LIBERTAD Y ENCIERRO

Tieso palo y amarrado a sus bordes
Una malla dura de grueso acero
Separaba los cuerpos de la libertad
Al encierro....

Lúgubres torres de tortura.....
Donde los cuerpos doblados del dolor
Y el desconsuelo....
Sólo la muerte ansiaban
Para no existir , para no volver a ver
Que agonía presente
Gozaba su tortura.

Ojos vendados impedían
Ver el rostro atacante
Y sólo recordarían
Hasta en las míseras horas del vago sueño
Mediados por la bruta inconsciencia
Y el agotamiento del cuerpo.

¡Otra vez quieren que hable!
¿ Qué digo, como sigo en este duelo?
Ya voz no tenían, llagas en la boca
Y en el cuerpo, no les dejaban pensar
Ni siquiera en lo que no sabían.

Amarrados a camas sólo de hierro
Entregaban el cuerpo a la electricidad
Se mofaban de ese dolor...
Gozaban de los desmayos del cuerpo...
Golpeaban los silencios ...
Y violaban el honor del ser.

Esa fue la escuela de la brutalidad...
Ese fue uno de los templos del castigo...
Por pensar en la igualdad...
Por luchar por esa verdad.

Una a una las uñas de los pies
Fueron arrancadas en el sabor brutal
De la maldad...
Del ser ya no quedaba nada...
No servía más que para desaparecer.

¿Quién dejó que un rincón
medio ciego, medio envenenado
respirara por las heridas sangrantes
Y la vida rescatara de ese dolor?

Así tarde, mucho más tarde....
Esa malla agarrada a un tieso palo,
Abrió las puertas de ese inconsciente existir
Y dejó ver sin venda en los ojos
A los que rescataron en el abrazo
Del querer, ese cuerpo que dejaron vivir y luego ser.

La mente y el intelecto se negó
De por vida a relatar los hechos
Nunca más habló de lo sucedido
Nunca más recordó despierta lo vivido....
Sólo en sueños y hasta hoy
La transpiración baña el horror
Del recuerdo que en soledad
Llega para hacer saber
Que se vive y que se puede amar

Freya