Nº 1. noviembre 2003/Revista Electrónica cuatrimestral.
Rubén Darío(1867-1916)
Poeta, periodista y diplomático
nicaragüense, considerado el fundador del modernismo. Nació
en Metapa, hoy Ciudad Darío (Nicaragua). Sus padres se separaron
cuando él todavía era muy pequeño y lo crió
una abuela que lo mimó, consintió mucho y presentó
en Managua, siendo todavía un adolescente, como un artista
prodigio. Leía a los poetas franceses a la vez que era invitado
a recitar poesía. En 1886 realizó un viaje a Santiago
de Chile que fue su primer contacto con el progreso y la metrópoli.
Quedó fascinado, y allí público su primer gran
libro Azul (1888), libro que llamó la atención
de la crítica y que el escritor español Juan Valera
alabó mucho. De regresó a Managua se casó con
Rafaela Contreras, en 1891; quince meses después nació
su primer hijo y en 1893 murió su esposa. En 1892, viajó
a España como representante del Gobierno nicaragüense
para asistir a los actos de celebración del IV Centenario
del descubrimiento de América. Suceden unos años de
viajes por Estados Unidos, Chile y Francia, y una residencia en
Buenos Aires trabajando para el diario La Nación,
lo que le dio una reputación internacional. En 1898 regresa
a España como corresponsal del mismo diario; en esta estancia
en Europa, alterna su residencia entre París y Madrid, es
aquí, en 1900, cuando conoce a Francisca Sánchez,
una mujer de origen campesino, con la que tuvo un hijo y vivió
con ella hasta el resto de sus días. Convertido en un gran
poeta de éxito en Europa y América, fue nombrado representante
diplomático de Nicaragua en Madrid en 1907, lo que le obligaba
a viajar y de ahí que esté considerado como el 'embajador
del modernismo' en el mundo. Darío era un hombre que no había
olvidado sus raíces provincianas aunque se había transformado
en un cosmopolita total, pero veía que el mundo jubiloso
de Europa estaba acabando.
Inició la carrera
literaria en Chile. Sus primeros poemas son una mezcla de tradicionalismo,
romanticismo, al estilo del poeta español Gustavo Adolfo
Bécquer, con una temática comprometida con lo social;
Abrojos (1887) y Canto épico a las glorias de Chile
(1888). Este mismo año publica Azul (1888, revisado
en 1890), obra todavía romántica sobre la exaltación
del amor como algo armónico con la naturaleza y el cosmos.
Está dividido en cuatro partes: 'Primaveral', donde desarrolla
el tema del amor sexual como algo sagrado, en la línea del
Cantar de los cantares; 'Estival' gira en torno al amor como
instinto; en 'Autumnal' el amor se canta como nostalgia y, por último,
en 'Invernal' aparece un amor mundano y moderno capaz de desafiar
la climatología y las estaciones ya que los amantes se refugian
en -lechos abrigados
cubiertos de pieles de Astrakán-.
A este libro debe que sea considerado como el creador del modernismo;
escritores como Ramón María del Valle-Inclán,
Antonio Machado, Leopoldo Lugones o Julio Herrera y Reissig le reconocieron
como el creador e instaurador de una nueva época en la poesía
en lengua española.
Sus viajes por Europa
y América, aclamado como gran poeta, le llevan a París
y a entrar en contacto con los poetas parnasianos y simbolistas
que transformarán sus concepciones poéticas: abandona
el provincialismo regionalista y local por una poesía de
la universalidad en la cual el poeta se siente tocado por la misión
trascendente de contar al mundo -los lectores- cómo es su
vida cotidiana pero a través de símbolos herméticos
-metáforas y otras figuras literarias-, para lo cual recurre
tanto a la naturaleza, la historia, la mitología, otras obras
literarias o la ciencia, pero alejado y distante, en aras de encontrar
el ideal poético. En Prosas profanas (1896 y 1901),
obra simbolista y llena de exótica imaginería, desarrolla
de nuevo el tema del amor pero ya no busca la armonía con
la naturaleza sino con el arte: -me río del viento que sopla
fuera- dice el poeta, y la amada se entregará a él
desdeñando a hermosos galanes, pues es el Arte quien triunfa
en el amor. La originalidad de Rubén Darío está
en haber sabido expresar los gustos y sentimientos de su época.
Canta al amor y transgrede normas sociales para conseguirlo, lo
cual le culpabiliza y esta culpa también la expresa, pero
no renuncia a sus fines y su placer. Formalmente creó una
poesía elevada y refinada con muchos elementos decorativos
y resonancias musicales; Cantos de vida y esperanza (1905)
es el mejor ejemplo de ello, donde expone cómo el Arte supera
a la Naturaleza, que se manifiesta a veces como un caos, y es capaz
de poner orden, de restablecer la armonía divina, y como
tema de fondo su preocupación por el futuro de la cultura
hispana. Otra faceta de la obra rubeniana es la de poeta cívico
ya que compone poemas tanto para exaltar un glorioso hecho nacional
o un héroe, como para realizar una amarga censura. El
canto errante (1907), un libro en el que afrontó los
eternos problemas de la humanidad, es su libro, conceptualmente,
más universal. En el poema 'A Colón' expresa el espanto
que supuso el descubrimiento y enaltece la ingenuidad de la América
indígena; en 'A Roosevelt' evalúa a latinos y anglosajones
medidos por el patrón materialista de estos últimos.
Aunque intentó elevar la poesía política y
sacarla de los cánones retóricos complacientes, no
consiguió en estos poemas una obra tan elegante como en el
resto de sus composiciones, a pesar de que utilizó su lenguaje
característico rico en símbolos. La crítica
lo atribuye a que el problema político no lo sintió
realmente en su piel, era algo racional que exigía su compromiso
pero que no vivía.
A partir de 1910 se
produce en Europa un movimiento constante en busca de nuevas experiencias
artísticas que buscan lo variopinto, lo moderno, en un momento
de crisis espiritual; es el origen de las vanguardias. Rubén
Darío, que ya se había entregado al -arte por el arte-,
vive en propias carnes la contradicción: el arte no resuelve
y cae en un profundo abandono vital que le lleva a las más
variadas excentricidades y bohemias y al consumo excesivo de alcohol.
En 1913, cae en un profundo misticismo y es cuando se retira a la
isla de Mallorca. Allí empieza a escribir una novela La isla
de oro -que nunca llegó a concluir- en la que sobre todo
analiza el desastre hacia el que está caminando Europa. También
compone Canto a Argentina y otros poemas (1914), un libro
dedicado a este país en el año de la celebración
de su centenario en que quiso seguir el modelo del Canto a mí
mismo de Walt Whitman pero es una obra menor, casi de compromiso,
sin la intensidad de sus grandes poemas. En 1915, enfermo y escapando
de un continente desgarrado por la I Guerra Mundial, regresó
a América.
Rubén Darío es un hito en las letras
hispánicas. El modernismo surgió con él y es
puente obligado entre las letras de España y Latinoamérica.
En un momento en que en España la poesía decaía
y se repetía a sí misma sobre calcos vacíos,
aportó una savia que, junto con Bécquer, inició
el camino para la recuperación, cuyos frutos mas brillantes
fueron Juan Ramón Jiménez, las vanguardias y, más
tarde, la llamada generación del 27. En Latinoamérica
su influencia no fue menor. Aunque la crítica hispánica
siempre tuvo en un alto concepto a Darío, desde el centenario
de su nacimiento en 1967 su obra se revalorizó notablemente.
Se le considera la mejor representación de la expresión
americana e hispánica, y a él se debe el desarrollo
en las letras hispanas de la búsqueda constante de nuevas
formas y lenguajes. Murió en 1916 poco después de
llegar a Managua.
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