Premio
Punto de
Excelencia

 

El libro del mes:

Un mensaje en el móvil

Antonio José Quesada Sánchez


    UN MENSAJE EN EL MÓVIL (Argumento)

     «Un mensaje en el móvil» es la historia de Rocío, una funcionaria de la Universidad de Málaga, que recibe, por error, un mensaje en su teléfono móvil. Ese alguien le escribe pensando que es la auténtica destinataria, para tener una cita con ella. Ella considera divertido seguir el juego y conocer a ese potencial galán que entra en su vida de esta forma tan especial.

     Esta trama no es, en el fondo, más que una excusa para penetrar en la vida y pensamiento de una mujer treintañera y plasmar cómo se desarrollan en nuestro tiempo las relaciones personales y sociales. Como no podía ser de otra forma, se entrecruzan temas fundamentales de historia, política, religión, literatura y todo eso que hace importante o maravillosa esa sucesión de banalidades que es la vida. En el fondo queda cierto regusto amargo, puede que la vida sea eso que pudo ser y no fue.


RETAZOS DE «UN MENSAJE EN EL MÓVIL»

* Todo comienza así. Con un mensaje en el móvil...

Un mensaje en el móvil
     El mensaje en cuestión decía lo siguiente:

«Hola, niña. Por fin conseguí tu teléfono y puedo ponerme en contacto contigo. Es la primera vez que volveré a Málaga y lo primero que hago es escribirte, comprobarás que soy todo un caballero. ¿Qué te parece si nos vemos mañana por la noche? Escríbeme y lo confirmamos. Un beso. Ernesto».


* Ambiente de la Facultad de Derecho un viernes a las tres de la tarde.

     Las tres en punto. Funcionarios de todo tipo van acercándose a la Conserjería de la facultad para fichar y empezar el fin de semana. Mientras, la facultad está tomada por alumnos preocupados por la práctica de Derecho Internacional Público, práctica que acaban de tener o tendrán en unos minutos. Otros piensan ya en la fiesta o el botellón del fin de semana o en el escote de la que está sentada a su lado en biblioteca (y cuyos libros son de psicología social, curiosamente). Pero todavía son minoría, por desgracia. Eso vendrá dentro de hora y media, aproximadamente.

* La protagonista reflexiona sobre las relaciones personales

     Siempre me han fastidiado mucho esas personas que comienzan a salir con alguien, o incluso se casan con alguien, como quien aprueba una oposición: hizo un trabajo duro (en este caso de conquista), logró pasar el examen (dio el sí, delante de un cura, de un juez o como mera pareja), y ahora ya... toca tomar posesión de la plaza y a disfrutar de las tardes libres, que ya ha trabajado todo lo que tenía que trabajar en la vida. Ya no será un solterón o una solterona, las vecinas estarán tranquilas, la madre también (hasta cierto punto, pues luego criticará a la pareja de su hijo, eso es inevitable: el hijo SIEMPRE merecerá algo mejor, ya que le educó para príncipe), y él vive un sucedáneo de amor que tranquilizará las conciencias de su entorno, entre ellos la suya, y evitará que cuando le vean pasar por la calle digan «fíjate, será muy listo, o guapo o lo que el demonio quiera que sea, pero no fue capaz de encontrar una novia». Ahora podrá ya dedicarse a acumular grasa en cuello, brazos y cintura y a ir muriendo cada día un poquito. Con total tranquilidad, pues ya cumplió.

     No: el amor no es una conquista, sino una reconquista. Importante tener esto claro para no morir de aburrimiento vital.

* La protagonista se pregunta qué habrá sido de su primer novio

     Tanta filosofía política me acabó quemando. Cortamos al poco tiempo. No sé dónde andará ahora: a lo mejor está de concejal comunista o socialdemócrata en algún ayuntamiento. Puede que haya convertido los montes de Málaga en su sierra del Escambray (o la Sierra de las Nieves en Sierra Maestra, cualquiera sabe). O puede que luzca barba, coleta y escriba poemas que nadie publica. A lo mejor, incluso, ha descubierto su auténtica sexualidad y se ha amancebado con un poeta beat (siempre me dijo que, si de él dependiera, sería homosexual). Siempre fue como un Jesucristo ateo, dispuesto a ser clavado en todas las cruces que la sociedad bienpensante fija para acabar con los diferentes. Las canas de su barba se las debe a purgar él todos los pecados del mundo, me consta. A cargar sobre sus espaldas todos los males del mundo e intentar arreglar la humanidad él solo con la ayuda de unos cuantos principios desfasados e irrealizables. Inocente: parece mentira que, con lo que leía, no se diera cuenta de que el hombre no tiene arreglo. Un pedante diría que «el hombre es una pasión inútil», y es cierto. Pero esto nunca lo leyó en los libros...

     Ernesto nunca fue malo. Le recuerdo con cariño, con el cariño que se siente hacia todo desgraciado que se mueve por ideas y no por obtener beneficios materiales y situarse en la vida.

* De compras...

     Ir al supermercado es una forma como otra cualquiera de no pensar en nada. O de pensar andando y mirando cosas, también es cierto. Con el carrito a cuestas, además. Siempre utilizo, para el carro, la monedita que me regaló el de la Caja de Ahorros (para una vez que éstos dan algo, mejor aprovecharlo...). Y a mirar, como Dios manda: una falda, un bote de café, el «ABC» homenajeando a los Reyes con cualquier motivo, «La Razón» con algún guardia civil glorioso en portada, otro trabajo interesante de Manuel Rivas (qué me gusta este chico...), una rubia de bote que dice en una revista que es sólo buena amiga de no se qué chulo, una lavadora que lava más rápidamente y con mayor comodidad... Todas esas cosas que se pueden ver en un supermercado un sábado por la mañana.

(...)

     Patatas fritas, también vienen bien para la casa. Nunca están de más. Y el yogurt de fresa tampoco está de más. Casi cuesta trabajo encontrarlo: entre tanto yogurt con trozos de melocotón, con bífidus activos, con cero calorías, griego, griego especial, crema de algo con trozos de frambuesa, frutas tropicales y demás natillas postmodernas, no hay quien sea capaz de encontrar un sencillo yogurt de fresa. Demasiado simplón, según se puede comprobar. Si el desgraciado no lleva dentro trozos de algo, aunque sea de metralla, no tendrá cartel anunciador y para encontrarlo habrá que moverse como si perteneciéramos a la Secreta Secta de los Comedores de Yogures Tradicionales. De esos sin Bífidus, ni activos ni pasivos, ni trozos de cosas dentro.

* La protagonista charla con su madre, que desea un novio para ella, como era de esperar

     — Ah, pero... ¿sales con hombres? Hija, ¿no crees que ya es hora de ir sentando la cabeza y encontrar un hombre bueno con el que casarte cuando llegue el momento? —¡ya dijo las palabras mágicas!.

     — Mamá por favor... —ufff, la que me viene encima ahora: ahora viene lo del novio formal, ya verás. «Tener un novio formal está muy bien, porque sales con él y no vas por ahí sin saber lo que te encontrarás».

     — Hija, tener un novio formal está muy bien, porque sales con él y no vas por ahí sin saber lo que te encontrarás...

     — Sí, mamá, ya lo sé — ¿no lo decía yo? Palabras textuales... —Pero no es tan fácil encontrar a un buen hombre, mamá.

     — Sí, eso es cierto, está la vida tan mala ahora. La gente no piensa más que en acostarse, y luego si te he visto no me acuerdo... No aguantan nada, además.

     — Mamá, por favor...

     — Está bien, pero llevo razón.

     — Bueno, mamá, se me va a hacer tarde. Por favor, te llamo mañana, ¿vale?

     — Bueno, hija, que te lo pases bien —va con retintín: realmente me está diciendo «hija, pesca un marido ya, que ya es hora, se te va a pasar el arroz» —Llámame mañana sin falta, ¿eh?.

     — Sí, mamá, un beso.

     — Un beso.

     No tiene arreglo. Decididamente, mi madre no tiene arreglo.

* La protagonista pone en su sitio a un británico que quería hacerse el interesante con ella, sin saber de su sobredosis político-sentimental

     Pensaba que le iba a pedir más datos y así tendría ocasión de lucirse hablando de temas serios, pero le contesté tajantemente «oye, guapo, tuve un novio que me metió en el coco todas las causas nobles habidas y por haber, entre ellas la causa irlandesa (se le llenaba la boca...), así que de Michael Collins, IRA, Gerry Adams, Derry y demás mitos irlandeses ni palabra, ¿vale? Y pon otra cerveza negra, por favor, que tengo la boca seca». Se quedó intimidado: «ni palabra», me contestó. Dio media vuelta y buscó mi cerveza. La verdad, nunca había tenido que sacar tanta artillería para intentar llevarse a la cama a una tía, y que una mujer le cantara las cuarenta en cuestiones histórico-políticas de su propio país le pilló desenfocado.

Portadas de obras del autor:

 Destellos de una existencia por Antonio José Quesada Sánchez

Poemario

Destellos de una existencia.

Ediciones Vitruvio.

 Un mensaje en el móvil por Antonio José Quesada Sánchez

Novela

Un mensaje en el móvil.

Monosabio narrativa.

Antonio José Quesada Sánchez

Málaga (España)

Copyright ©2003 Antonio José Quesada Sánchez.


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