Corazón
Delator
Antonio
Casas
Corazón Delator
Esa ultima noche parecía especialmente larga, lento discurrir
en el tiempo, lento arrastrar del silencio dormido, el mutis del
alma inconsciente, tras haber disfrutado de un ultimo sacrificio
vital; las calles parecían extrañas, no sentía
nada, ni el sonido disonante de las criaturas convocadas, ni aun
de aquellas que me seguían pidiendo lastimeramente los despojos
del festín que noche a noche mitigaban el ansia de icor prohibido,
de vida mutilada por su destino, del dolor acumulado siglos tras
siglos en esta cárcel infinita que me ata a ti y a tus deseos,
si a tu luz, tu oscuridad, tu hambre, tu fugaz pasión, en
fin a todo en algo que creo es mi vida o tal vez solo el rastro
de una existencia en la noche olvidada; Temblaban mis manos aferrando
el ultimo trozo sangriento que te llevaba, me lo pediste para complacer
el ansia de tus sentidos perdidos de si, casi me dolía el
alma, pues mi hambre eterna clamaba por devorar ese vestigio que
llevaba en las manos, teñía mis miembros con la marca
infamante de tus deseos, y la tibieza de un corazón que aun
latía débilmente en mis dedos; Su fuerza se debilitaba
poco a poco con ese agónico palpitar de corazón arrancado,
delirando cuando aun gritaba tu nombre sin saber que me habías
enviado para cortar el hilo del pecado.
Recordé como llegue hasta allí, ese día de
otoño que despertaste mis deseos eternos de dolor, cuando
me enseñaste a sufrir sin poder controlar el tiempo de aquel
sentimiento voraz; Aquel día que comprendí que solo
realizando tu voluntad, recuperaría la señal que me
quitaste cuando nací a la noche fugaz y supe que no saldría
de la vorágine que acababa de expulsarme con el dolor mas
dulce de mi eterno renacer, sin luz y sin amor.
El corazón pugnaba por escapar de mis manos, por llegar
hasta ti rápidamente y unirse en tu cuerpo con aquel sentimiento
creado en una tarde maldita para siempre señalada como la
tarde de tus pasiones perdidas; Ahora latía cada vez mas
fuerte ya se sentía en la calle el sonido de sus palpitaciones
ansiosas y extrañas, no pude mas que tratar de esconderlo
entre mis ropas, pero al punto se revolvió expulsando su
ultimo chorro de sangre hacia la calle delatando totalmente su presencia
hacia mi , hacia el viento, hacia la noche; Entonces no pude mas,
no pude soportar la agonía de mis deseos, arroje la víscera
maldita hacia la cuneta, para así dejar de sentir aquel terror
que inspiraba la diabólica presencia de tus deseos, pero
aun así empezó a latir mas fuerte, casi tanto como
cuando vi a su portador original por vez primera y este me dijo
que sabia a que venia y que no importaba nada, solo el despertar
de la mañana en las manos de la persona elegida.
Tuve que cogerlo de nuevo, no
miento, quise cogerlo de nuevo
pero el corazón sanguinolento resbalo de mis manos temblorosas,
casi sentía su lucha con mis dedos y no pude cogerlo, diriase
que la vida retornaba por instantes a el y entonces sentía
la presencia del amanecer ultimo en el cuerpo perdido, solo el saber
que eso no era posible, que tu me habías prometido la recompensa
apaciguo mis temores, y entonces te vi, estabas buscándome
y reclamando mi demora, te vi acercándote en la oscuridad,
con esa presencia fosforescente que tienes en los ojos, como cuando
me descubres escondido en el sótano, terminando mi festín
nocturno; Te acercaste y viste el corazón exánime,
tu mirada de nuevo me envolvió y sentí que dirigías
hacia mi el reproche de la demora y el agradecimiento del amor,
lo tomaste casi con delicadeza abriste mi pecho con tus garras y
me pusiste aquel corazón delator que deseabas tener a tu
lado para siempre. Entonces comencé a sentir aquel amor olvidado,
por fin mi cuerpo prestado tenía corazón y te agradecí
con una mirada, una mirada que pronto, lo sabía pues tú
me lo habías prometido tendría por fin ojos para verte.
Jull Antonio
Casas.
Peru (Arequipa)
Copyright ©2003 Jull Antonio Casas.
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