RÁPIDA
BIOGRAFÍA DE LA REALIDAD HISTÓRICA SEGÚN IGNACIO
ELLACURÍA.
Norbert-Bertrand
Barbe
RÁPIDA BIOGRAFÍA
DE LA REALIDAD HISTÓRICA SEGÚN IGNACIO ELLACURÍA
En su artículo "Figuras y símbolos de nuestra
América", Roig plantea que "la ideología
de la "femenidad" y de la "vegetalidad" de América
se ha mantenido viva y aún sigue siendo esgrimada por ciertas"teorías"'
de la cultura que no hacen sino prolongar formas discursivas opresivas"
(1). "América es lo feminoide, lo abisal... El "Ser"
- categoría por excelencia del pensar europeo - es lo masculino,
mientras que el "Estar", categoría que expresa
lo americano, es lo femenino" (2). "Mas se trata
en este caso, y de ahí lo forzado, de un ser que es por sí
nada más que subjetividad. La objetividad, vale decir, la
universalidad que alcanza su máxima expresión con
el Estado, es, por el contrario, fruto de la racionalidad en cuanto
propia del varón. El conflicto lo ve - y en esto no sin apartarse
de la visión que expresa Sófocles y a través
de élla viejísima racionalidad patriarcal - entre
las leyes oscuras de la tierra ("tellus") que se expresan
a través del ser femenino y las claras, apolíneas
y por eso mismo universales, del principio masculino" (3).
La problemática rebozaría entonces en llevar "la
subjetividad creadora" a "una nueva eticidad"
(4).
Se trata en realidad de deshacer el discurso opresivo, oponiéndole
formas no arquetipales de pensar, formas minoritarias de aproximarse
al mundo. No podemos más aquí que devolver el lector
a nuestros trabajos anteriores sobre Arturo Andrés Roig
y el Problema epistemológico y "El problema de
la praxis en la filosofía latinoamericana" (5).
Señalaremos sin embargo que la pretensión a la universalidad
es lo que permite a la conciencia que tenemos de nuestra propia
circunstancialidad no encerrarse "en el cumplimiento de
oscuras leyes de la tierra o de la naturaleza, sino (luchar)
por una subjetividad creadora" (6). Tal opinión
nos obliga a revisar la teoría de la "razón
sintiente", significativamente desarrollada por Zubiri
en América.
Para ello, nos parece que un punto de partida posible es la Filosofía
de la realidad histórica de Ignacio Ellacuría,
ya que acercarse a la relación circunstancialidad-universalidad
del sujeto implica definir éste dentro de una historicidad
objetiva, objetiva por lo menos en cuanto fenómeno extrasensorial
que envuelve el sujeto histórico en circunstancias y relaciones
interpersonales, conforme las tesis fundadoras de Dilthey. Tres
razones principales nos llevan a elegir el texto de Ellacuría
más que cualquier otro: primero la cercanía de Zubiri
y Ellacuría que no tememos de comparar con la de Sócrates
y Platón o la de Marx y Engels por la rareza de tal comunión
de ideología entre los pensadores en el mundo filosófico.
Segundo el carácter de trascendencia del texto de Ellacuría,
ya que es el más completo compendio y análisis de
las posiciones de Zubiri que se puede hallar, y que por eso justamente
adquirió un sumo grado de popularidad en los estudios zubirianos.
Además la misma categoría de "razón
sintiente" tuvo tanta repercusión que dejo de pertenecer
a Zubiri para volverse más generalmente zubiriana. Tercero,
de alguna manera el estudio del libro de Ellacuría que trata
de la praxis histórica entendida en la perspectiva
zubiriana remata con lo expuesto en nuestro propio trabajo ya citado
sobre "El problema de la praxis en la filosofía latinoamericana".
La edición del libro de Ellacuría por Antonio Gonzaléz
(7) propone una organización del texto fiel al original,
a pesar de los cambios segundarios (8) que no modifican en nada
el orden lógico del texto mecanografiado en 1985 por el autor.
Seguiremos entonces en nuestra lectura la succesión de los
capítulos tal como aparece en la edición de la UCA
de El Salvador, que consta de cinco capítulos más
una introducción y una conclusión.
En la introducción se plantea la orientación hegeliana
de Zubiri, con excepción de la identidad total según
Zubiri entre filosofía y metafísica (9) que no es
una idea propiamente hegeliana (10). La dialéctica se considera
aquí en un "dar de sí" (11) - el
ejemplo al que recurre Ellacuría es el de Cristo -, en la
que la transformación implica un cambio cualitativo (12),
no especificado (13), pero que permite diferenciar la historia,
que se atiende puramente a los hechos, y la realidad histórica
como metafísica en la que el hombre es quien procesa la historia
(14). El primer capítulo, dedicado a "La materialidad
de la historia", llega lógicamente respecto de las
anteriores aclaraciones a distinguir historia natural e historia
humana esencialmente definida como proceso no genético de
transformación y (siguiendo implícitamente la Biblia
más que el materialismo) por el trabajo como necesidad propia
del hombre. El segundo capítulo, que se interesa por "La
componente social de la historia", distingue el desarrollo
de la formación económico-social que hace del individuo
una mera creatura (15), de la consciencia personal que lo desarrolla
como ente propio. Ellacuría niega, apoyándose en varios
autores desde Ortega y Gasset hasta Henri Berr, la consciencia colectiva,
ya que según él la interpretación del proceso
social se queda siempre al nivel de hipótesis extraídas
del entendimiento individual (planteamientos irremediablemente subjetivos
que en ninguna circunstancia pueden objectivizarse entonces), en
el enfrentamiento de éste con el grupo como globalidad. De
ahí que el tercer capítulo, sobre "La componente
personal de la historia", niega de alguna manera la realidad
social, afirmando la supremacia del Yo y del Superyo en las relaciones
interpersonales. El cuarto capítulo reduce así, basándose
en Bergson, Heidegger, y en particular en Hegel, "La estructura
temporal de la historia" a un fenómeno de espera-esperanza
(según términos de Ellacuría) que evoluciona
del "desde" al "a" (16) y lleva
el hombre a "un ser en mientras" (17), puesto que
como vimos en la introducción es el movimiento (o dialéctica)
el que define al ser humano. El quinto capítulo, sobre "La
realidad formal de la historia", llega consecutiva y finalmente
a entender la historia como biografía y praxis en
la que realizándose a sí mismo el individuo actúa
sobre el otro. La conclusión amplia esta idea a la de la
historia como siempre abierta (hacia la espera de algo o alguien),
y del conocimiento de Dios a través de una praxis
personal.
La concepción biográfica de la historia como proceso
de toma de consciencia de sus circunstancias por el individuo, lo
cual favorece la emergencia y el desarollo de la praxis integradora
de la experiencia en la realidad intramundana, se relaciona con
las tesis de Roig o Cerutti, ya que ello cuestiona implícitamente
la realidad subjetiva como expresión de un discurso opresivo
(verdad universal, masculina), al mismo tiempo que estipula la necesidad
de la asunción de consciencias no globalizadoras como proceso
crítico ante el arquetipo.
Sin embargo en la teoría materialista
(18), la "forma" (en
el sentido aristotélico causal, concomitante del material,
de la existencia corporal - o envoltura real - del objeto o del
ser) - como condición de existencia - del movimiento de la
materia se rigen por leyes específicas cuyo estudio, en particular
respecto de las formas y causa del trabajo en la actividad y el
ser humano, nos lleva a comprender y criticar las condiciones materiales
de la historia como proceso social objetivo ante que ideal o subjetivo.
Ellacuría, al negar el carácter social de la historia
(más todavía, en su aspecto "formal"),
reafirma la posición predominante del hombre interior, ontológico
en vez de antropológico, combatido por Roig y Cerutti, así
como anteriormente por los materialistas de los que Ellacuría
pretende retomar sus conceptos y lexicografía. Igualmente
proponiendo en una perspectiva cristiana una concepción del
ser como "ser en mientras", Ellacuría rechaza
implícitamente la posibilidad de cualquier discurso crítico,
ya que a la vez acepta el estado de hecho como status quo
a través del principio de espera-esperanza, y reduce todo
antidiscurso a un simple discurso contrario (19). Pues, sin marco
general de estudio se desvanece no sólo la posible referencia
no biográfica (la historia no siendo más que relato
- de la experiencia personal de la vida -, el "fictum"
de Zubiri citado por Ellacuría), sino más generalmente
cualquier interpretación transpersonal (del Yo al Otro) en
una mera relación interpersonal (del no-Yo al Yo). Finalmente
nos encontramos aquí frente a una concepción de la
realidad como aspiración inconsciente del Yo a Dios, la acumulación
de los egos individuales no siendo más que un supersujeto
y el dato objetivo la ocasión de experiencias del Yo como
mero nexo dentro del progreso hacia un fin preestablecido, ilimitado,
siempre en devenir, Dios que preexiste como ser omnimodo a las acciones
individuales. Por lo tanto, esta perspectiva puramente idealista,
contraria en buena medida a la orientación materialista objetiva
(o por lo menos objetivizante) de la filosofía latinoamericana
contemporánea, a pesar de retomar una terminología
semejante, nunca llega más que a un simple modo de ser, aprehensión
fenoménica de las teorías de Schelling, Whitehead
y Heidegger (20). Un fenómeno similar ocurre en el llamado
neo-marxismo (que sin embargo parece más al hegelianismo)
de la Escuela de Francfort, especialmente perceptible en la obra
de su máximo exponente: Herbert Marcuse.
NOTAS:
(1) Arturo Andrés Roig, "Figuras y símbolos
de nuestra América", Cuadernos Americanos, No 34, julio-agosto
1992, pp. 174-175.
(2) Ibid., p. 175.
(3) Ibid., pp. 175-176.
(4) Ibid., p. 177.
(5) N.-B. Barbe, Arturo Andrès Roig y el
problema epistemológico, Managua, Dpto de Filosofía de la Universidad
Nacional Autónoma de Nicaragua, 1ra ed. Noviembre de 1998, 2da ed.
diciembre de 1998; y "El problema de la praxis en la filosofía
latinoamericana", El Nuevo Diario, 23/11/1998, p. 11.
(6) Roig, p. 177.
(7) Ignacio Ellacuría, Filosofía de la realidad
histórica, San Salvador, UCA, 1990.
(8) Ibid., p. 11.
(9) Ibid., p. 25.
(10) Sobre la relación entre filosofía y metafísica,
v. también Jacobo Kogan, Literatura y Metafísica, Buenos
Aires, Nova, 1971.
(11) Ellacuría, p. 34.
(12) Ibid., p.40.
(13) Ibid., p.44.
(14) Ibid., p.43.
(15) Ibid., p.305.
(16) Ibid., p. .21.
(17) Ibid., p. 485.
(18) F. Burlatski, Materialismo histórico,
Moscú, Progreso, 1982.
(19) V. Roig, Teoría y crítica del pensamiento
latinoamericano, México, Fondo de Cultura Económica, 1981.
(20) V. Kogan, pp. 62-72,74 y 78.
Norbert-Bertrand Barbe
Dr. en Literatura Comparada.
Francia.
Copyright ©2004 Norbert-Bertrand Barbe.
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