Premio
Punto de
Excelencia

 

¿Cómo se cierra este círculo?

Freya Hödar Nistal


     

     Distintas, y así lo espero, serán las generaciones que hoy estamos formando.

     Al nacer mujer, se me hizo entender, como una de mis obligaciones, la atención del género masculino, del que un día sería mi pareja, mi marido, mi compañero y mi amigo, en mi destino.

     Pequeñas rebeldías acompañaron esa educación. No quise entender ni aceptar, que el destino de una mujer, habría de ser, la de atender desde el placer al limpiado, al hombre que la vida habría de compartir a mi lado.

Jamás !!!......, lo repetí tantas veces.
Igualdad de condición ...... o nada.

     Y empujada por el avanzado pensar de mi madre, me sentía apoyada y valiente ante cualquier sugerencia similar, discutiendo vivamente los derechos, que como mujer sentía debíamos tener.

     Pero empecé a recibir golpes fuertes al vivir y observar la dura realidad en la que vivimos. Como ejemplos simples, pero muy simples, pues no he querido ahondar más, para no irme por las ramas, ya que el tema es extenso y es difícil abarcar causas y causales de todo lo que el abuso implica, porque se tiene uno que detener en caracteres, situaciones que rodean el abuso, crianza, conceptos, estados de dependencia económica y emocional y tantísimas otras circunstancias que son origen y causa de estas situaciones.

     Aunque nunca me he sentido maltratada, si me dejé abusar, pero léase claramente, "ME DEJÉ" , y sin darme cuenta y con mi consentimiento viví la muerte de mi rebeldía, y de mi luchar por la igualdad de la mujer.

     Aquí, van algunas vivencias personales como ejemplos simples del cotidiano vivir, de un ser de clase media, que se desarrolló como una común y corriente mujer, de educación completa, de instinto y sentimientos nobles y de una era en la que vivió el deseo de la libertad como propia, pero también recubierta de la masculinidad envolvente, en el sentido de ser protegida por el sexo mas fuerte y, que, a la larga, quiebra el ferviente deseo de la libertad, entendida o mal llevada, por uno misma.

     — Cuando quise aprender a conducir un auto, tuve un instructor hombre, que siempre hizo mofa de lo que significaba una mujer al volante de un auto. No le di importancia, para que disuadirlo de esa idea, si ese tipo no me importaba en nada, y callé, sólo quería aprender a conducir un auto. Pero nunca se me olvido lo me dijo, y siempre que un error cometo al conducir, maldición, se me viene a la mente, su cara mofándose de la mujer en el control de un auto. Ahí hay una huella imperceptible, pero huella al fin.

     — Cuando comencé a trabajar, jamás mi salario fue igualado a la par de un hombre realizando el mismo trabajo. Peor aún, en mis intentos de lograrlo, muchas veces recibí proposiciones deshonestas a cambio de algo. ¿Y que hice? Simplemente me alejaba, buscaba donde irme, otro trabajo, otro comenzar dejando atrás desagradables experiencias. Era más fácil que dar la lucha, porque sabía que jamás tendría el apoyo de nadie.

     —Más duro fue darme cuenta y ver que mujeres a mi alrededor abrían sus ojos ante mis intentos de exigir y como respuesta recibía un "no, recuerda que eres mujer". No esperes que te apoyemos, tenemos mucho que perder. Era el miedo el que manejaba la situación a favor del sexo opuesto esta vez.

     — Pasaron por delante de mis ojos muchas situaciones en que, la mujer, soportó violencia, mal trato verbal y psicológico y también a escondidas descubrí mal trato físico, en algunas compañeras de trabajo.

     — Pocas veces reconocían esta verdad. Da vergüenza decir que estás expuesta a estas situaciones. A veces, es temor causado por dependencia económica, otras, agacharon la cabeza por vergüenza a la familia, a los hijos, al círculo social que las amparaba.

Muchas otras, que ni siquiera ayuda aceptaban porque jamás reconocieron la gravedad de la situación en que vivían.

     Pero la vida nos cambia. Y como...

     Una vez casada yo, y con una hija, salí fuera del país siguiendo a mi marido en su trabajo. Abandoné el mío, y corrí a su lado, me entregué a su destino. Y lo hice feliz, no puedo culparlo de nada, lo hice a conciencia y feliz.

     Yo, que enarbolé un "JAMÁS SERÉ UNA ESCLAVA", me vi un día, siendo mujer de mi marido, madre de mis hijos, empleada a horario completo, cocinera, lavandera, aseadora, niñera, jardinera, planchadora, etc.etc.etc. No tenía horario, trabajar sin descanso, sin vacaciones, sin salario, y sin darme cuenta como todo se había transformado en lo que yo renegué con tanto ahínco.

     A mis hijos los he criado con ese "JAMÁS", por mi tantas veces repetido y ojalá esta vez si haya resultados.

     ¿Por qué caemos en lo mismo? ¿Por qué nos dejamos aplastar y cedemos siempre en beneficio del género masculino?

     ¿Es la maternidad la que por instinto nos hace ceder y anular nuestros derechos?

     ¿Cómo se cierra este círculo?

     La respuesta es larga, compleja y difícil de dar, y a la vez simple. Todo depende según la idiosincrasia de quien la pregunte o quien dé la respuesta a tan increíble circunstancia que rodea a la mujer.

     Pero para entender porque nos dejamos abusar, porque nos rendimos al luchar por la igualdad, porque escondemos el maltrato y la fuerza bruta que se usa en nuestra contra a veces....., sólo me viene una respuesta lógica entre muchas de las que se pueden dar: " Mujeres, eduquemos a nuestros hijos de otra forma que la nuestra".

     En la educación y la conciencia de la igualdad, debería poderse desarraigar este daño y este mal que aqueja a la sociedad entera, y que muchas de las veces proviene de nosotras mismas, de la educación que entregamos a los hijos, de nuestro ejemplo en la vida.

     Sólo me resta desear con todas mis fuerzas esto....., ojalá, las generaciones después de las mías, después de las nuestras, sean distintas y hayan sabido educar de diferente forma a los hijos, para entregar a nuestra sociedad, el cambio de mentalidad, que para empezar, se necesita. Y de ese cambio, y de cooperar..... y ..... tanto mas se podría escribir al respecto. Ahora lo importante sería comenzar avanzar educando a conciencia la igualdad entre los géneros. Somos todos seres humanos, partamos de esa base.....

Pueden contactar con la autora mediante e-mail:

Freya Hödar Nistal

Viña del Mar

Chile.


© Freya Hödar Nistal 2004

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