SAMUEL M. STERN [*]
MOAXAJAS Y JARCHAS
La literatura árabe debe su
poesía estrófica a la España musulmana. Iban
descaminados los intentos de señalar rasgos semejantes en
los poemas del diwän de un poeta oriental como Ibn al-Mu'tazz;
de hecho, no cabe ya duda alguna de que la gloria de haber inventado
tal forma de poesía corresponde a los poetas andalusíes,
de acuerdo con la tradición unánime de los autores
árabes, tanto orientales como occidentales. Las fuentes más
dignas de crédito coinciden en apuntar a los comienzos del
siglo x como la época del primer florecimiento de la moaxaja.
[1] [...] Sin embargo, ninguna especulación sobre los orígenes
de la moaxaja puede pasar de mera hipótesis, ya que no conocemos
poemas estróficos de quienes llevan la reputación
de ser los inventores del género: Muqaddam de Cabra, Ibn
'Abd Rabbihi, Yusuf al-Ramadi. Por tal razón, nos resulta
imposible formarnos una idea de la verdadera naturaleza de esos
primeros intentos (y muy probablemente siempre será así).
Si las moaxajas más antiguas poseían algunos rasgos
característicos que revelaran sus orígenes populares,
la pérdida de los textos nos veda cualquier posibilidad de
estudiarlos.
Todo lo que tenemos, en efecto, son
moaxajas pertenecientes a un momento posterior de su desarrollo.
Las moaxajas que conservamos aparecen ya asimiladas a la qasida
clásica. Por lo que se refiere al contenido, según
nos dice Ibn Sana'al-Mulk (y con el pleno apoyo de los textos),
"la moaxaja puede tener como tema cualquiera de los asuntos
del shi'r (poesía clásica): el amor, panegíricos,
plantos por los muertos, sátiras a propósito de temas
indecentes o ascéticos". [No obstante,] la moaxaja,
incluso la de este período tardío, conservó
un rasgo totalmente ajeno a la qasida, como vestigio de su
pasado popular. Se trata de la estrofa final de la moaxaja, una
especie de tornada llamada en árabe jarcha o markaz.
El egipcio Ibn Sana'al-Mulk [1155-1211],
poeta y autor de una antología de moaxajas, traza en la introducción
a ésta un ars poetica del género. La doctrina
que expone en el párrafo dedicado a los rasgos característicos
de la jarcha está totalmente de acuerdo con el testimonio
de los textos. Con las reglas señaladas por Ibn Sana'al-Mulk
y con semejante testimonio podemos resumir del siguiente modo las
leyes que gobiernan la jarcha:
La jarcha es el ultimo de los qufls
(versos que terminan con la misma rima) de la moaxaja; es una
unidad aparte. Su asunto depende del tema del poema: si se trata
de un poema de amor, la jarcha compendia su contenido a modo de
expresión quintaesenciada de tal sentimiento. Si se trata
de un panegírico, la jarcha elogia incisivamente a la persona
celebrada en el cuerpo del poema. Los versos de la jarcha se ponen,
por lo general, en boca de un personaje que no es el poeta. En
la mayoría de los casos reproduce palabras de mujeres (preferentemente
de muchachas que cantan), de mozos, de borrachos, incluso de palomas
que se arrullan entre las ramas. A menudo aparecen objetos inanimados
o alegóricos: una ciudad, la gloria, la guerra, etc. La
estrofa con que acaba el poema y que precede inmediatamente a
la jarcha sirve para presentar al personaje que habla en ésta,
a modo de eslabón con el cuerpo del poema. La poética
de la moaxaja exige además que la jarcha se escriba en
algún dialecto vernáculo, o incluso en español
coloquial, esto es, en la lengua cotidiana de los personajes que
intervienen.
Todos estos curiosos detalles pueden
explicarse gracias a la hipótesis del origen popular de la
moaxaja. Parece que en principio los versos de la jarcha se tomaban
de la poesía popular en romance (la circunstancia de que
por lo general sea una muchacha que lamenta la ausencia de su amante
la que habla en la jarcha, nos hace pensar que tales poemas pueden
muy bien haber sido el modelo de las cantigas d'amigo) y
que formaban la base métrica y musical sobre la que se construía
la moaxaja.
Las dos lenguas que se utilizaban
en la jarcha eran, como se ha notado, el árabe vulgar y el
dialecto hispánico hablado tanto por los mozárabes
como por la población musulmana. Al respecto con-tamos con
el testimonio explicito de los autores árabes:
La jarcha es el ultimo qufl
de la moaxaja. Entre las reglas que la gobiernan figura la exigencia
... de que esté compuesta en lenguaje común y con
expresiones de tipo popular. Si se escribe en lengua clásica,
como lis demás estrofas y qufls, la moaxaja ya no
es tal en el verdadero sentido de la palabra. Solamente hay una
excepción: en el caso de un panegírico en que se
mencione el nombre de un personaje famoso, la jarcha puede estar
escrita en lengua clásica ... En ocasiones la jarcha puede
estar escrita en español, pero hay que tener mucho cuidado
para que también en español la jarcha sea parlera,
como la nafta y las pavesas y a la manera de los gitanos.
Esas referencias de Sana'al-Mulk:
están confirmadas por Ibn Bassam, quien al hablar del inventor
de la moaxaja dice que éste "tomó expresiones
en vernáculo o en español, las llamó markaz
y construyó la moaxaja a partir de ellas".
Entre las moaxajas que han llegado
hasta nosotros aparecen varias con jarchas en árabe vulgar,
pero ninguna con jarcha en romance [2].
Es fácil comprender el por qué de esta laguna en la
tradición que ha llegado hasta nosotros: de los escasos textos
que poseemos, la mayor parte se ha conservado en antologías
compiladas por autores no andalusíes (como Ibn Sana'al-Mulk
y al-Maqqari), que debieron prestar escasa atención a unos
versos en español que no comprendían. Sin embargo,
la literatura hispano-hebrea nos proporciona textos que suplen,
hasta cierto punto, la pérdida de los materiales árabes.
Los poetas judíos de España, que seguían muy
de cerca las varias tendencias de la literatura árabe de
su época, introdujeron la moaxaja en la literatura hebrea.
Conocemos varias moaxajas hebreas atribuidas a los grandes poetas
de la primera mitad del siglo xi, emuel ibn Nagrella [993-1056],
katib (secretario) de los reyes Zirid de Granada, y elomo
ibn Gabirol [1020-h. 1057]. Pocas dudas caben en cuanto a la autenticidad
de esos poemas. En los diwans fragmentarios de casi todos
los poetas menores del siguiente período clásico (el
de Moe ibn 'Ezra y de Yehuda Halevi) se hallan también
moaxajas; de tales poetas se conservan cierto número de Poemas.
De esos poetas de segunda fila, conocemos un grupo de moaxajas,
al cual debemos añadir los poemas anónimos del periodo
clásico, algunos descubiertos en la Genizá
[o 'cuarto trastero' de la vieja sinagoga de Fustat, en El Cairo].
En cuanto a los grandes Poetas cuyos diwans han sobrevivido
de modo completo, se conservan quince moaxajas de Moe ibn
'Ezra [h. 1057-1139], cuarenta de Yehuda Halevi [h. 1075-1135...],
diez de Abraham ibn 'Ezra [h. 1092-1167]. La útima colección
importante de moaxajas (contiene cuarenta y siete) es la de la gran
figura de la época crepuscular de la poesía hispano-hebrea,
Don Todros Halevi Abulafia [1247-h. 1306], miembro de las cortes
de Alfonso el Sabio y Sancho IV.
Todos estos Poetas siguieron las
reglas de la moaxaja árabe con el mayor cuidado. Habida cuenta
del pequeño número de textos árabes que han
sobrevivido, podemos aprovechar los poemas hispano-hebreos para
completar lo que sabemos acerca de las leyes de la moaxaja. En efecto,
las moaxajas hispano-hebreas contienen jarchas no sólo en
árabe vulgar, sino también en romance, coincidiendo
así en todo con los testimonios de los autores árabes:
los poetas hebreos, al escribir moaxajas, sin duda no hacían
sino imitar a sus modelos árabes hoy perdidos. Todavía
más: es muy probable que algunas de esas jarchas españolas
se tomasen directamente de poemas árabes. La costumbre de
imitar (mu'arada) las moaxajas de otro autor estaba muy extendida
entre los poetas árabes. En tales casos se imitaban la estructura
métrica y las rimas del poema tomado como modelo, y la mayoría
de las veces la jarcha se copiaba lisa y llanamente. Lo mismo hicieron
los poetas judíos; y un número considerable de las
jarchas árabes que utilizaron procede de la moaxaja que estaban
imitando. Debemos suponer, por tanto, que también algunas
de sus jarchas españolas corresponden a esos modelos, si
bien en asuntos tales no caben muchas precisiones.
[*]. [Samuel M. Stern, "Les
vers finaux en espagnol dans les muwaahs hispano-hébraïques:
Une contribution à l'histoire du muwaah
et à l'étude du vieux dialecte espagnol "mozarabe"",
Al-Andalus, XIII (1948), PP. 299-346; texto inglés
en su libro póstumo Hispano-arabie strophic poetry,
ed. L. P. Har. vey, Clarendon, Oxford, 1974, Pp. 123-160 (123-129).
(Traducción de Julio Rodríguez-Puértolas.)]
[1]. [A lo largo del presente capítulo
se han regularizado en las formas moaxaja y jarcha las diferentes
transcripciones que los autores dan de los términos árabes
muwaaha y jarya]
[2]. [Las moaxajas árabes con jarchas
romances se descubrieron bien poco después de hacerse tal
afirmación, gracias al propio Stern, en 1949, y a Emilio
García Gómez, en 1952.]
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