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Excelencia

 

Carmelo Abadía


El cine que a mí me gusta , cuarta entrega , otro artículo de Carmelo Abadía .

 

"Retrato de Jennie", una película dirigida por William Dieterle , la cual constituye un género en sí misma .

Retrato de Jennie 1948
Existe una bellísima cita escrita por el místico sufí nacido hará ya unos cuantos siglos en la actual región de Murcia y apellidado Ibn-Arabí que reza algo así como esto : "No existe bondad en un amor al que gobierna la razón", y quien dude o no entienda el significado profundo de este aserto no tiene otra cosa que hacer para convencerse o aclararse respecto hacia dónde apunta el transcrito lema que ver esta película que a continuación os presento.

Empezaré como lo hago siempre: un poco a trancas y a barrancas y circulando mi pobre caudal literario entre torpes meandros, tan sólo esperando que paulatinamente se me vaya calentando la mano, pues la obra que hoy os traigo a colación es verdaderamente sublime y grandiosa. Primero , un poco de intrahistoria, como diría Unamuno. Era yo un imberbe y soñador adolescente, por lo tanto hace de esto ya bastante, cuando cierto día y por casualidad absoluta o ineluctable decisión del destino, váyase usted a saber el exacto porqué, como decía, cierto día, o mejor sería decir cierta noche, en uno de aquellos ciclos de cine que la televisión del momento inagotablemente emitía, aquella añorada segunda cadena de la Transición, me encontré y topé de frente con una vieja película americana, su título era Retrato de Jennie, o Jennie, como otras veces y así a secas he oído hablar de ella. La comencé a ver, y a pesar de la cortedad y simplicidad de las que hacía gala por aquellas épocas, la edad me servirá para explicar esto y también de coartada y no poco pretexto, repito, la comencé a ver y me quedé prendado y cautivo de ella hasta límites que no podría describir. Más tarde supe incluso que aquella extraña y fascinante música que acompañaba a los fotogramas pertenecía a un tal Debussy, el cual había sido un eminente músico francés que vivió a caballo entre el siglo veinte y su inmediato antecesor en el tiempo. Se trataba ni más ni menos que de su celebérrimo e influyente poema sinfónico titulado "El mar". Pasaron muchos años y perdí casi por completo el rastro de esta joya del cine. Esperé y esperé y casi perdí la esperanza, mas al final volví a encontrarme mucho más tarde con ella. Durante la espera, hasta mí llegaron retazos y noticias aisladas, entre éstas una magnífica cita en el simpar libro de memorias de Luis Buñuel titulado "Mi último suspiro". A través de sus páginas, escritas a modo de entrevista con un periodista francés llamado Jean-Claude Carrière, descubrí que aquella película, aquella hermosa obra cinematográfica, también había hechizado a los muy experimentados y ya viejos surrealistas franceses, y que, como pago a sus buenas críticas allá en los años cuarenta, el productor de la cinta, el insigne David O'Selznick, les había dirigido un telegrama a Paris mostrándoles su agradecimiento. Fueron pasando los años, y con ellos llegó el cambio de la cinta de vídeo al dvd, a este nuevo formato que ahora domina la imagen, y entonces mi sueño pudo hacerse por fin real. Ahora justo, a mi lado en la mesa, descansa la maravillosa caja que contiene este pequeño disco en cuyas electrónicas entrañas duerme la misteriosa belleza de Jennie. En cuanto me hice con él, tras encargarlo y aguardar un breve plazo en cierta gran cadena francesa también radicada en España, me refiero a la Fnac, y perdóneseme la propaganda, pues bueno, en cuanto cayó en mis manos volví a ver sus imágenes y a zambullirme en su encanto, y la hallé tan arrebatadora como aquel lejano día de mi infancia adolescente en que por primera vez descubrí sus tesoros. Más o menos, he aquí el trayecto que me ha conducido hasta el presente punto. Como había prometido, sin duda alguna que lo he cumplido , pues este comienzo realmente parece algo fragmentario y deslabazado. Lo siento y paso a daros la ficha técnica, a ver si así consigo algo de orden entre tanto remolino de pasión y de caos.

Retrato de Jennie
Su título es "Retrato de Jennie" o "Portrait of Jennie" en su lengua inglesa original. Se produjo y realizó en el año de 1948 en los Estados Unidos, por aquel entonces indiscutible meca del séptimo arte. Esta obra procede de la factoría de David O'Selznick, para mi gusto el productor cinematográfico por excelencia de la historia del cine de todos los tiempos. Hablar sobre él aunque fuera un poco nos exigiría llenar innumerables folios. Os daré algunas pinceladas del personaje. Nuestro hombre fue el productor y absoluto factotum ni más ni menos que de la clásica "Lo que el viento se llevó". Adelantándose en mucho a su tiempo se conoce que dibujó cada una de las escenas de la futura película, un verdadero y complejo story board; para dar realismo al incendio que recreaba el producido durante la guerra civil en la ciudad de Atlanta no dudó ni un segundo en quemar casi al completo los decorados íntegros de su estudio. Es famosa la frase que dijo cuando un colaborador le preguntó por quién iba a dirigir esta historia sobre el devenir del viejo Sur: "¿directores?, los que sean necesarios". También de su factoría provienen títulos tan maravillosos como la enigmática "Rebecca", de Alfred Hitchcock , o "Duelo al sol" , protagonizada al igual que Jennie por su esposa la actriz Jennifer Jones. He citado este conocido western, ése que acaba con la Jones y un jovencísimo Gregory Peck primero matándose a tiro limpio y después buscando enlazar sus manos de una forma desesperada entre la tierra y el barro, porque se podría poner como hito de ser la primera vez en que se utilizó merchandising tipo camisetas y mensajes publicitarios desde avionetas para la promoción de una película. Y uno se pasma al conocer que el propio Selznick participaba en estas labores de primera mano, incluso arrojando las octavillas publicitarias desde el avión. ¿Por qué he escrito ahora Selznick y no O'Selznick?, pues sencillamente porque nuestro hombre se añadió la O y el apóstrofo porque decía que así parecía más importante su apellido delante de la gente, ya ves las paradojas de la vida y del idioma en lo tocante a dar lustre a un nombre. En su vida y en su carrera se entrecruzan de la manera más armónica dos conceptos claves: el negocio y el arte , el cine entendido como algo popular y rentable y al mismo tiempo el más absoluto apoyo, sin ningún tipo de límites, al creador, léase en este caso director cinematográfico. Vayamos a otro punto, aunque las referencias a este personaje volverán sin duda alguna a aparecer más adelante.

Eben y Jennie planeando su futuro
La realización y dirección de la película corrieron a cargo del director alemán, exiliado en América durante la época del nazismo, William Dieterle. La maestría de este hombre resulta casi absoluta y perfecta; su dominio de la luz y de la sombra, su habilidad para la puesta en escena, para la creación de atmósferas misteriosas y casi oníricas, para captar la poesía oculta de las cosas más triviales y ordinarias, recursos todos ellos propios de un consumado maestro expresionista; dichas virtudes no sólo pueden admirarse en la presente película, pues sus dotes pueden verse en gran número de otras. Por poner un ejemplo citaremos uno de sus grandes éxitos comerciales allá por el año treinta nueve - cuarenta: me refiero a la celebérrima versión del Jorobado de Notre–Dame protagonizada por Maureen O'Hara y el estupendo y problemático actor británico Charles Laughton. Existe una anécdota sobre el rodaje de este film, también producido por O'Selznick, que no me resisto a contar. Es conocido que el gran Laughton tenía un carácter un tanto difícil en lo que se refería a trabajar con él , ciertos caprichos y algo de divismo eran su constante enfermedad; que se trataba de algo así como un niño grande, en suma. Tal era su condición que su compatriota Hitchcock con mucha guasa y cierta mala uva había dejado dicho como consejo a cualquier director que nunca se debía rodar con infantes, perros o Charles Laughton. Pues bueno, durante el rodaje del Jorobado, a lo que parece, habían surgido desavenencias entre actor y director, la causa radicaba en que el alemán quería que Laughton hiciera las cosas exactamente como él deseaba. Éste, testarudo, se negó e incluso discutió la autoridad de Dieterle, el cual, a renglón seguido, lo amenazó de muerte . Pero entonces recordó el actor británico cierta leyenda negra que circulaba en Europa sobre el director teutón, cierta leyenda que contaba que en uno de los rodajes éste había matado a un actor por no cumplir al pie de la letra sus órdenes relativas al cariz de la interpretación. A pesar de estar exiliados en Estados Unidos debido al triunfo del nazismo en su patria, tanto Dieterle como gente como Von Stroheim o Fritz Lang tenían cierta aureola de "prusianos", e incluso se rumoreaba de que iban armados a los rodajes. Así es que Laughton comienza a preocuparse e incluso le viene la paranoia de que el germano lo va a asesinar a él en cuanto algo que haga delante de la cámara no le agrade. Es conocido que para tranquilizarlo el productor contrató incluso a un par de detectives que camuflados entre los técnicos iban y venían por el estudio, pero a pesar de ello el maravilloso y polémico Laughton no las tenía todas consigo, pues, si en un momento dado el alemán sacaba su revólver, tal y como él creía que podría hacer aquél, quizás no tuvieran oportunidad de reaccionar los detectives y desarmarlo a tiempo.... Al final no ocurrió ningún hecho luctuoso y la película representó un enorme éxito y espaldarazo para el soberbio actor británico, y conste además en desagravio del director germano que toda aquella historia del asesinato del actor no era sino una invención apócrifa.

Retrato de Jennie
Centrándonos de nuevo en Jennie y dejando atrás la última disgresión, hemos de hacer constar el carácter extraordinario y absolutamente poético de la obra que comentamos y que en cierta manera constituye una pieza única, algo sin parangón en la historia del cine hasta el presente momento. Y es por ello que cuando se suele hablar de este film se repite aquello de que constituye un género en sí mismo, pues si intentamos incluirlo dentro de una de las categorías al uso el resultado es forzado y falso. Quizás lo más afortunado sería acercarlo al tipo melodrama, pero en cuanto la historia y su traducción en imágenes se presenta ante nuestra vista dicha referencia queda por completo obviada. Yo me atrevería a afirmar que tal vez esta película sea la obra más personal y propia, y al mismo tiempo más indiferente ante las posibles críticas de no verosimilitud o exceso de fantasía, que nunca he visto llevar a cabo por un creador o un artista de lo audiovisual, y evidentemente todo ello es fruto del talento y del universo personal de su genial director, el alemán Dieterle. El cual, haciendo gala del espíritu romántico más elevado y más prototípicamente nórdico, nos muestra escenarios exteriores que no son sino el reflejo de estados emocionales y de situaciones internas del alma de los protagonistas. Como he hablado de la corriente expresionista, simplemente citaré de pasada como referencias para entender la génesis de esta obra algún que otro fotograma de películas del también europeo Dreyer, el director danés autor de cintas como "Dies Irae", y para acabar este esquema de parentescos quizás también sea correcto incluir las pinturas de los artistas del movimiento pictórico y literario del diecinueve denominado Sturm und Drung. Aquí dejo este mini-apartado pues veo que me estoy metiendo en vericuetos que nos llevarían muy lejos si buscáramos las relaciones profundas existentes entre dichos elementos antes citados y que, tal vez, más que aclararnos nos escondiesen el bosque.

Jennie
En lo referente a la nómina de los actores que participan en la película diré que me parece perfecta, pues por todos ellos siento una especial predilección. La protagonizan la pareja formada por Jennifer Jones y Joseph Cotten, sobre los cuales ya he hablado en otras entregas de esta sección y a los que de momento voy a pasar por alto; y entre los secundarios se cuentan dos de auténtico lujo: la estrella del cine mudo, por aquel entonces ya envejecida, Lillian Gish; y la no menos soberbia y excelsa actriz de teatro Ethel Barrymore, la cual, sin duda, pertenece a uno de los linajes, los Barrymore, que ha dado a los escenarios americanos y al cine de las primeras décadas del siglo veinte ya transcurrido más grandes intérpretes (no quisiera por nada del mundo olvidarme de citar a título de mero inventario a su estupendo hermano y también actor Lionel Barrymore, al que siempre recuerdo en su maravillosa interpretación de John Silver "El largo" en la versión cinematográfica de los años treinta de la pasada centuria de la obra clásica de aventuras "La isla del Tesoro" del escritor británico Robert Louis Stevenson, pues sus imágenes poblaron la fantasía de mi infancia, por lo cual le doy las gracias).

Cartel de la edición inglesa
¿Cuál es la historia de la que trata la película?. Intentaré explicarla a grandes e incompletos rasgos. El protagonista, al que Cotten da vida con esa solvencia tranquila que lo caracteriza, es un pintor que habita en Nueva York. En cierta manera se trata de un fracasado , pues ha perdido la ilusión. Su técnica es extraordinaria, pero le falta algo, ese no sé qué de pasión o de vislumbre del misterio de lo que nos rodea que hace que cuando aparece en una obra de arte ésta sobresalga sobre el resto. Podría decirse que el alma de nuestro pintor y protagonista está muerta y yerma. Va caminando y dando tumbos por una ciudad casi onírica y fantasmagórica arrastrando su pena por no encontrar lo que busca. Cierto día entra en una galería de arte para vender un par de bocetos y así conseguir unos dólares para seguir adelante. Allí se encuentra con una vieja señora, encarnada por Ethel Barrymore, crítica y marchante de arte, que decide ayudarle y animarle a que no se rinda y a que persiga eso que le hace falta para realizar algo grande; la cual, además, entablará con él una relación de amistad, convirtiéndose en algo así como su voz de la consciencia artística. Y un extraño anochecer, se produce inesperadamente el milagro. Sucede en un desierto parque, nuestro protagonista se encuentra con una niña vestida con antiguas ropas. Ésta le habla de sus padres, le cuenta que son trapecistas y al poco, como ha venido, desaparece entre la neblina del espacio-tiempo. Nuestro hombre va cruzando datos, pues la historia de la niña le obsesiona y descubre que lo que ella le contó es cierto pero que pasó hace ya muchos años. Durante el transcurso de la película reaparece en varias ocasiones la niña, cada vez es mayor, va creciendo, hasta que se convierte en una hermosa mujer. Sin duda alguna, se deduce que los hechos de su vida ya han sucedido en otro periodo ya transcurrido y periclitado. Incluso el pintor, en según que momentos de soledad y zozobra, duda de la existencia verdadera de aquélla que parece evaporarse en la nada y volver a renacer desde las sombras, pues cuando se ven siempre están solos. Ella le había pedido a él que la esperase hasta que se hiciera adulta. Entre ellos surge un idilio de amor y él decide que ya ha encontrado a su musa y que ahora está preparado para llevar a cabo su obra maestra pues en este instante sí que ha logrado aquella facultad , aquella cosa que necesitaba para llevar a cabo ésta ; se trata de pintar el retrato de ella, el retrato de Jenny, de ese ser que va y viene entre las barreras del tiempo intentando corregir el error de no haberse cruzado sus vidas en el mismo intervalo cronológico; la imagen, dicho en una palabra, del amor eterno que ha vencido a la muerte y a las barreras de este sueño que nos envuelve y que llamamos realidad o mundo. Hasta aquí llego y me paro, pues detestaría contaros toda la película, descubrid el resto por vosotros mismos.

Jennie
Unas cuantas notas más antes de acabar. Primero hablaré de la música. Dieterle se empeñó en que era precisa una determinada música como banda sonora y en modo alguno hubiera consentido otra; quería ni más ni menos que "La mer", El mar, ese raro y hermosísimo poema sinfónico que el músico francés Claude Debussy había compuesto unos cuantos años atrás. Y O'Selznick dijo que sí, mandó unos representantes a París ¡y pagó, pásmense, un millón de dólares de la época, estamos en el año mil novecientos cuarenta y ocho¡ a los herederos del compositor por poder usar dicha música en la película. Y es que nuestro productor tenía alma de gran señor y de increíble mecenas. Casi nada. Si no recuerdo mal, fue Dimitri Tiomkin el encargado de adaptar los pasajes del poema sinfónico según requería el desarrollo escénico del film. Cuando veáis la película, esos fotogramas llenos de poesía, misterio y fuerza, sobre todo cuando son las nubes y las aguas del océano los que los protagonizan, entenderéis a la perfección ese apasionado y extraño casamiento que se logra entre imagen y sonido en el seno de esta obra de arte magnífica. Decía Debussy en una frase lapidaria que el arte es bello, pero que no es cierto, que lamentablemente es mentira. Si él hubiera podido ver esta película, estoy seguro de que hubiera cambiado de opinión. Aunque, claro, quizás cuando el compositor francés decía aquello se refería a otra cosa, pues hay que recordar que este extraordinario artista musical situado a medias entre el simbolismo y la corriente impresionista poseía un universo interno muy peculiar y propio, el cual plasmó en sus obras produciendo toda una revolución en la música culta, quizás mayor que la que produjo unos años después ni más ni menos que un Stravinski con su "Pájaro de fuego". E igualmente no deberíamos desechar las relaciones que Debussy tuvo con gente como el poeta irlandés Yeats y con determinados círculos esotéricos e iniciáticos parisinos liderados por un Papus o un Péladan. Incluso, aunque esto no venga al caso, podría hacerse constar la curiosa amistad que mantuvo con el sacerdote Berenguer de Saunière, cura éste que después se hizo célebre debido a extrañas historias sobre el encuentro de un tesoro en su parroquia de los Pirineos galos. Se trataba, pues, de una personalidad verdaderamente brillante y enigmática la de este revolucionario creador francés, y, claro, a tal individuo tal obra.

Eben y Jennie
Suele ser costumbre acendrada ya en esta nuestra sección que antes de acabar el comentario seleccione una serie de secuencias o de momentos que sean especialmente destacables sobre el resto por su calidad, fuerza o cualquier atributo similar. Me vais a permitir que esta vez me salte la presente y no escrita regla, pues en una película como ésta el llevar a cabo un comportamiento semejante constituiría un verdadero delito contra el Arte castigado con pena capital. Estamos ante un film absolutamente poético, ante un vislumbrar y asomarse al misterio, y en él no debemos destacar ninguna parte sobre otra, pues todo en conjunto forma una trama única y perfecta, donde hasta los más mínimos elementos son necesarios para conseguir el total efecto.

Como no podía ser de otra manera, finalizo mi comentario hablando de la protagonista, de la actriz que da vida, cuerpo y alma a Jennie. Al igual que el personaje de ficción también ella se llamaba Jennie, exactamente respondía al nombre artístico de Jennifer Jones. Mujer soberbia y magnífica, a la que no he sabido nunca si definir como hermosa. Toda pasión, toda nervio, toda frenesí e incluso a veces histeria. Era lo mismo dentro que fuera del plató. Siempre viviendo en el límite, en el tormento y en medio de la fuerza desatada del sentimiento. Tan pronto se convierte en un animal salvaje y sensual hasta el más aterrador extremo como se transforma en la inocencia y en la bondad más increíblemente excelsas. Sin duda alguna que sobreactúa, pues sus ojos, su boca, sus huesudas y delgadas manos, su rictus, su figura toda , todo se contrae y todo expresa los más profundos , a veces virtuosos , a veces no tanto , anhelos y sufrimientos del alma humana. Confieso desde este momento que siempre he sentido adoración por ella, y también, ¿por qué no decirlo?, horribles celos de O'Selznick, que fue su marido. La Jones siempre se encuentra haciendo piruetas en medio de las acciones más desbocadas, pero el Cielo quiere que nunca se convierta en una histriónica o en una farsante barata. En resumen, el personaje y la artista que lo recrea y le da vida unidas en perfecta y dolorosa simbiosis. Gloria eterna para ti, Jennifer Jones.

Retrato de Jennie
Bueno, amigos, tal y como siempre repito, éstas han sido mis pálidas palabras, a través de las cuales he intentando captar y mostraros un poco la esencia de esta magnífica obra de arte. Estoy seguro de que no lo he conseguido, pero al menos he pagado un tanto del tributo que desde que vi esta película me encontraba debiendo a gente como Dieterle, O'Selznick, Cotten y compañía. Como bien rezaba el lema que acompañaba en silencio al rugiente león de la Metro: Ars gratia artis. Mis palabras, sin duda, han sido imperfectas y apresuradas, pues he escrito estas líneas de forma rápida y un tanto frenética. Pero tenía que ser así, pues lo que hay que hacer es mejor hacerlo rápido, de lo contrario llega el olvido y se lo traga todo.

Si Dios Todopoderoso así lo quiere, en mi siguiente entrega para esta sección de Katharsis hablaré de una cinta que nos es casi contemporánea y que según mi entender constituye una verdadera obra maestra del cine , me estoy refiriendo al testamento fílmico de Stanley Kubrick, a su película "Eyes wide shut", su genial y postrera contribución a este mundo de imágenes en movimiento que tanto adoramos el que suscribe y los que leen esto. Me despido de vosotros haciéndoos partícipes de todo mi cariño y mi respeto. Besos de Carmelo Abadía.

Carmelo Abadía

Alfajarín.

Zaragoza, España.

Copyright ©2006 Carmelo Abadía.

Katharsis ha creado una galería de imágenes sobre la película, para que nuestros lectores puedan hacerse una idea y puedan ver algunos fotogramas que quizás les anime a ver la película si pueden hacerse con ella, nuestra revista la recomienda como una auténtica joya del séptimo arte, las imágenes han sido tomadas de la Red, y doy las gracias a todas las páginas que han contribuido con ellas. Deseo que disfrutéis con ella tanto como yo haciéndola. Rosario Ramos:

GALERÍA DE FOTOS DE "RETRATO DE JENNIE"

TÍTULO ORIGINAL: "Portrait of Jennie"
DIRECTOR: William Dieterle
GUIÓN: Paul Osborn & Peter Berneis (Novela: Robert Nathan)
MÚSICA: Dimitri Tiomkin
FOTOGRAFÍA: Joseph August (B&W)
REPARTO: Jennifer Jones, Jospeh Cotten, Ethel Barrymore, Lillian Gish, Cecil Kellaway, David Wayne, Henry Full, Florence Bates
PRODUCTORA Productor: David O. Selznick

1948: 1 Oscar: Mejores efectos especiales.
1949: Venecia: Mejor actor (Joseph Cotten)


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