Capítulo II
Luego hicieron a 1os animales pequeños del monte, los guardianes
de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados,
los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles
[víboras], guardianes de los bejucos.
Y dijeron los Progenitores: ¿Sólo silencio
e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos?
Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde.
Asi dijeron cuando meditaron y hablaron en seguida. Al punto fueron
creados los venados y las aves. En seguida les repartieron sus moradas
a los venados y a las aves.
Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos
y en los barrancos. Aquí estarás entre la maleza,
entre las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro
pies andaréis y os sostendréis . Y así
como se dijo, se hizo.
Luego designaron también su morada a los pájaros
pequeños y a las aves mayores:
Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles
y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí
os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las
ramas de los árboles y de los bejucos . Así
les fue dicho a los venados y a los pájaros para que hicieran
lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y sus
nidos.
De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los
animales de la tierra. Y estando terminada la creación de
todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos
y pájaros por el Creador y el Formador y los Progenitores:
Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según
vuestra especie, según la variedad de cada uno . Así
les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres
y serpientes.
Decid, pues, vuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra
madre, vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Calculhá,
Raxa-Calculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón
de la Tierra, el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad,
invocadnos, adoradnos! les dijeron.
Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo
chillaban, cacareaban y gramaban; no se manifestó la forma
de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.
Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran,
se dijeron entre sí : No ha sido posible que ellos
digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores.
Esto no está bien , dijeron entre sí los Progenitores.
Entonces se les dijo : Seréis cambiados porque no
se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer :
vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros
nidos los tendréis, serán los barrancos y los bosques,
porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis.
Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros [seres] que
sean obedientes. Vosotros aceptad vuestro destino: vuestras carnes
serán trituradas. Así será. Esta será
vuestra suerte. Así dijeron cuando hicieron saber su
voluntad a los animales pequenos y grandes que hay sobre la faz
de la tierra.
Luego quisieron probar suerte nuevamente; quisieron hacer otra
tentativa y quisieron probar de nuevo a que los adoraran.
Pero no pudieron entender su lenguaje entre ellos mismos, nada
pudieron conseguir y nada pudieron hacer. Por esta razón
fueron inmoladas sus carnes y fueron condenados a ser comidos y
matados los animales que existen sobre la faz de la tierra.
Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y
formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores.
¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la
aurora; hagamos al que nos sustentará y alimentará!
¿Cómo haremos para ser invocados, para ser recordados
sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras
primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados
y venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes,
respetuosos, que nos sustenten y alimenten . Así dijeron.
Entonces fue la creación y la formación. De tierra,
de lodo hicieron la carne [del hombre]. Pero vieron que no estaba
bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía
movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado,
no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía
velada la vista, no podía ver hacia atrás. Al principio
hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente
se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener.
Y dijeron el Creador y el Formador: Bien se ve que no podía
andar ni multiplicarse. Que se haga una consulta acerca de esto,
dijeron.
Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su creación.
Y en seguida dijeron: ¿Cómo haremos para perfeccionar,
para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?
Así dijeron cuando de nuevo consultaron entre sí.
Digámosles a Ixpiyacoc, Ixmucané, Hunahpú-Vuch,
Hunahpú-Utiú : ¡Probad suerte otra vez! ¡Probad
a hacer la creación! Así dijeron entre sí
el Creador y el Formador cuando hablaron a Ixpiyacoc e Ixmucané.
En seguida les hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día,
la abuela del alba, que así eran llamados por el Creador
y el Formador, y cuyos nombres eran Ixpiyacoc e Ixmucané.
Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al
agorero, al formador, que son los adivinos: Hay que reunirse
y encontrar los medios para que el hombre que vamos a crear nos
sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros.
Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela,
nuestro abuelo, Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que
amanezca, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos
recordados por el hombre creado, por el hombre formado, por el hombre
mortal, haced que así se haga.
Dad a conocer vuestra naturaleza, Hunaphú-Vuch, Hunahpú-Utiú,
dos veces madre, dos veces padre, Nim-Ac, Nimá-Tziís,
el Señor de la esmeralda, el joyero, el escultor, el tallador,
el Señor de los hermosos platos, el Señor de la verde
jícara, el maestro de la resina, el maestro Toltecat, la
abuela del sol, la abuela del alba, que así seréis
llamados por nuestras obras y nuestras criaturas.
Echad la suerte con vuestros granos de maíz y de
tzité. Hágase así y se sabrá y resultará
si labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en madera. Así
les fue dicho a los adivinos.
A continuación vino la adivinación, la echada de
la suerte con el maíz y el tzité. ¡Suerte! ¡Criatura!,
les dijeron entonces una vieja y un viejo. Y este viejo era el de
las suertes del tzité, el llamado Ixpiyacoc. Y la vieja era
la adivina, la formadora, que se llamaba Chiracán Ixmucané.
Y comenzando la adivinación, dijeron así: ¡Juntaos,
acoplaos! ¡Hablad, que os oigamos, decid, declarad si conviene
que se junte la madera y que sea labrada por el Creador y el Formador,
y si éste [el hombre de madera] es el que nos ha de sustentar
y alimentar cuando aclare, cuando amanezca!
Tú, maíz; tú, tzité; tú, suerte;
tú, criatura; ¡uníos, ayuntaos! les dijeron
al maíz, al tzité, a la suerte, a la criatura. ¡Ven
a sacrificar aquí, Corazón del Cielo; no castiguéis
a Tepeu y Gucumatz!
Entonces hablaron y dijeron la verdad : Buenos saldrán
vuestros muñecos hechos de madera; hablarán y conversarán
vuestros muñecos hechos de madera, hablarán y conversarán
sobre la faz de la tierra.
¡Así sea! contestaron, cuando hablaron.
Y al instante fueron hechos los muñecos labrados en madera.
Se parecían al hombre, hablaban como el hombre y poblaron
la superficie de la tierra.
Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas, tuvieron hijos los
muñecos de palo; pero no tenían alma, ni entendimiento,
no se acordaban de su Creador, de su Formador; caminaban sin rumbo
y andaban a gatas.
Ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron
en desgracia. Fue solamente un ensayo, un intento de hacer hombres.
Hablaban al principio, pero su cara estaba enjuta; sus pies y sus
manos no tenían consistencia; no tenían sangre, ni
substancia, ni humedad, ni gordura; sus mejillas estaban secas,
secos sus pies y sus manos, y amarillas sus carnes. Por esta razón
ya no pensaban en el Creador ni en el Formador, en los que les daban
el ser y cuidaban de ellos.
Estos fueron los primeros hombres que en gran número existieron
sobre la faz de la tierra.
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