DELGADINA
[
Versión en Gallego ]
El rey de Castilla tres hijas tenía,
como los claveles cuando van a abrir,
dos eran muy rubias y una morenita,
y a ésta, por esbelta y ser muy bonita,
todos Delgadina diéronle en decir.
Muy grandes tormentos causó su belleza
al rey, que por ella moría de amor.
Fija la llevaba en sus pensamientos,
como en sus tesoros el avaro tiene
de noche y de día puesto el corazón.
En fresca fontana, rodeada de flores,
de aquellas pasiones el velo corrió;
dijo Delgadina: Yo no quiero amores
con el rey, mi padre; darle mis caricias,
la Virgen no vea ni permita Dios.
Con recias cadenas que los pies le llagan,
en una alta torre el rey la encerró.
Allí golondrinas y vencejos vuelan,
comida muy poca, agua no le llevan,
y nadie del mundo de ella se apiadó.
Por la sed quemada su alma y dolida,
desde una ventana pudo divisar
que estaba en palacio su madre querida,
con otras amigas, muy entretenida,
unos ricos paños juntas en bordar.
¡Por Cristo les pido, por la Virgen
santa,
que unas gotas de agua me den de beber,
de aquella fontana en donde aves cantan,
llorando les dijo pues mi sed es tanta
que, si no me ayudan, pronto moriré.
Cállate maldita, mujer descastada,
hija la más falsa que madre parió,
pues hace cuatro años que estoy mal casada,
respondió su madre porque a la callada
con tu padre andabas en tratos de amor.
Así como piedra tirada en el río,
al ir para el fondo se la ve oscilar,
también Delgadina sus manos ponía
a un lado y a otro; sin ruido caía,
y casi sin fuerzas para sollozar.
Luego, más sedienta, desde otra ventana,
miró a sus hermanas con unos donceles,
en juegos de tablas, olvidados de ella,
y les demandó agua por la Virgen bella,
por Jesús Infante y los Santos Reyes.
Calla, replicaron, no eres trigo limpio;
si el rey te encadena por algo ha de ser...
Con el alma herida y como alelada,
resuena su voz, doliente y lejana:
¡Padre de mi alma, déme de beber!
Si es que me prometes darme tus amores,
y dormir conmigo en mi camarín,
te tendré más linda que la linda rosa
que cría a sus pechos la mañana hermosa,
joya de mis joyas serás para mi.
Con llanto en los ojos, respondió:
Acepto.
Que Dios me perdone lo que voy a hacer.
Puesta en un camino de estrecha amargura,
mi espíritu siento que se va del pecho.
Con todas mis penas no voy a poder...
Rey, mozos y pajes, de prisa corrían
con jarros de oro a darle de beber,
pero Delgadina, ya desfallecida,
su alma en las manos de Dios la ponía
cerrados los ojos, para el cielo ver.
..............
Cuando el pueblo supo todos estos hechos,
diáconos y clero fuéronle a rezar,
mujeres pusiéronle encima del pecho,
ramos de unas flores dichas pensamientos,
símbolo y espejo del triste pesar.
Y el rey, de rodillas, cayó con gran
llanto
y en unas ermitas se fue a recoger,
a penitencíarse de aquellos pecados,
a que le llevaron los malignos hados
de amar a su hija como a una mujer.