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Diego Rodríguez de Silva Velázquez (1599 – 1660)
Pintura española (siglo XVII)
La fragua de Vulcano, Madrid, Museo del Prado

LA FRAGUA DE VULCANO
Ficha Técnica
Nº Catálogo: 1171
Dimensiones: 2.23 x 2,90 mts
Tipo de cuadro: óleo sobre lienzo
Fecha de la Obra: 1630

La fragua de Vulcano, 1630, Madrid, Museo del Prado. Velázquez pintó este cuadro en Roma, durante su primer viaje a Italia.

Este hermoso asunto mitológico fue pintado por Velázquez durante su primera estancia en Italia. El viaje fue costeado por su señor Felipe IV para ampliar la formación de su joven pintor. Velázquez recorrió muchas ciudades italianas y se estableció algún tiempo en Roma. Ciertamente fue una ocasión única, una oportunidad de la que no pudo disfrutar ningún otro pintor español. Años después Velázquez volvería a Italia, ya como pintor consagrado, como agente artístico de su señor para adquirir obras de arte con destino a la decoración del nuevo Real Palacio del Buen Retiro.

Después de su primer viaje cambiaron muchos aspectos de su primera pintura juvenil: Velázquez abandonó paulatinamente el tenebrismo de su primera época, y sustituyó sus prietas pinceladas por otras más sueltas y pastosas.

Ello es fácil de observar en este lienzo que pintó en Roma y que trajo en su viaje de regreso: el tenebrismo ha desaparecido aún siendo una escena de interior, y la calidad suelta de la pincelada puede apreciarse en el esbozo de paisaje que se ve a través de la ventana. Sorprende además la belleza de esos desnudos sobre los que había trabajado en Italia al reflejo de la clasicista escuela boloñesa; nunca se había tratado el desnudo en España con ese gran sentido clásico.

Clásica es también la fábula que se evoca en la escena: Apolo desciende a las profundidades de la tierra donde trabaja el dios herrero Vulcano, para comunicarle que su esposa Venus le engaña con el dios de la guerra Marte. Es prodigiosa la captación de un momento de la realidad -casi como una instantánea- reproduciendo una tan próxima sensación de la vida cotidiana de cualquiera de las abundantes “ferrerías” que funcionaban en la Corte. En este lienzo inicia Velázquez el desarrollo de su capacidad para matizar la luz en busca de la sensación de espacio: lo que se ha llamado perspectiva aérea y que él mismo consagraría años después en Las Meninas.

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