Antonio José Quesada Sánchez

    
EL MARQUÉS DE IRIA FLAVIA, CON PERDÓN, SABÍA ESCRIBIR

     Nunca pensé que me iba a ocupar tanto del Marqués de Iria Flavia, don Cela, Camilo José (CJC), pero como sigo siendo un niño, cuando me tiran de la lengua salto. Y vuelvo a la carga con Cela, espero no cargar a nadie con el tema ni dejar bajas por el camino, entre líneas.

     Varias lecturas me han inducido a volver a escribir del Marqués de Iria Flavia (si me leyera, seguro que le gustaba el tratamiento que le doy: me han dicho que en su lápida no pone más que eso). De entrada, un par de artículos publicados en "Rebelión", demoledores con el personaje, tanto desde el punto de vista literario como personal. Por otra parte, Ian Gibson y su "Cela, el hombre que quiso ganar" (corrijo: yo diría "el hombre que ganó"). Ambos me hacen entrar al trapo también, a ver si enfango más la cuestión.

     Creo que debo poner las cosas más claras (o más turbias, cualquiera sabe). Y es curioso: nunca me interesó Cela hasta hace un par de años. Hasta entonces, había disfrutado de "La familia de Pascual Duarte", "La colmena" y "Viaje a la Alcarria", como todo hijo de vecino,y me había arrastrado por algún otro texto suyo sin demasiado éxito. Además, me era profundamente antipático, siempre con cara de asco, arremetiendo contra maricones, rojillos y mirando de reojo para alguna casa de putas, para hacer las cosas como Dios manda y terminar jodiendo a alguna niña de pueblo. No, no me era simpático el Marqués, no. Además, hacía no sé qué cosa con el culo, tragando agua de una palangana o así, y eso siempre me dio miedo cuando era niño.

     ¿Y cuándo me caí del caballo y me interesé por el Marqués? Fue la lectura de "San Camilo, 1936" la que lo provocó (ahora leo que para Gibson es su mejor obra; no estoy de acuerdo, pero es muy buena). Y una me llevó a otras: por mis manos pasaron la genial "Mazurca para dos muertos", el poético "Oficio de Tinieblas, 5", "La cruz de San Andrés" (lean las páginas de Gibson sobre este tema: da que pensar lo del plagio) y la menor "Madera de boj". Otras cosas suyas nunca me interesaron, y siguen sin interesarme, por ejemplo "Cristo versus Arizona", sus artículos de opinión siempre sin vida (con razón envidiaba a César González- Ruano), su poesía clásica, su teatro desconocido o sus relatos breves. Descubrí que ese escritor antipático, pesetero, machista, ambicioso y pedante podía escribir grandes cosas. Y admiré algunos de sus libros.

     Lo otro, esto es, su intento de ser delator con nómina para el Estado franquista, sus delirios de grandeza (se ponía malo y teníaa la cabecera de la cama a las personas más poderosas de Galicia: la marquesa de Fenosa, Fraga y el Obispo de Santiago), su matrimonio con "Marina mercante" (según era conocida en amplios círculos), el plagio, su fobia contra los homosexuales, contra la izquierda y el PSOE, sus amistades de la jet, su desprecio por los otros escritores (en algún caso, fruto de la envidia) y por todo lo que ignorara (por usar términos machadianos, con perdón de, Marqués de Iria Flavia, que era de los otros), todo eso me hacen encuadrarlo adecuadamente.

     Pero, una vez encuadrado, debo reconocer que el Marqués tiene varias obras maestras, varias buenas novelas y que me ha hecho disfrutar de la literatura alguna vez. Que luego pueda no tener por donde cogerlo, desde el punto de vista ético, ése es otro tema.

     Lo que me dolió del Marqués, como le pasó a Umbral, es que después de recibir el Nobel no se pusiera el jersey de cuello vuelto y se sentara a escribir alguna otra obra maestra. Y se dedicara a pasearse por las fiestas de la jet set, entre reaccionarios, curas y democristianos sin oratoria (un reaccionario con oratoria es maravilloso: léanse González-Ruano, Foxá, Jardiel Poncela o Borges, por poner algunos ejemplos). Porque el Marqués sabía escribir y lo demostró. Puede que no llegara a algunos, o que no nos llegaran algunas de sus obras, pero nadie puede negar que sabía escribir.

     Aunque, si se piensa fríamente, tampoco tenía necesidad de escribir, ya, después del Nobel, para qué engañarnos. Podía dedicarse a ganar dinero a manos llenas, a pasear su marquesado por salones principescos, a joder de vez en cuando a una rubia muchos años más joven que él y a cagarse en la puta madre de quien le viniera en gana. Con dos cojones.

Antonio José Quesada Sánchez
Profesor de la Universisdad de Málaga.
Doctor en Derecho.

Málaga [España]

Copyright ©2005 Antonio José Quesada Sánchez.