JUAN DEL ENCINA
ÉGLOGA REPRESENTADA EN LA NOCHE DE LA NATIVIDAD
(I)
ÉGLOGA REPRESENTADA EN LA NOCHE DE LA NATIVIDAD de
Nuestro Salvador. Adonde se introduzen dos pastores: uno llamado
Juan y otro Mateo. Y aquel que Juan se llamava entró
primero en la sala adonde el Duque y Duquesa estavan oyendo
maitines y, en nombre de Juan del Enzina, llegó a presentar
cien coplas de aquesta fiesta a la señora Duquesa.
Y el otro pastor llamado Mateo entró después
desto y, en nombre de los detratores y maldizientes, començóse
a razonar con él. Y Juan, estando muy alegre y ufano
porque sus señorías le avían ya recebido
por suyo, convenció la malicia del otro. Adonde prometió
que, venido el mayo, sacaría la copilación de
todas sus obras, porque se las usurpavan y corrompían
y porque no pensassen que toda su obra era pastoril, según
algunos dezían, mas antes conociessen que a más
se estendía su saber.
JUAN
¡Dios salve acá, buena gente!
Asmo, soncas, acá estoy,
que a ver a nuestrama voy.
¡Hela, está muy reluziente!
O la visera me miente
o es ella sin dudança.
¡Miafé! Tráyole un presente
poquillo y de buenamiente.
Tome vuestra señorança.
Y no penséis ahitaros,
que no es cosa de comer,
sino nuevas de prazer
para aver de gasajaros:
que más precio contentaros
que nadie de nuestra aldea.
Todos deven alabaros,
pero ¿quién sabrá loaros,
por huerte zagal que sea?
Pues si digo de nuestramo,
por quien os devemos más,
cuantes yo siempre jamás
el nuestro César le llamo,
que de tal árbor tal ramo,
bien semeja parecer
al gran hijo de Priamo.
Si de gran fama le afamo,
dígalo su gran poder.
Ya le temen, soncas qué,
dentro en Francia y Portugal,
porque saben que otro tal,
ahotas, que nunca fue.
Él con sus fuerças, ahé,
nos ampara y nos defiende,
y aun yo juro, a buena fe,
que apenas aballa el pie
quando ya temen allende.
Es tan justo y tan chapado,
tan castigador de robos,
que los más hambrientos lobos
huyen más de su ganado.
Anda ya tan perlabrado
el terruño en su concejo
qu'el más pobre lazerado
tiene agora, Dios loado,
pan de sobra trasañejo.
MATEO
¡O, Juan, Juan, hi de Pascuala!
Cata, cata, ¿acá estás tú?
JUAN
Digo, digo, pues ¿qué hu?
¿Has de aver tú ell alcavala?
MATEO
¿Ya tú presumes de gala,
que te arrojas al palacio?
¡Andar mucho en ora mala!
¿Cuidas que eres para en sala?
No te vien de generacio.
JUAN
¿No me viene de natío?
Calla, calla ya, malsín,
que nunca faltas de ruin,
tú tanbién como tu tío.
Quando agora con tal frío
a ladrar tan bien te amañas,
¿qué harás en el estío,
que con ravia de mi brío
se te quemen las entrañas?
MATEO
¡O, lazerado pastor,
de los más ruines del hato,
aún no vales por un pato
y tiéneste en gran valor!
JUAN
Desmuele ya, pecador,
essa embidia que en ti mora,
que aún ternías más rencor
si supiesses la lavor
que a nuestrama traxe agora.
MATEO
Déxate dessas barajas,
que poca ganancia cobras.
Yo conoço bien tus obras:
todas no valen dos pajas.
JUAN
No has tú visto las alhajas
que tengo so mi pellón.
Essas obras que sovajas
son regoxos y migajas
que se escuelan del çurrón.
MATEO
Yo te juro a San Pelayo
que qualquiera te deseche,
que nunca de buena leche
has mamado sólo un rayo.
JUAN
Aunque agora yo no trayo
sino hato de pastores,
dexa tú venir el mayo
y verás si saco un sayo
que relumbren sus colores.
Sacaré con mi eslavón
tanta lumbre en chico rato
que vengan de qualquier hato
cada qual por su tizón.
Darles he de mi montón
bellotas para comer,
mas algunas tales son
que en roer el cascarón
avrán harto que hazer.
MATEO
Pues yo te prometo, Juan,
por más ufano que estés,
que te dé yo más de tres
que lo contrario dirán:
que bien sé que mofarán
de tus obras y de ti.
JUAN
Essos tales ¿quién serán,
sino Juan, el sacristán,
que anda hinchado de mí?
MATEO
Y aun Pravos, qu'es buen gaitero,
te remuerde los çancajos,
y el carillo de Sorvajos,
y el padre de Gil Vaquero,
y el sobrino del herrero,
y aun Lloriente tu cuñado,
y el hijo del messeguero,
qu'es zagal de buen apero,
te tacha quanto has labrado.
JUAN
Delante destos señores,
quien me quisiere tachar,
yo me obrigo de le dar
por un error mil errores.
Tenme por de los mejores.
Cata que estás engañado,
que si quieres de pastores
o si de trobas mayores,
de todo sé, Dios loado.
Y no dudo aver errada
en algún mi viejo escrito,
que quando era zagalito
no sabía quasi nada.
Mas agora va labrada
tan por arte mi lavor
que, aunque sea remirada,
no avrá cosa mal trobada
si no miente el escritor.
MATEO
Ora digo que en ti está
un bien chapado zagal.
JUAN
Yo te juro que por tal
me tienen mis amos ya,
y después que moro acá
éme parado más luzio.
MATEO
¿Acá moras?
JUAN
¡Miafé! Ha.
MATEO
¿Cómo te va?
JUAN
Bien me va.
MATEO
Quantes ora no te ahuzio.
JUAN
¿Y tú nunca lo has sabido?
MATEO
Miafé, no, soncas, digamos.
JUAN
Pues estos dos son mis amos.
MATEO
¿Tiénente ya percogido?
JUAN
¡Digo! Ya estoy avenido,
y aun me dan buena soldada.
MATEO
¿Qué te han dado? ¿Qué has avido?
JUAN
Aún agora no he cumprido.
MATEO
Llugo, ¿no te han dado nada?
JUAN
No me han dado, mas darán
dexándolos Dios bivir.
MATEO
No los dexes de servir,
ahotas, que sí harán:
que yo te seguro, Juan,
no estás a lumbre de pajas,
ni te falte ya del pan.
JUAN
No son amos que se están
recachando en las meajas.
MATEO
Y aun con esse tal prazer
parlas tú de regolage.
Yo cuido que como el page
de Ledesma querrás ser,
aquel que por más valer
le arrimó su padre al Duque.
Yo te juro a mi poder
que en tales amos tener
ya ninguno no te cuque.
Fin
JUAN
A Dios gracias, que me dio
tal gracia que suyo fuesse.
MATEO
Si tales amos tuviesse,
saldría de cuita yo.
JUAN
Nunca tal amo se vio
ni tal ama tan querida,
nunca tal ni tal nació.
Dios, que tales los crió,
les dé mil años de vida.
|