El poeta en busca de su agresor
El conocimiento poético se logra por un esfuerzo al que sale a mitad de camino una desconocida presencia y le sale a mitad de camino porque el afán que la busca jamás se encontró en soledad, en esa soledad angustiada que tiene quien ambiciosamente se separó de la realidad.Por el conocimiento poético el hombre no se separa jamás del universo y conservando intacta su intimidad, participa en todo, es miembro del universo, de la naturaleza y de lo humano y aun de lo que hay entre lo humano y más allá de él.
María Zambrano
El acto de escritura del poeta, no obstante solitario, quiere ser un hecho significativamente social. El encuentro consigo mismo que publica el poema promueve la misma búsqueda inédita en los lectores, remueve la superficie estéril del terreno mental, resquebraja ciertas impermeables membranas espirituales y descubre los fósiles de la libertad amputada por los deberes del sobrevivir. Mediante la autonomía dependiente ejercida por el poeta en su acto, su mirar es un desprendimiento del ojo que franquea oblicuamente la paradoja: lo inapresable descansa y lo inaprehensible concede aristas al tacto del entendimiento, aunque suene más halagador postular que, por un momento, las dimensiones de lo humano se expanden y rozan un estadio inmediato superior.
Esta desorganización creativa instalada en el lenguaje resucitado por el poema y también en la mirada incapaz de evitar la potestad hipnótica de tales signos reordenados en la página, originará las más dispares respuestas de los espectadores no iniciados. La profunda y constante dinámica revolucionaria de la poesía, su aparente capricho, sus parámetros del todo imprecisos para el lector desaprensivo no pueden menos que sumarle resistencias, desprecio u hostilidad. Así como la materia poética precisa de un continente ontológico de cierta densidad y relieve para concretarse en el ser que la traducirá en poemas, éstos sólo pueden hallar eco favorable en quienes hayan adquirido – o estén dispuestos a adquirir- una especie de disposición acústica sensible a nuevas resonancias emocionales (porque no hay lógicas infalibles de la poesía, ni manuales de instrucción, ni diccionarios que definan de una vez y para siempre sus símbolos).
El poeta querrá ser agredido únicamente (*) por los temerosos que no encuentren otro modo mejor de reaccionar en defensa propia ante los temblores que la explosión imaginaria del poema les cause o por los poderosos que conciban como amenazante toda realidad que escape a su potestad. No es descabellado afirmar que todo poema es una provocación o no es, en la medida en que no se aviene a ser una mera ilustración de la realidad aparente o el reflejo domesticado del alma del lector. Si éste encuentra en el poema lo que ha venido a buscar, es que el poema no era tal. Similar extrañamiento al sentido por el poeta cuando se halla ante la materia del instante poético que motoriza su escritura es el que sentirá el lector ante el poema, si éste ha querido ser de veras original.
Piedra de toque del ser, la llama poética templa la convicción del íntegro o derrite los pies de barro del personaje. Fiel de la balanza ética, la desnudez poética enardece la moralina huera del escándalo o vaticina el hallazgo de una verdad probable. (no iniciados-Poesía buenos aires)(*)
Marcos Vieytes
Escritor
Argentina
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