Premio
Punto de
Excelencia

 

Nº 2. Abril 2004/Revista Electrónica Cuatrimestral.

Mariana Pineda. 1925

Romance popular en tres estampas

II-VII

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Escena VII

Entran tres caballeros con amplias capas grises; uno de ellos lleva patillas, Mariana y don Pedro los reciben amablemente. Los caballeros dan la mano a Mariana y a don Pedro.

Mariana: (Dando la mano al conspirador 1.)
¡Ay, qué manos tan frías!

Conspirador 1: (Franco.)
¡Hace un frío
que corta! Y me he olvidado de los guantes;
pero aquí se está bien.

Mariana:
¡Llueve de veras!

Conspirador 3: (Decidido.)
¡El Zacatín estaba intransitable.
(Se quitan las capas, que sacuden de lluvia.)

Conspirador 2: (Melancólico.)
La lluvia, como un sauce de cristal,
sobre las casas de Granada cae.

Conspirador 3:
Y el Darro viene lleno de agua turbia.

Mariana:
¿Les vieron?

Conspirador 2: (Melancólico. Habla poco y pausadamente.)
¡No! Vinimos separados
hasta la entrada de esta oscura calle.

Conspirador 1:
¿Habrá noticias para decidir?

Pedro:
Llegaran esta noche, Dios mediante.

Mariana:
Hablen bajo.

Conspirador 1: (Sonriendo.)
¿Por qué, doña Mariana?
Toda la gente duerme en este instante.

Pedro:
Creo que estamos seguros.

Conspirador 3:
No lo afirmes;
Pedrosa no ha cesado de espiarme,
y aunque yo lo despisto sagazmente,
continúa en acecho, y algo sabe,
(Unos se sientan y otros quedan de pie, componiendo una bella estampa.)

Mariana:
Ayer estuvo aquí.
(Los caballeros hacen un gesto de extrañeza.)
¡Como es mi amigo
no quise, porque no debía, negarme!
Hizo un elogio de nuestra ciudad;
pero mientras hablaba, tan amable,
me miraba..., no sé..., ¡como sabiendo!,
(Subrayando.)
de una manera penetrante.
En una sorda lucha con mis ojos
estuvo aquí toda la tarde,
y Pedrosa es capaz... ¡de lo que sea!

Pedro:
No es posible que pueda figurarse...

Mariana:
Yo no estoy muy tranquila, y os lo digo
para que andemos con cautela grande.
De noche, cuando cierro las ventanas,
imagino que empuja los cristales.

Pedro: (Mirando el reloj.)
Ya son las once y diez. El emisario
debe estar ya muy cerca de esta calle.

Conspirador 3: (Mirando el reloj.)
Poco debe tardar.

Conspirador 1:
¡Dios lo permita!
¡Que me parece un siglo cada instante!
(Entra Clavela con una bandeja de altas copas de cristal tallado y un frasco lleno de vino rojo, que deja sobre un velador. Mariana habla con ella.)

Pedro:
Estarán sobre aviso los amigos.

Conspirador 1:
Enterados están. No falta nadie.
Todo depende de lo que nos digan
esta noche.

Pedro:
La situación es grave,
pero excelente si la aprovecharnos.
(Sale Clavela, y Mariana corre la cortina.)
Hay que estudiar hasta el menor detalle,
porque el pueblo responde, sin dudar,
Andalucía tiene todo el aire
lleno de Libertad. Esta palabra
perfuma el corazón de sus ciudades,
desde las viejas torres amarillas
hasta los troncos de los olivares.
Esa costa de Málaga está llena
de gente decidida a levantarse:
pescadores del Palo, marineros
y caballeros principales.
Nos siguen pueblos como Nerja, Vélez,
que aguardan las noticias, anhelantes.
Hombres de acantilado y mar abierto,
y, por lo tanto, libres como nadie.
Algeciras acecha la ocasión,
y en Granada, señores de linaje
como vosotros exponen su vida
de una manera emocionante.
¡Ay, qué impaciencia tengo!

Conspirador 3:
Como todos
los verdaderamente liberales.

Mariana: (Tímida.)
Pero ¿habrá quien os siga?

Pedro: (Convencido.)
Todo el mundo.

Mariana:
¿A pesar de este miedo?

Pedro: (Seco.)
Sí.

Mariana:
No hay nadie
que vaya a la Alameda del Salón
tranquilamente a pasearse,
y el café de la Estrella está desierto.

Pedro: (Entusiasta.)
¡Mariana, la bandera que bordaste
será acatada por el rey Fernando,
mal que le pese a Calomarde!

Conspirador 3:
Cuando ya no le quede otro recurso,
se rendirá a las huestes liberales,
que aunque se finja desvalido y solo,
no cabe duda que él hace y deshace.

Mariana:
¿No es Fernando un juguete de los suyos?

Conspirador 3:
¿No tarda mucho?

Pedro: (Inquieto.)
Yo no sé decirte.

Conspirador 3:
¿Si lo habrán detenido?

Conspirador 1:
No es probable,
Obscuridad y lluvia le protegen,
y él está siempre vigilante.

Mariana:
Ahora llega.

Pedro:
Y al fin sabremos algo.
(Se levantan y se dirigen a la puerta.)

Conspirador 3:
Bien venido, si buenas cartas trae.

Mariana: (Apasionada, a Pedro.)
Pedro, mira por mí. Sé muy prudente,
que me falta muy poco para ahogarme.

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