pregunta obligada. ¿Dónde
y cuándo nació?
JSA
Yo nací en un pueblo cercano a la conocida ciudad de Ronda,
en la provincia de Málaga, que pertenece a la región
de Andalucía, en el sur de España. Viví la
mitad de mi vida en España y la otra mitad en Arizona. Con
decirte que ya le pasé a la media centuria, ya te digo bastante.
Nací en marzo del '30. O sea, que ya soy viejo, aunque en
realidad ni estoy ni me siento como tal. Pero los años pasan
y uno no se escapa a esa ley de la naturaleza. O, como se dice popularmente,
"la bolita rueda".
LC
El ambiente de su familia, ¿tuvo algo que ver en su decisión
e inclinación como futuro escritor?
JSA
Directamente, no creo. Sin embargo, sí tuvo influencia remota
en ello. Y esto por varias razones. Por una parte, mi padre se sabía
de memoria una buena cantidad de poemas y de soliloquios de los
grandes clásicos españoles. También pasajes
de zarzuelas. Le encantaba recitárnoslas a nosotros, sus
hijos. Por otra parte, mi padre fue maestro de escuela primaria.
Nos hacía estudiar y leer mucho. De todo. Así que
el terreno era propicio y la simiente vino después. Me atrevería
incluso a decir, que esto de la escritura, vino mucho después.
LC
¿Qué libros de ficción leía en su infancia
y en sus años de formación?
JSA
Los libros de ficción que leí de niño fueron
muy pocos, porque la niñez y la juventud la tuvimos que dedicar
al estudio de las materias asignadas para el curriculum,
que ya estaba completamente diseñado para cada año.
No teníamos, en mi caso, ninguna decisión ni elección
alguna en este asunto, al contrario de lo que ocurre aquí,
sobre todo con los alumnos y los programas de la secundaria. Pero,
claro, entre todas estas materias o asignaturas, también
entraba la de la "literatura". Sin embargo, en aquel tiempo,
no se acostumbraba a leer los "textos", sino más
bien lo que se llama "historia de la literatura", tanto
al nivel nacional como mundial. Pero los textos, "como textos",
no.
LC
¿Cuándo comenzó usted a escribir?
JSA
Siguiendo el hilo de la respuesta anterior, tendría que añadir
que, cuando estudiaba la historia de la literatura, y también
clase de composición en la secundaria, el profesor encargado
de estas materias nos invitaba a que escribiéramos algo "de
nuestra propia cosecha", es decir, algo original o de ficción.
Recuerdo que tendría yo como unos trece o catorce años.
"Se me calentó la musa" y escribí un cuentecito
del cual nunca me pude olvidar. Nunca me pude olvidar, por lo que
diré a continuación. No recuerdo el título,
pero sí me acuerdo de que era algo onírico o surrealista.
Dejando volar libre mi imaginación, hice un viaje transoceánico
en una lancha-automóvil que yo construí en las células
de mi cerebro. Tenía ruedas, tenía alas y también
fungía de barco. Me iba nada menos que a las Américas.
Bueno, con decirte que a los dos días más o menos,
al entregármelo el profesor de redacción y de literatura,
hinchó las narices (pues era muy narigudo y muy feo él,
de eso tampoco me puedo olvidar) y me dijo: "¡qué
asco de cuento!". Así mismo me la clavó, fría
y cruelmente. ¿Cómo podría yo olvidar esta
primera experiencia? Juré que nunca más escribiría
cuentos. Tengo que añadir que, desde aquel entonces, tampoco
me pareció que él era tan inteligente como se corría
la voz entre aquella sociedad escolar.
LC
¿Cuál fue la causa principal y el motivo decisivo
en su vocación de escritor?
JSA
Suponiendo que yo tenga vocación de escritor, que es mucho
suponer, responderé a tu pregunta de la siguiente manera.
Como escritor de crítica literaria, lo que me obligó
a escribir fue la necesidad. La necesidad para poder sobrevivir
en le mundo académico, como tú sabes demasiado bien
por propia experiencia. O sea, fue un trabajo como cualquier otro.
Sin embargo, no puedo decir que no me haya gustado, ni que me disguste.
Sí, me gusta. Quizás no tanto por tratarse de "pensar
y criticar" o de analizar la literatura desde un punto de vista
literario. Fue más bien a causa del bagaje de otros conocimientos
previos que ya traía conmigo antes de meterme en el campo
de la literatura. Si te refieres a la escritura de ficción,
es decir, a la labor de "crear" algo que te sale del alma
y proyectarla en papel, entonces ya es otra cosa. Nunca en mi vida
(desde aquel infame incidente transoceánico del que te hice
mención) creí que tenía talento para literato.
Nunca, hasta que un día, cuando vi en las noticias un caso
abominable de tortura humana, me entraron ganas de gritar. Como
no podía hacer esa barbaridad, por temor de que me tacharan
de loco, comencé a dar vueltas por la habitación como
un tigre enjaulado. Por fin, se me "prendió el foco".
Tomé en la mano el arma de la pluma (no había computadoras
en aquel entonces), me senté y dejé que el coraje
corriera libre y se filtrara a través de la palabra. Así
salió mi primer cuento intitulado Ojo por ojo y...,
que, dicho sea de paso, causó mucho "escándalo",
no por lo pornográfico, sino por lo grotescamente fuerte.
Desde entonces, no pude parar. ¿Podríamos llamar a
esto "vocación de escritor", como tú la
llamas? Si la vocación se revela a la manera de la fulminación
de un rayo, como dicen que le ocurrió a San Pablo y a otros,
entonces esa fue mi vocación. Tengo que añadir, sin
embargo, que para cuando escribí este primer cuento, ya yo
me había metido con el estudio y en la enseñanza de
la literatura chicana. Como no había muchos textos o corpus
literario, pues estoy hablando de principios de los setenta, me
hice una pregunta sencilla: ¿por qué "no le entro
yo también" a este quehacer de escritor? Me respondí
a mí mismo por el lado afirmativo. Y ésta fue la ambientación
en que anidó esa vocación por la escritura. Es decir,
fue un aguijón procedente de las injusticias sociales, que
me llegaron al alma. Por eso, algunos me tachan de "amargado"
y de "combatiente". Y no carecen de razón, aunque
también sé escribir "tiernamente" cuando
me pongo a ello y dejo mis otros sentimientos íntimos fluir
y aflorar.
LC
¿Puede hablarnos de los estudios que hizo en su carrera o
carreras?
JSA
Sí, cómo no. Como te había indicado antes,
mi padre, siendo maestro de primaria, fue nuestro propio maestro.
Siempre nos exigió mucho. Ya para la secundaria, me envió
a un colegio privado, que aquí llaman "boarding school".
Era regido por franciscanos. Ahí también exigían
mucho. Ahí terminé mi secundaria. Continué
después mis estudios de filosofía y también
le entré a la teología. En otros términos,
me hicieron estudiar mucho. A veces me resentía, pero hoy
estoy muy agradecido a aquellos estudios intensos, disciplina férrea
y, sobre todo, a los buenos principios que nos inculcaron durante
tantos años. Después, como estudiante empedernido
que era, cambié de derrotero. Me metí a estudiar sociología.
Me fui al Canadá. Allí saqué otra maestría
en esa rama del conocimiento. Rodando por el mundo, aterricé
en Arizona a principios de los años sesenta. Aquí,
de nuevo, cambié de carrera. Me inscribí en Arizona
State University, en el programa de maestría en literatura
hispánica. Al terminar, me fui a la Universidad de Arizona,
en Tucsón, en donde obtuve el doctorado, también en
literatura hispánica. Terminado el doctorado, comencé
la enseñanza en Arizona State University. Esto fue en 1968.
Desde entonces, aquí me tienes. Tengo que añadir,
que tuve el atrevimiento de desarrollar, y la fortuna de impartir,
como bien sabes, clases de literatura chicana y de cultura hispánica
del suroeste, que yo mismo comencé en nuestro departamento.
LC
Estos estudios, ¿tuvieron influencia en su vocación
de escritor y, si así fue, de qué manera?
JSA
Creo que no. A no ser de que admita el hecho de que la enseñanza
de la literatura chicana, y de ver que esta literatura poseía
un corpus bastante reducido, haya tenido alguna influencia
para que yo me lanzara a escribir y, de este modo, contribuir al
desarrollo de dicho corpus. Si es así, entonces podría
decir que sí, que esto tuvo algo que ver con mis escrituras.
Pero sería una condición, más bien que una
causa. Como te decía antes, la verdadera razón no
radica en mis estudios, que sería una caso más bien
cerebral, sino en la pasión, que es una cosa más cercana
a lo instintivo que a lo racional.
LC
¿En qué lengua comenzó a escribir usted y en
cuál escribe ahora?
JSA
Yo diría que escribí, escribo y espero continuar escribiendo
en español. El inglés, como sabes, no es mi lengua
nativa. Aunque con frecuencia tengo que pensar en inglés
y lo hablo, por necesidad, los sentimientos (raíz de la inspiración)
me salen en español. Eso no quiere decir que no use el inglés
según los personajes y las situaciones que lo pidan. Tampoco
lo anterior excluye el uso del español popular, ni de lo
que se ha venido llamando "Spanglish" y el code-switching,
es decir, la mezcla de los dos idiomas, que también es una
realidad lingüística. Si la literatura ha de reflejar
la realidad vital de la gente que desfila por las páginas
de una novela, es necesario emplear la lengua que refleja esa realidad.
La lengua también es una realidad vital, quizás la
más vital de todas las realidades.
LC
¿Hay alguna lengua "oficial" en la ficción
chicana que sea distinta a cualquier otra cultura y literatura?
JSA
Sí y no. Sí, en el sentido que la literatura, siendo
una expresión verbal, bien oral o escrita, de la realidad
de esa gente que desfila por sus páginas, tiene carácter
de "oficialidad", aunque no exista ninguna ley que la
canonice. En este sentido, creo que podríamos hablar de "oficialidad".
Y no, en el sentido de que este fenómeno no es exclusivo
del chicano. Piensa en otras realidades lingüísticas
y vitales en las Américas, sin necesidad de apelar a otras
muchas partes del mundo. En el Canadá, por ejemplo, nos encontramos
con otra situación muy semejante, que es la de los canadienses
franceses. Si vas a Latinoamérica, te encontrarás
en México, por ejemplo, con tribus de indios que no sólo
hablan dos lenguas, pero que se ven forzados a mezclar dos idiomas.
LC
¿Cree usted que la lengua en que escribe el autor chicano
es importante como símbolo de la cultura del pueblo chicano
sobre el que escribe?
JSA
Creo que sí. Pero el problema consiste en saber qué
lengua es la lengua chicana. Por su propia naturaleza o, mejor dicho,
por la situación peculiar y sociopolítica ambiental
en que se encuentra el chicano, creo que no podría hablarse
de una lengua chicana. El chicano usa, emplea y echa mano
no solamente de una lengua, sino de dos y hasta de tres. El ambiente
social es el que le dicta qué modo de expresión le
es más favorable y útil. Así que, en términos
generales, puede escribir en inglés normativo, en español
normativo y en lo que se llama "Spanglish". Estas tres
modalidades le son propias al escritor chicano, porque reflejan
la realidad social cotidiana de su pueblo.
LC
En general, ¿por qué escribe usted?
JSA
Como te había señalado antes, escribo crítica
literaria por obligación, aunque no me desagrada. Y ficción,
por vocación. Una necesidad que sale de adentro, para expresar
mis sentimientos, mi ideología, cualquiera que sea ésta,
y mi "visión del mundo". Esta motivación
o acicate que me mueve a escribir ficción tiene dos vertientes,
en mi opinión: la fuerza interna y personal, que radica y
brota del subconsciente o inconsciente, y otra que sale de afuera,
del consciente.
LC
¿Puede explicarnos un poco más sobre ese motivo que
llama "de afuera", o sea, externo que le obliga
a escribir? (como, por ejemplo, otros escritores, familia, ganancia,
"publish or perish", etc.).
JSA
La filosofía clásica y tradicional nos dice, en términos
asequibles a cualquier estudioso, que la facultad humana que motiva
a la acción depende necesariamente de dos factores, el interno
o subjetivo y el externo u objetivo. Se requieren los dos polos
para cualquier actividad, como la de escribir ficción, en
este caso. Pero es que cada una de estas dos condiciones, para que
existan dichas motivaciones e impulsos hacia la actividad, están
rodeadas de múltiples facetas o variables. Concretándonos
a las "razones externas" que motivan a escribir creo,
en mi caso, que los ejemplos que acabas de mencionar, ninguno me
motiva externamente a hacerlo. Si fuera a nombrar uno diría,
como te había indicado al principio, que fue una casualidad,
un momento preciso en la historia de mi vida: el de la injusticia
y crueldad cometida contra unos cuatro "mojaditos" en
la vecindad de Douglas, Arizona. Este fue el único impulso
o motivación "externa" que me obligó a coger
la pluma. Nunca he tenido ni tengo ambiciones de ganar dinero (que
no lo rechazaría si lo hubiera, claro está? con mis
escrituras, porque, si así fuera, me estaría muriendo
de hambre desde hace años. Además, lo de "publish
or perish" tampoco me movió a escribir, porque cuando
obtuve mi "tenure", o propiedad de cátedra,
el escribir ficción no se reconocía en aquel tiempo
como "legítima actividad académica". Poco
después cambió algo la cosa.
LC
¿Encuentra usted que el ambiente social, como la vida del
chicano o el main stream, le motivan a escribir?
JSA
Me parece que me estoy adelantando un poco a tus preguntas en lo
que llevo ya dicho. En cuanto al "ambiente social" ya
queda expuesto. De lo que no hice mención, es de lo que tú
llamas "vida del chicano" y del "main stream".
De hecho, estos dos temas concretos van incluidos en lo de la motivación
"externa" a que nos referíamos antes. No me cabe
la menor duda, estoy absolutamente cierto, tengo la convicción
dogmática de que si no fuera por la opresión, bajo
las facetas política, económica, pedagógica,
etc., de que ha sido objeto el chicano/hispano por parte del "main
stream", yo no hubiera comenzado a escribir y, por tanto
y lógicamente, no hubiera escrito jamás un solo párrafo
narrativo, ni un poema. Esto es lo que yo creo y pienso, pero quién
sabe si me hubiera venido la inspiración y el deseo por otra
parte. De eso tampoco sé nada. Pero tengo la impresión
de que no lo hubiera hecho.
LC
¿Hay algún motivo político que le invita a
escribir?
JSA
Yo, de política, sé poco. De hecho, soy muy mal político.
Mi política es enfrentarme con las injusticias y pelear cara
a cara. Es decir, me gusta la franqueza. Y, según tengo entendido,
y me dictó la larga experiencia, estas no son propiamente
las virtudes de un buen político. Sin embargo, la política
sí me ha dado cebo para la escritura. O sea, la inmoralidad
en la política me ha traído frito y, por eso precisamente,
he protestado desde la palestra y con la pluma contra esas injusticias,
muchas de ellas creadas por la tortuosa política. Cuando
hablo de política creo que me estoy refiriendo más
bien a una política un tanto casera, no hablo necesariamente
de la "alta política", de la "política
de bombo". Esa me intriga, pero de ella sé poco, como
te decía.
LC
El movimiento chicano de los '60 y '70, ¿tuvieron alguna
influencia en sus obras?
JSA
Sí, mucha. Esto no parece contradecir en nada lo que te acabo
de decir. Caigo en la cuenta de que, aunque un "movimiento"
es necesariamente tangencial a la política, no tiene sin
embargo un diseño estrictamente político. La política,
en general, no tiene causas nobles. El movimiento, sea cual fuere,
debe tener una causa noble. Teniendo en cuenta esta diferencia,
claro que me ha influido mucho el movimiento chicano de los sesenta
y setenta. Aun más, diría yo, que si no fuera por
el movimiento social chicano, emparentado al movimiento de los derechos
civiles que en ese tiempo se llevaba a cabo en este país,
yo no hubiera tenido razón y motivo para empuñar la
pluma Estábamos peleando contra la explotación a todos
los niveles. Creo, sin temor a dudas, que la mayor parte de las
obras de creación literaria chicana de esa época,
se debieron todas o casi todas a esta actitud combatiente que permeaba
por todas partes y en todas las actividades del quehacer chicano,
entre ellas, naturalmente, la labor literaria y artística.
LC
¿De otra parte, hubo algún motivo fuerte interno
que le empujó a que usted escribiera?
JSA
Creo, Lupe, que con lo que dije antes, refiriéndome a otras
preguntas tuyas, ya ésta queda satisfecha. Pero sí,
creo que el motivo "interno", condicionado por las circunstancias
vitales del chicano, fue el más determinante.
LC
¿Cree que tenía usted, y todavía tiene, algo
que decir a los lectores?
JSA
Pecaría contra la virtud de la humildad si dijera que tenía
y que aún tengo algo que decir a mis lectores, si es que
los tengo. En mi caso, lo que sinceramente creo es que yo tenía
que decirme algo a mí mismo. Creo que tenía deseo
de ver escrito en papel mis sentimientos, mis ideas y mis convicciones
personales frente al abrumador medio ambiente social del chicano.
Lo que escribí, y estoy escribiendo, es una especie de espejo
para poder reconocerme a mí mismo. Es "un pensar en
alta voz". Si es que pensé en decir algo a unos supuestos
lectores, yo diría, y valga la ironía, que se trata
de unos lectores no sólo desconocidos en el presente, sino
futuros. Sí, futuros, pues si he tenido alguna razón
externa, en cuanto a lectores se refiere, es una especie de documento
futuro sobre el pasado y el presente. En otras palabras, las copias
que me correspondieron de mis obras las tengo guardadas casi todas
en mi garaje. Las regalo a amigos de vez en cuando y a alguna que
otra biblioteca. Lo que sí pretendo es que algún día,
ya después de muerto, algún investigador trasnochado
descubra alguna de mis obras enterradas entre legajos de papeles
y libros y diga: "¡Chihuahua, qué cosas pasaban
en la segunda mitad del siglo veinte! ¡Cómo vivían
los llamados chicanos en aquel tiempo!". Si ocurre esto, me
doy por satisfecho. Habré colaborado al conocimiento histórico
de algún futuro candidato al doctorado en literatura chicana.
Puedes ver, por lo que acabo de insinuarte, que no tengo grandes
ilusiones de llegar a ser famoso en vida, ni siquiera después
de muerto.
LC
Si no hubiera encontrado el vehículo literario que encontró
para expresarse, ¿de qué otra forma podría
haber comunicado sus mensajes?
JSA
Como tú bien sabes, mis mensajes personales, tanto ideológicos
como históricos y literarios, los expresé siempre
y durante mucho tiempo en mis clases. Este fue el vehículo
que yo diría normal y común, por tratarse de mi dedicación
diaria a la enseñanza. Lo de expresarme a través del
vehículo literario vino después, bastante después,
diría yo. Es muy posible que la simiente estuviera gestando,
sin yo saber, en mi inconsciente. Pero así, a la luz del
día, diría que el vehículo normal, y quizás
más convincente, fuera el de la enseñanza.
LC
¿Se arrepiente usted de haber escrito lo que escribió
o cómo lo escribió, o hubiera querido cambiar
de orientación?
JSA
A esta pregunta me sería difícil contestar, por ser
compleja. No la pregunta, sino la respuesta o respuestas a esa pregunta.
Mira, para decirte la verdad, no he releído mucho lo que
escribí. Sí, me acuerdo de ello, e incluso del estilo
o estilos empleados. Aunque también tengo que confesarte,
muy calladitamente, que hasta me he olvidado ya de algunos o de
muchos de mis personajes. De los principales, no, pero de otros
secundarios o terciarios, sí. Pero, para realmente contestar
a tu pregunta, tendría que decirte que no me arrepiento en
lo más mínimo de lo que he escrito, de todo
lo que he escrito, ni de cómo lo escribí. En
aquel momento pensaba así, y así salió. Sería
injusto conmigo mismo si dijera lo contrario. Esto no quiere decir
que si lo volviera a escribir hoy lo escribiera del mismo modo.
No. El "Profe" de aquel tiempo (más joven) no es
el mismo "Profe" de hoy (ya más viejo). La vida
cambia, las ideas cambian, por sufrir los vaivenes y las zarandeamientos
consabidos de la vida. Así que, no cambiaría nada.
Fue algo confesional y mucho de convicción. Para bien o para
mal, me siento orgulloso de lo que fui y soy, de lo que escribí
y de lo que escribo. Como persona, sin embargo, soy yo el mismo
en todo. Así de claro te lo digo.
LC
Entre las dos razones que le motivaron a escribir, ¿cuál
fue la más fuerte, la interna o la externa?
JSA
La interna, con un poco de salsita externa, como ya te expliqué.
LC
Dejando la humildad de lado, ¿quiere que se le recuerde como
escritor? O, dicho de otra manera, ¿le ha contagiado la "fiebre
de la inmortalidad", como les ha pasado a otros escritores?
JSA
Lo que les ha pasado o no a otros escritores me trae sin cuidado.
De veras. Respeto sus motivos. Cada uno tiene derecho a lo suyo,
sobre todo en lo tocante al foro interno. ¿Si quiero que
se me recuerde como escritor, dices? No. Quiero que se me recuerde
como un hombre de bien, un hombre que peleó en esta vida
por una causa que él creía justa, aunque se haya equivocado.
Como escritor, no. Como congénere del ser humano, que utilizó
la escritura para exponer los valores y principios humanísticos
por los que ese escritor peleó, sí. Enfáticamente,
sí. No me puedo sustraer a ese género o especie que
se le llamó "ser humano". La escritura no es una
criatura humana y, en mi opinión, no vale nada si es que
no va dirigida al mejoramiento de ese ser racional y social llamado
hombre. Y creo que, al decir esto, ya estoy contestando a la segunda
parte de tu pregunta, es decir, no me mueve nada esa "fiebre
de inmortalidad" de que hablas, que contagió a tantos.
Te diré, también calladitamente, que la "inmortalidad
literaria" de un escritor, evidentemente después de
muerto, a la que te referirás, no es inmortalidad. Será
"recuerdo" en la mente de los que le sobreviven. Pero
esa clase de inmortalidad, ni alimenta ni satisface a nadie, sobre
todo ya muerto. Por la simple razón de que no se dará
cuenta de que sobrevive él mismo en la mente de los demás.
Creo que esa inmortalidad literaria, si no va unida a otra posible
inmortalidad de otro orden, como nos enseñaron de niños,
se la llevará el viento. Con esto no quiero que pienses que
me estoy contradiciendo con lo que dije antes, o sea, que la única
intención que tengo de que mis obras sobrevivan en una estantería
perdida de cualquier biblioteca, es de que les valgan a algunos
trasnochados bibliotecarios o estudiantes graduados para sus tesis
sobre lo que fue el chicano en el siglo veinte. Pero, como ves,
esto no es lo mismo que "inmortalidad literaria".
LC
Cuando está escribiendo, ¿tiene usted en mente al
lector? Y si así es, ¿a qué clase de lector?
JSA
Te va a parecer muy extraña la respuesta. No, no tengo en
mente a ninguna clase de lector. Si te dijera que el único
lector que tengo presente mientras escribo soy yo mismo, ¿me
lo creerías? Como te había indicado antes, escribo
para verme yo mismo, algo así como un narciso intelectual.
Como un espejo de lo que yo pienso, pues, mientras pienso, no veo
lo que estoy pensando, y, después de pensarlo, se me esfuma,
como se me esfuman los sueños. He tratado repetidas veces
de recordar mis sueños, y no lo logro. Alguna vez, cuando
despierto, me acuerdo del rabito de un sueño, por así
decir, trato de fijarlo en la memoria y, minutos después,
se me fue. Se me fue para no volver más. Así me ocurre
con los pensamientos (no los conceptos, que es otra cosa muy diferente).
Los pensamientos tengo que grabarlos en papel, de otro modo se me
escurren y ya no regresan más, por lo menos conscientemente.
Así que, ¿para quién escribo? Para mí
mismo. Mis libros ya no los distribuyo, a no ser a algún
amigo o a alguna biblioteca, como te indiqué antes.
LC
¿Le preocupa el crítico durante el proceso creativo,
o después de haber escrito, o nunca le preocupa?
JSA
No sabría qué decirte. Algo de eso puede haber, aunque
no mucho. He oído decir que yo escribo con mucha amargura,
que soy muy duro, que es muy triste "mi" realidad novelística.
Esto solamente lo he oído, porque se ha escrito muy poco
sobre lo mío. Y quizás sea cierto. Pero este fue precisamente
mi propósito, el de atacar duramente la opresión y
las injusticias. No creo que haya otra manera. Por lo menos para
mí. ¿Me preocupa esta opinión o juicio sobre
mí o sobre lo que he escrito? Pues, no. Porque no están
diciendo mentiras. Es la verdad. Pero, como no he publicado (todavía)
cosas "lindas", por eso no saben que tengo otro lado muy
apacible, incluso tierno, diría yo. Es que la realidad vital
y socialmente opresiva del chicano/hispano en general es muy dolorosa.
Pero, volviendo a la opinión o juicio de los críticos,
no me preocupan gran cosa. Más, creo que, cuando hacemos
la labor de críticos, muchas veces no le estamos dando al
clavo que tenían en mente los autores. El crítico
tiene otra función. Se ha dicho repetidamente que la función
del crítico es la de analizar y exponer la obra literaria.
Me parece que no es completamente cierta esta expresión.
El crítico analiza, no necesariamente la obra literaria,
sino que emplea métodos que, en la mayor parte de las circunstancias,
no han brotado del texto literario, sino que se han basado en teorías,
muchas veces procedentes de otras ramas del conocimiento. O sea,
el crítico, más bien que crítica, está
haciendo ejercicios intelectuales, que pertenecen a la facultad
de la inteligencia, que no tienen mucho que ver con la literatura,
que, a su vez, pertenece a la facultad inventiva o a la imaginación.
Son dos facultades y dos objetos completamente distintos. Así
que hay que respetar al crítico por su labor específica,
y al escritor por la suya, también específica.
Creo que, como te dije, yo, como escritor de ficción, escribo
para mí mismo. Creo que, como crítico escribo también
para mí mismo. Soy dos "yoes" muy diferentes. De
todos modos, teniendo en cuenta estas distinciones, y para volver
a contestar a tu pregunta, no me preocupa la opinión de los
críticos sobre mi obra, como tampoco debe preocupar a otros
autores mis aproximaciones críticas sobre la obra creativa
de sus obras.
LC
¿Cómo catalogaría usted su obra: como documento,
como objeto de placer, como producto artístico o, simplemente,
como una obra literaria total?
JSA
De "obra literaria total", nada. No creo, ni siquiera
incluyendo a Don Quijote, que haya una obra literaria total.
Tampoco creo que lo que yo escribo pueda realmente considerarse
como "producto artístico". No me creo como talento
artístico en el sentido estricto de la palabra. Quizás
esto sea rebajar un tanto mi talento, o quizás la humildad
(que es la verdad) no me lo deje ver claramente. Pero, sí,
creo que yo escribo por un placer muy recóndito, que no me
lo puedo explicar bien. Es un "placer" como cualquier
otro, el de producir algo, sea bueno o malo, pero algo. En cuanto
a la primera posibilidad que mencionas, es decir, "como documento",
de eso sí estoy seguro. Si para algo va a valer lo que escribo,
como te lo expresé antes, es como "documento".
Eso es lo que he tenido en mente, una literatura documental o "testimonial".
Testimonio de lo que experimenté, de lo que mis sentidos
han visto, oído, tocado y sentido, y de lo que mi intelecto
y facultad emotiva han comprendido y sentido profundamente ante
una realidad vivencial.
LC
Hipotéticamente hablando, ¿escribiría si supiera
usted que no iba a tener un público lector adecuado o apropiado?
JSA
No he puesto mientes en ello, pero, ya que me lo preguntas, tendría
que decir que sí, que, aunque no tuviera ningún público,
me sentiría con la necesidad de grabar en papel lo que he
pensado y sentido. Más, quisiera documentar todo lo que siento,
pienso y veo. Pero sería imposible, pues yo mismo no tuviera
tiempo suficiente para hacer todo eso.
LC
En general, ¿sobre qué temas escribe usted?
JSA
Hasta ahora, sobre temas que podríamos denominar sociales.
De temas que conciernen al hispano o chicano en el suroeste de este
país. Eso en términos globales, aunque, viéndolo
bien, podríamos decir que, sacando la máscara o el
colorido local, pudieran muy bien considerarse temas universales,
como universal es todo ser humano. Como te había dicho antes,
me duele el sufrimiento humano, me duele la explotación injusta
de los míos, me duele, sobre todo, el maltrato que reciben
los niños hispanos indefensos. ¿Qué más
quieres que te diga? Supongo que, para contestar a tu pregunta,
habría que leer lo que he escrito o releerlo, tratándose
de mí mismo como lector de mi propia obra.
LC
¿Hay algún tema sobre el que quisiera escribir y sobre
el que no ha podido escribir?
JSA
Sí, muchos. Quisiera escribir una novela sobre las misiones
del suroeste. Me fascina ese tema. También quisiera escribir
una novela entera sobre el chicano/hispano en la universidad. Me
lo he propuesto varias veces, pero no sé por qué razón
no soy capaz de comenzar. Creo que pronto lo haré. Me gustaría
escribir una colección de cuentos sobre niños y para
niños. Me encantaría escribir una novela histórica
sobre aquellos tiempos del descubrimiento y de la colonización
hispánica del suroeste. Pero no hay tiempo ni energías
para todo, y esto duele.
LC
¿Cree usted que hay temas que le están prohibidos
al escritor chicano o que, por razón de su delicadeza, no
debe escribir?
JSA
No. Si hubiera temas prohibidos, entonces mejor sería no
escribir. El escritor, como cualquier otro artista, debe gozar de
la libertad suma y absoluta, si es que la hubiera. El arte respira
libertad. Se alimenta de la libertad. Debe dejar las alas libres
para volar sin preocuparse de nada. Si es necesario, el arte debe
ser incluso irrespetuoso. El único valor del arte es ser
artístico, no moralista, ni político, ni religioso,
ni nada de eso. Cada rama del conocimiento, cada estilo de vida,
cada generación tiene su marco delimitado y reducido. Las
ciencias del saber, por su propia naturaleza, tienen su terruño
delimitado. Incluso la filosofía, que debe ser la ciencia
de la universalidad, no puede meterse a ser ciencia aplicada, ni
arte. Solamente el arte en sí y como tal no es reductible
a ningún campo. Y esto, por su propia naturaleza. Así
que la pregunta, como tú la haces, implica que el arte está
sujeto a ciertas normas extra artísticas, como las normas
morales. Quiero decir, sin embargo, que la pornografía, hablando
de un ejemplo moral, no es parte del arte. La pornografía,
como tema, pertenece al dominio de la moral, no del arte. La moral
puede enjuiciar "moralmente" el arte, pero entonces ya
no es un juicio "artístico". Y si dijéramos
que una novela es esencialmente pornográfica, quizás
dejara de ser novela y, por tanto, arte. Y lo mismo se puede decir
tocante a otros temas. En fin, el artista, o literato en nuestro
caso, no debe ponerse trabas de ninguna clase, siempre y cuando
haga arte y escriba por razones artísticas.
Espero haber contestado a tu pregunta.
LC
¿Qué temas importantes no ha tocado todavía
la literatura chicana? ¿Por qué no?
JSA
Muchos temas. Me sería imposible enumerarlos. Baste con decir
que, dado el campo ilimitado de la vida humana, que es como un océano
sin horizontes ni fondo, el número de escritores, siendo
limitado, impondrá por necesidad una limitación al
tratamiento de la temática. La desproporción es evidente.
Visto de otra manera, podríamos decir que la potencialidad
del grupo humano llamado chicano, como cualquier otro grupo humano,
sobrepasa la potencialidad del grupo llamado escritores. Por tanto,
la variedad de posibles temas sobre el chicano, es y será
inalcanzable e inagotable.
LC
¿Cree usted que el escritor en general, y el chicano en particular,
es libre de escribir sobre lo que quiera? O, dicho de otro modo,
¿cree usted que el público lector o la sociedad le
impone límites al autor chicano?
JSA
La sociedad o lector no debe ni puede poner límites al escritor
o al artista. El arte no tiene límites. Los "límites",
si es que existen, se los impone el artista o escritor a sí
mismo. Si el escritor se pone límites, deja de ser artista.
Deja de ser artista en el sentido que no desempeña su vocación
de artista. Se priva de su libertad, o, mejor dicho, su arte será
tímido y, por tanto, limitado. Le faltaría aire y
visión. No sería auténtico. Para contestar
simplemente a tu pregunta, yo diría que el artista es libre
para escribir lo que quiera y como quiera, con tal de que sea fiel
y auténtico a su arte, al Arte.
LC
En general, ¿siente usted la necesidad de escribir?
JSA
De una u otra forma, creo que ya te he contestado a esta pregunta.
Pero lo resumiré del siguiente modo. Necesidad perentoria
y apodíctica, de vida o muerte, no. Pero sí hay una
necesidad que, si no se le da la oportunidad de desahogo, el escritor
se impacientará hasta que la obra salga a luz. Yo, personalmente,
siento necesidad, pero no una necesidad imperante. Quizás
por no ser escritor profesional o, mejor dicho, por no ser un artista
por destino de la naturaleza, no siento esa urgencia febril que
dicen que sintieron algunos que, al no producir, rayaron en la locura.
LC
¿Necesita usted una atmósfera o ambiente adecuado
para poder escribir?
JSA
No creo que tenga que haber necesariamente una atmósfera
especial para poder escribir. Eso depende del individuo, de cómo
se sienta cada uno en un momento dado. A mí, personalmente,
me gusta escribir durante la noche, cuando todo está en calma,
cuando no se oye ningún ruido alrededor. Y esto para poder
concentrarme totalmente en lo que estoy haciendo. Pero supongo que
habrá algunos a quienes estos detalles no les perturben.
LC
¿Cuáles fueron los primeros pasos o etapas en la gestación
de su obra? ¿Controla usted esta primera etapa del proceso?
¿Cómo diseña o planea la obra en gestación?
JSA
Esta pregunta se me hace muy interesante por las posibles ramificaciones
a que se presta. Creo que te refieres, en general, al proceso
de creación. Este es un mundo desconocido, incluso para
los autores. Digo "desconocido, incluso para los autores"
o artistas, porque se refiere a un complejo mecanismo, mezcla del
proceso del consciente y del inconsciente. La chispa que origina
todo esto es muy simple en apariencia, pero muy nebulosa. Si fuera
clara, se podría analizar fácilmente la obra de arte.
Porque, queramos o no, la mística artística es eso,
una mística. Un misterio que nos atrae, por ser incomprensible
a la razón. Yo ni sabría decirte cómo comienzo,
ni cómo prosigo lo comenzado. Lo que te puedo decir es que,
en un momento dado, se me ocurre un tema, una situación o
un deseo. Todo el sistema nervioso, espiritual o psíquico
e intelectual comienza a funcionar como un reloj. Te embebes en
el proceso y no tienes tiempo para estudiarte a ti mismo en el momento
que lo estás haciendo. Poco a poco se va desarrollando lo
que estás haciendo y te involucras de tal manera que, en
momentos, parece como si estuvieras en trance. De vez en cuando
te retiras momentáneamente de ese quehacer, pero no completamente.
Durante ese intervalo, "planeas" seguir adelante. Hay
momentos, digamos, de clarividencia. Entonces te pones a pensar
si la cosa lleva o no una estructura. Si crees que no, entonces
tratas de "razonar", de reflexionar sobre dicha estructura.
Quizás puedas corregir o enderezar racionalmente la dirección
que seguías, o emprender otra. Pero el duende te persigue
y no te deja ver con toda claridad racional lo que pretendías
hacer. En fin, para no hacerte largo el cuento, al terminar, lo
relees, lo pules un poco, pero te parece que no hay que hacer mucho.
Lo que te salió, te parece "auténtico" en
ese momento. Si lo corriges mucho, lo transformas. Entonces "ya
no es" aquello que hiciste. Es otra cosa. El dilema, entonces,
es guardar aquello que te salió espontáneamente o
dar al público algo que fue conscientemente y racionalmente
retocado. Uno corre el peligro de dar a luz una criatura espuria
y estéril. Este es un dilema. Yo, por lo general, me limito
a "editar" el trabajo ya engendrado. Releyéndolo
tiempo después me pregunto a veces si fui yo el que escribió
"esa cosa". Es todo, en pocas palabras. Creo, a mi manera,
haber contestado tu pregunta.
LC
Una vez comenzada la obra, ¿controla usted la obra/personajes
o ella/ellos le controlan a usted?
JSA
La respuesta a esta pregunta va implícita en la anterior.
Yo controlo la semilla, el germen. Es decir, se me ocurre un tema,
una situación, una impresión. Me propongo desarrollarlo.
Me siento capacitado para hacerlo. La concentración llega
a tal grado a veces que, sin darte cuenta, la cosa que tienes enfrente
de ti te dicta fundamentalmente qué hacer. Son vasos comunicantes.
El yo y el objeto se hacen uno. a obra me controla controlándola
yo o, a la inversa, controlando yo el objeto sobre el que trabajo
ese objeto mismo me dicta a mí cómo tratarlo. Es como
el fenómeno del amor. No hay amor de "un solo sentido",
como popularmente se dice. Al amar, amas altruísticamente,
sin dejar de hacerlo, por eso mismo, egoísticamente.
LC
¿Cuánto de "pura ficción", cuánto
de "realidad o experiencia personal" y cuánto de
"pueblo" hay en sus obras y en qué proporción?
JSA
Algo de todo. Sería temerario tratar de poner la obra creativa
en términos estadísticos o de porcentajes. Creo que,
en lo que yo escribo, hay una buena dosis de cada uno de estos elementos.
En términos generales, la obra final es el resultado de un
objeto pensado o sentido y de un sujeto pensante o sintiente. El
matrimonio entre los dos hace la obra final. En cuanto a mí,
tengo que confesar que, en toda la narrativa que he escrito, hay
mucho de "ficción", por el simple hecho de que
he dejado volar la imaginación. Pero, todo ese vuelo imaginativo
ha estado sujetado por una camisa de fuerza que fue un hecho "real"
u objeto social humano, visto con mis propios ojos o experimentado
por mí de alguna forma. Creo yo que una creación puramente
ficticia no podría llevarse a cabo sin estar asentada en
un fundamento bien real. La obra artística no puede crearse
en un vacío herméticamente cerrado. Como dije, son
vasos comunicantes. En fin, en mi obra hay mucho de "ficción",
mucho de "realidad" y mucho de "pueblo". Si
quieres preguntarme más tarde por hechos específicos
referentes a alguna obra en particular, te los podré señalar
y, al mismo tiempo, confirmar lo que te estoy diciendo.
LC
Cuando escribe, ¿qué relación ve usted y qué
porcentaje le da a sus obras entre forma artística y contenido
temático?
JSA
Otra vez, sería difícil acuñar estadísticas.
Pero, así, a "ojo pelón", se me ocurre decirte
que mitad de una y, mitad de otro. Este tema fue, es y será
un punto candente en la critica literaria. Tendríamos que
volver a las fuentes clásicas para calmar la temperatura
de la crítica diciendo, simplemente, que no hay forma sin
contenido, ni contenido sin forma. La forma "informa"
el contenido y éste "contiene" la forma. Por mi
parte, dado el propósito que escogí, el de criticar
ásperamente la opresión y las injusticias sociales
sufridas por nuestro pueblo, me pareció que el contenido
era más importante que la forma. Sin embargo, a veces tengo
la impresión que la preferencia por la forma ofuscó
un tanto la fuerza que quería darle al contenido. Siempre
he tenido cuidado con lo de la "forma" y con la estructura
o andamiaje, sobre todo, del cuento. A veces hasta me dio la impresión
de una cerrazón osificada o esqueleto anquilosado. Pero ahí
se lo dejo a los críticos para que, si quieren, se diviertan.
No sabría decirte más, a no ser que me señalaras
algún texto concreto.
LC
¿Cuánto de consciente y cuánto de inconsciente
hay en su obra?
JSA
Creo que la respuesta a esta pregunta tendría que seguir
la misma línea de pensamiento o análisis explicativo
que le di a las dos anteriores. No puede haber obra creativa solamente
trabajada con el consciente, porque entonces sería más
bien un ensayo cerebral que una pieza literaria. Como tampoco puede
haber una obra creativa que proceda simplemente del inconsciente,
porque, entonces, no sería analizable. Los dos extremos se
oponen, no por ser incompatibles, sino porque son incapaces de producir
independientemente una obra de arte. Se suponen, se necesitan y
se nutren mutuamente. Ya para contestar directamente a tu pregunta,
me parece que tendría que decir otra vez que hay una buena
dosis de ambos. El consciente va guiando al inconsciente. Aquel
es la luz plena que ilumina el sendero por donde va pasando el viajero
ciego, que es el inconsciente. Pero el viajero es el que lleva el
cargamento que el guía, aunque ve, no siente. La luz, la
forma, el ropaje pertenecen al dominio del consciente. El contenido,
la sustancia y el calor son dominio del inconsciente. Esta es la
manera de cómo yo veo este asunto, complejo por demás.
LC
Después de terminada la obra, ¿se ve el autor reflejado
en ella? ¿La reconoce como criatura suya o la ve como algo
ajeno a él?
JSA
Una vez terminada la obra, el creador sí se ve reflejado
en ella. Tiene que verse. Sin embargo, y hablo solamente partiendo
de mi experiencia personal, la veo como algo "desprendido",
algo que se me fue y que ya no me pertenece totalmente. Quizás,
y por eso mismo, uno la ve desde "afuera", más
objetivamente. Le parece hasta algo extraña, como algo que
se rehúsa a aceptar como totalmente auténtica. Como
una hija espuria, pródiga, que se va y se va, quizás
para jamás volver a formar parte de uno. Hasta cierto punto,
duele. Duele como si se le arrancara algo al alma. Pero, por otra
parte, se alegra, porque es algo que el autor ha dado de sí
y quiere consciente o inconscientemente compartir con otros. Además,
es otra criatura que se ha dado a luz y que se le ha dejado suelta
para que pueda gozar de su propia vida y libertad.
LC
¿Quisiera añadir algún otro comentario más
sobre su obra, sobre los críticos o sobre el público
lector? ¿Algo que no se haya incluido en esta entrevista?
JSA
Francamente, creo que ya he hablado mucho. Quizás demasiado.
Sí, habría otras muchas cosas más sobre que
disertar, pues el tema es inagotable, pero, si te parece, podríamos
dejarlo para otra ocasión.
LC
Bien, pero, para terminar, ¿pudiera usted enumerar, para
el lector que no tuvo la oportunidad de leer sus obras, algunos
de sus títulos?
JSA
Dejando de lado el quehacer de los trabajos críticos, que
son bastante numerosos y áridos, he escrito Chulifeas
fronteras, que es una colección de cuentos sobre vivencias
que se llevan a cabo precisamente en la "frontera" entre
los Estados Unidos y México. Estas vivencias resultan ser
más "feas" que "chulas". Esta obra fue
publicada por la ya difunta y desaparecida editorial Pajarito, de
Nuevo México. Después le siguió una novela
que lleva por título Crisol. Como el mismo título
indica, el tema principal es el del mentado "melting pot"
estadounidense, que, en realidad, resulta ser todo lo opuesto. Esta
novela también rechazada por una editorial hispana en EE.UU.,
por su dudoso contenido, me la publicó la editorial Fundamentos,
de Madrid. Más tarde apareció otra novela corta con
el título de Los siete hijos de La Llorona. Esta última
apareció en México. Me gustaría añadir
que, a causa de su ataque desvelado a diversas instituciones norteamericanas,
dos editoriales hispanas de este país la rechazaron. Una
diciendo que mi novela no correspondía ni a su "filosofía,
ni a la realidad" y la otra editorial, porque esta novelita
era "melodramática". Pero México se encargó
de publicarla. Por último, tengo un libro de poesías,
intitulado Poemas en mí menor. Este librito
acaba de ver la luz.Y fue publicado por la editorial Alta Pimería,
de Sonora, México. A parte de estos libros, he escrito piezas
cortas aparecidas por aquí y por allá.
LC
¿Pudiera descorrer un poco la cortina y des-velarnos algún
otro título de obras en ciernes?
JSA
Como sabes bien, estos secretos no se comparten con nadie. Sin embargo,
como se trata de ti y, por otra parte, no me considero un escritor
ortodoxo, sino más bien heterodoxo, te revelaré que
sí tengo otras obras "en ciernes", y algunas ya
terminadas. Por ejemplo, ahora mismo tengo un manuscrito en prensa.
Lleva por título Los dos compadres: cuentos breves del
barrio. Otro librito de poesía está a punto de
completarse. No sé con qué título lo bautizaré.
Al mismo tiempo estoy trabajando en otro futuro libro de poesía,
para el cual ya le tengo un nombre. Estoy casi seguro que se titulará
Sueños goyescos. Como ves, no es necesario exponer
al lector de esta entrevista el contenido de cada uno de estas obras,
pues los mismos títulos "re-velan" el secreto.
Lupe
Cárdenas
Profesora de español
Arizona State University West
Phoenix, Arizona, USA
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