Tenemos que ser desconcertantes hasta alcanzar la perfección de la poesía (del arte, de la filosofía, de la política--de la guerra y de la paz--). Tenemos que ser desconcertadores como Dios y desconcertantes como la muerte. ¡Tenemos que ser como el Ser! Un gestode posibilidad en esta sociedad que se derrumba ante sus propios "valores" que no sirven para nada. Porque si somos capaces de tocar el imposible, de olfatearlo, de gustarlo, habremos dado un paso hacia lo inadmisible de Dios. Un paso adelante sobre la agnosia de los amigos que nos cierran la puerta del retorno del exilio, que cierran sus palabras alcornoquemente y se niegan homonimiamente a establecer la igualdad con el ángel del otro. Porque el Egoísta es preferible al Apóstata. El Snob es preferible al Superhombre. La Hetera de la casa es preferible a la Casandra del conflicto. Cada cual conoce el tósigo de su corazón, las letrinas burguesas y flemáticas de su alma y cada cual sabe que no hay inocentes ante los invasores, ni ante los espejos del insomnio. Un paso más y podrían ser posibles los poetas.
Pero las celestinas rumian detrás de lo posible, murmuran en las esquinas de lo finito como si estuvieran tragando espinas o como si estuviéramos pasando agujas por el orificio del pene. Un paso más ante lo desconcertante del corazón enamorado y nos escucharán los jóvenes; un paso más contra lo flemático del ser y será posible el desafío ante la nada. Un paso más incierto, secreto, y será posible la independencia de Matria. Un paso antiguo por el ojo de la aguja y seremos místicos, "terroristas", nietzscheanos de verdad y no masturbadores del nihilismo demokrático. Un paso más y habremos derribado al Galán de la cultura del racismo y de la soledad que nos rodea.
A nombre del desconcierto de esta escritura los independentistas del exilio estamos pidiendo, clamando para que casi tres millones de puertorriqueños puedan votar en el 2008 contra la Medusa que gobierna sobre la parsimonia del corazón en ruina. Porque no puede haber demokracia o democracia radical mientras hayan más de tres millones de puertorriqueños que no puedan votar contra la muerte. Casi la mitad del país no vota, no puede votar, le está prohibido, porque la ley demokrática, sus representantes de mercado, no han podido, no han sido capaces de crear una ley que legalice el Caballo de Troya contra los invasores. No pueden votar, porque el independentismo hasta el día de hoy, y a pesar del simulacro de Vieques (movimiento que aconteció a nombre de la "ciudadanía" yanqui de la morgue y no a nombre de la independencia de Puerto Rico; a nombre del "país que no existe" y no a nombre de la nación), ha sido un movimiento de peleles. Un movimeintno de la reacción (de los que reaccionan), pero no de los que poseen una política de liberación. Puerto Rico es el caso más insólito de la libertá, en donde los llamados hombres "libres" votan contra ellos mismos, en donde la demokracia vota contra la libertá, en donde los partidos oficialistas de los zoilos se han opuesto de generación en generación a que los puertorriqueños del exilio voten subversivamente contra los invasores de la Isladel Desencanto. Se han opuesto a que el exilio vote radicalmente contra la nación interrumpida por los invasores. Pero lo que hay que entender desconcertantemente, lo que hay que decir ante la incuria y ante el desorden, ante el sepulturero que vive "bien" colonialmente, es que la INDEPENDENCIA es posible, necesaria y digna. La INDEPENDENCIA es el puente entre la vida y la muerte. Será difícil, desconcertante, pero romperá de una vez y por todas el anonimato de los "hombres seudofelices". Romperá de una vez el simulacro de los hombres-heces, de los hombres-cosas y de los hombres-ratas. Lo desconcertante es viable. Lo imposible es verosímil.¡Independencia, los que vamos a morir te saludamos!
Yván Silén
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