MAZANDO
EL MAR DE LECHE
a la manera de J.L.B.
Norbert-Bertrand
Barbe
MAZANDO EL MAR DE LECHE
a la manera de J.L.B.
Sentados en las profundas butacas
de profusos cojines de seda rosada y amarilla pálida del
traspatio de la casa managüense de PGR, perdidos en la admiración
del cielo rojizo sobre el que destacaban las flores moradas y cruciformas
de las granadillas, conversabamos los tres, el huesped nuestro,
David Ocón y yo.
El vaso en mano, Ocón sostenía
que en la página 5 de su artículo "Sandino
y la redención de los oprimidos" del número
del 2 de marzo de 1985 del periódico Ventana Cultural,
JEA defendía la idea de que la liberdad, en cuanto verdad
superior y última, sólo puede expresarse en forma
aleatoria, y ante todo efímera.
Al parecer, para sostener su punto
de vista, el "polígrafo" se basaba en otro
artículo, cuyos desarrollos eran alegaciones e interpretaciones
de la carta dirigida a Augusto C. Sandino por Alemán Bolaños
desde Guatemala, el 30 de diciembre de 1930.
Siempre propenso a acudir a la metáfora
tal Sócrates, con su agudo espíritu polifacético
de docente, PGR nos hizo notar la correspondencia numérica
entre el día y el año de la carta mencionada por Ocón.
Leedor asiduo de la cábala
y el Libro de los números innumerables, por lo menos
en la traducción que ofreció Lino Argüello, antes
de su regreso de México, y que publicó, en un número
especial la ya difunta editorial Alemana a finales de 1934, me integré
a la conversación, hasta el momento sostenida por mis buenos
amigos, ocupado que estaba en disfrutar del casi silencio de la
noche de mayo.
Hicé chocar el hielo contra
el vidrio de mi vaso, y me incorporé en la mecedora antes
de recordarles que en el XXII volumen de la Enciclopedia Larousse,
edición de 1871, en mi opinión mucha mejor fuente
de información que la Enciclopaedia Britannica, a
pesar de lo que puede pretender el argentino Borges, se reseñaba
la posible fuente latina de dicha idea de la imposibilidad de una
felicidad perenne. Ya presente en la introducción al Quart-Livre,
y en otras muchas partes probablemente, la noción se volvía
metafórica en el famoso motivo de los dos augurios, los cuales
no pueden verse sin reir, según transmite la tradición.
Al acercarse a nosotros un papalotón, que inicialmente David
creó ser colibrí revoloteando, los tres, en silencio,
comprendimos que es en la oscuridad que sirve la luz. Y enfrentándose
a ellos que reflejan los espejos.
Al día siguiente, esta vez
en la lobregona casa de campos de David Ocón, en la que descansaban
ídolos de piedras negras sobre pedestales de marfil, y cuyas
paredes picadas de formas ovaladas se adornaban todas de afiladas
lanzas de mano africanas de cobre de un color anaranjado asemejando
el oro, con un aire de violín tocando una sonata petersburguesa,
David nos enseñó el segundo opúsculo de la
Secretaria de Educación Pública, donde se consideraba
cómo, en sentido narrativo, podía Villiers, autor
reconocido y publicado, habiendo sacrificado al diario y el pago
por línea y cuartilla, en "Dos Augurios"
(1883) contraponer crualmente escritores de iguales méritos.
Pues, sencillamente, defendía el autor del texto - las fuentes
siendo de misma índole, y rechazando el opúsculo la
perspectiva meramente estética porque, dice, de los gustos
no se puede discutir -, no podemos expresar juicio de valor acerca
de estas obras, dado que sólo, tal y como plantea Villiers,
pueden publicar los que no tienen talento, y peor los que no tienen
talento, pero argolla sí.
O sea, dicho de otra manera, los
autores desconocidos, por no encontrar nunca editor, siendo obligatoriamente
mejores en su forma que los que publican, por la simple y sencilla
razón que, a diferencia del que tiene fama desde los primeros
escritos, el que el éxito huye esmerándose más
y más, es obvio que debemos maldecir y abstenernos de leer
las obras publicadas, incluso los "Dos Augurios"
de Villiers. Cabe precisar que, evidentemente, los trabajos de análisis
e interpretación literaria siendo científicos, mas
no estéticos, pueden leerse sin problema, ya que no se integran
a lo denunciado.
De misma manera, nosotros, lectores, deberíamos ponernos
en huelga, de manera a que entiendan los diarios y los editores
que sólo deberían publicar a los que no publican,
dejando de publicar a los que publican.
Lo que, en un primer tiempo crearía algunos inconvenientes,
como un retraso cierto en las ediciones, en particular cotidianas,
pero no hay que dudar de que, con todos los años de antelación
que llevan los autores inéditos de textos encajonados listos
para publicar, en un mes todo volvería a la normal. Sin más
ni más.
PGR, siempre atento a los elementos subyacentes de las dialécticas
modernas, opusó que aparecía la propuesta ésta
como una manera irónica de menospreciar a los autores inéditos,
una burla, más que propiamente dicho como manifiesto en contra
de la literatura publicada.
Algo malumorado, David le respondió que tal vez influía
en su perspectiva su cargo como Primer Secretario de la Liga Nacional
de Autores Publicados.
Intenté exponer que, tal vez, no se trataba ni de una burla
sencilla, ni de un manifiesto, sino de un estudio sin mayor pretensión
que dar cuenta de un estado de hecho, aun si, como mis amigos, tenía
algunas dudas en cuanto a la llamada final a la huelga generalizada
de los lectores. También porque me preguntaba si, al publicar
autores desconocidos, los editores no caerían en lo mismo,
ya que el no ser publicado tampoco es una prueba de mérito
literario. Al mismo tiempo me preguntaba si David y PGR habían
pensado en ello.
Además, me parecía
más factible el retorno al principio original de autopublicación
de los siglos anteriores, o sea, sin editores, cada autor contratando
directamente a la imprenta para sacarle sus textos.
Desgraciadamente, me hicieron realizar
mis dos amigos, con mucha razón, que ahí también
volveríamos a lo mismo, el autor con dinero o connaissances
encontrando siempre el público, mientras el que no tendría
para pagar publicidad, librería, seguiría desconocido
y pobre.
Nos convencimos finalmente de que
la vida seguiría su rumbo sin espada ni duelo, funesta e
inmemorial, con literatos generados en las llamadas "haciendas
paternas".
Al tercer día, o mejor dicho
a la mañana del tercer día, cuando, despertándome,
Doña Margarita Chamorro me presentó el paquete de
libros que esperaba desde meses, y me llegó en el preciso
momento en que me ponía mis calcetines, entró David
y se sentó al borde de mi cama, agotado y sin respiración,
el pelo rebelde. Fue cuando sonó el teléfono, era
PGR que, al igual que David, quería anunciarme la muerte
de nuestro joven coetáneo: Héctor Avellán,
al parecer muerto en los baños de la ArteFactoría,
durante una inauguración fatal.
Parece que la instalación con bananos de Raúl Quintanilla,
que llevaba bugías y grandes hojas de palmas, había
tomado fuego, destruyendo la galería, las hojas ramificadas
por Raúl en un intento de representar la red de dependencia
de los países del istmo, tanto ante el dinero extranjero
como entre ellos, cambiándose de pronto en una telaraña
de la que Héctor no pudo salirse, teniendo, para protegerse,
que encerrarse en los baños, donde no tuvo más alternativa
que morir sofocado.
Creo que para nosotros tres esto
fue la conclusión trágica de nuestras investigaciones
y reflexiones acerca de la fama: el joven poeta muerto nos permitió
entender, al menos, que la fama era volátil.
Por mi parte, el más pobre
de los tres en sentido financiero, nuestra discusión y su
epílogo me confirmó en lo que siempre pensé:
mejor es morir joven, con la fama y algo de dinero, que viejo, desconocido
y en la perra calle.
En cuanto a la calidad de las obras
de los unos o los otros, pues, no sabría yo elegir o decidir,
no soy ni quiero ser jurado en las bienales y concursos, no quiero
otorgar premios de belleza a jóvenes doncellas, no pretendo
que mi juicio sea mejor (o peor) que él de cualquier otro,
mas tampoco me resigno a pensar que lo que se publica sea lo último,
tampoco lo mejor.
Sería fútil y mentiroso. No. Pero creo, como Arjona,
que si el Norte fuera el Sur, todo sería igual, o tal vez
un poco peor.
También pensé, pero tal vez fuera de lugar, al oir
a Jessica Sympson en esta mañana sin nubes que, a pesar de
su juventud, también sus pedos hedían, y que, dentro
de unos veinte años, ya sin el amparo de su hermosa juventud,
hedieran más todavía, por lo de las arrugas.
Carabobo, día y noche de Pentecostés,
04
Norbert-Bertrand Barbe
Dr. en Literatura Comparada.
Francia.
Copyright ©2004 Norbert-Bertrand Barbe.
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