REFLEXIONES
SOBRE EL ORIGEN DE LA FILOSOFIA LATINOAMERICANA
(A PARTIR DE LA LECTURA DEL LIBRO: INTRODUCCION A LA HISTORIA
DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO
DE BIRGIT GERNSTEMBERG Y KARLOS NAVARRO).
Norbert-Bertrand
Barbe
REFLEXIONES SOBRE EL ORIGEN
DE LA FILOSOFIA LATINOAMERICANA
(A PARTIR DE LA LECTURA DEL LIBRO: INTRODUCCION A LA HISTORIA
DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO
DE BIRGIT GERNSTEMBERG Y KARLOS NAVARRO)
La base ideológica del discurso
acerca de la filosofía latinoamericana no puede obviarse,
tampoco que la necesitad de aclarar su afirmación como, para
citar Leopoldo Zea, "filosofía sin más".
Ideología doble, ya que por una parte se expresa mediante
la auto-definición secular de que la filosofía nació
en Europa, y por otra da cuenta de las relaciones de poder con el
discurso latinoamericanista y el llamado no occidental en
general.
Obviamente, hablar de filosofía o plantearse lo que es filosofía
tiene que remitirnos al conjunto de categorías, y por ende,
hacia las fuentes, a las preocupaciones de la filosofía desde
los que le dieron su nombre: los antiguos griegos. Así que
hablar de una filosofía que no sea propiamente filosófica,
sino que otra cosa, en particular mítica, como sería
según los mismos latinoamericanos su filosofar, no puede
tener sentido.
En contraparte, no sólo Pitágoras lleva las primeras
bases (matemáticas y religiosas) de la filosofía clásica
de Egipto y de la Asía Menor, sino que en los comienzos de
los estudios lógicos, fundamentos de la filosofía,
destacan los chinos Mo Ti (Mo Tseu) (479-381 a. J.C.?), Sin Tseu
(315-236 a. J.C.?) y Tchuang Tseu (finales del s. IV a. J.C.). Así
que se derrumba el mito del nacimiento de la filosofía en
Grecia.
Tenemos ahora dos elementos en manos:
que la filosofía tal como la conocemos deriva obviamente
de teorías no occidentales, pero que el llamado sistema filosófico
clásico nace cuando se le da nombre en la misma Grecia. Lo
que implica a la vez la ausencia de solución de continuidad
histórica entre pensamiento occidental y no occidental (se
conocen por ejemplo en los primeros siglos de nuestra era la importancia
del movimiento filosófico y lógico Nyaya de India
- con el Nyayasutra, primero de los tratados de lógica
nranhmánica que se posee, fechado en el siglo I - así
como la transmisión en línea directa y exclusiva de
la herencia clásica greco-romana al mundo árabe, después
de la invasión de Europa por los bárbaros nómadas),
y la idea que los centros de interés desarrollados por la
filosofía - siempre y cuando se pretende hablar de lo que
es filosofía - deben revisarse en función de las normas
griegas y posteriores.
En otras palabras, la historización de la cuestión
filosófica nos lleva a plantear que no tiene vigencia un
concepto no creado: el término filosofía, con sus
particularismos, nos viene de los griegos. No se le puede contraponer
otra forma para-filosófica de pensamiento que le sea similar
para justificar el carácter filosófico de formas ideológicas
no propiamente filosóficas. Sin embargo, nos damos cuenta
de que las preocupaciones de la filosofía tal como la heredó
el mundo árabe y europeo de los antiguos greco-romanos eran
comunes a menudo no sólo a los pueblos de la gran Grecia,
del litoral mediterráneo y de la Asía Menor, sino
también a todo los pueblos desarrollados de Asía.
Otro elemento previo que se debe de tomar en consideración
es la importancia religiosa del primer filosofar. Sin embargo este
carácter religioso del filosofar no implica adecuación
o identificación entre filosofía y religión.
De hecho, idénticamente la medicina en sus primeros intentos
se acercaba mucho al chamanismo, sin que por lo tanto ni en sus
desarrollos posteriores ni en su función inicial se la pueda
asimilar así no más a una mera práctica religiosa.
Es decir, de la misma forma que las ciencias como la astronomía
se desprenden de la filosofía, sin por lo tanto confundirse
con ella, o peor en el caso referenciado con la astrología,
filosofía y medicina se desprendieron como formas particulares
del pensamiento de expresiones anteriores del pensar con la que
ya no tenían más que parentesco. Para aclarar esta
última idea, citaremos a nuestro maestro Claude Frontisi,
profesor de Arte Contemporáneo en la Universidad de París
X-Nanterre, cuando, respondiendo a las críticas formalistas
hechas a Pablo Picasso y el arte abstracto, las cuales afirman que
cualquier niño pudiera producir obras de este tipo, él
recordaba la diferencia fundamental entre Picasso desconstruyendo
las formas clásicas de representación de las que tenía
perfecto dominio, y un niño que intenta ingenuamente construir
su mundo a partir de su incapacitad de dibujante. De lo mismo, mientras
el pensamiento mágico y la religión, si bien son sistemas
cerrados y por ello mismo lógicos en sí, se proponen
conceptualizar y dominar como dice Alfonso Caso el mundo circundante,
la filosofía, la medicina, la astronomía o la matemática,
aun en sus primeros balbuceos, intentaron desencadenarse de sus
inmediatos antecedentes que son los modos de pensar ilógicos
y religiosos, construyendo estructuras normativas y funcionales
de aprensión objetivas del mundo. Mientras la religión
se quedó en el plano de lo dado y de lo inmediato, o sea
de la concepción subjetiva que se puede tener de la realidad,
en sus logros como en sus malogros la ciencia y la filosofía
evolucionaron hacia un permanente intento de racionalización
y objetivización de esta misma realidad.
Todo lo anterior nos lleva a replantear
la concepción que comúnmente se tiene de la filosofía
latinoamericana como derivada de la cosmogonía precolombina.
Idea poco sensata a pesar de todo: primero porque precisamente se
perdió casi por completo la herencia intelectual de los antiguos
pobladores de América; segundo porque como acabamos de apuntar
hay una gran diferencia entre lo mágico y lo filosófico,
lo filosófico como metalenguaje intentando siempre extraerse
de las formas primigenias de lenguaje y pensamiento, los cuales
más bien vienen a ser su material de estudio (lo vemos no
sólo en el plano religioso o estético, sino también
político con La República de Platón
o De la Tiranía de Jenofonte); tercero porque, como
lo asientan paradójicamente los autores que plantean esta
supuesta continuidad entre lo precolombino y lo colonial, los primeros
textos filosóficos de América Latina son históricamente
siempre el hecho de jesuitas o cristianos colonizadores(1),
emergiendo a partir de la adquisición sino de un discurso
por lo menos de una voz propia dentro de las academias y las instituciones
escolásticas y más tarde ilustradas, por ello mismo
directamente influidas por los discursos europeos (2).
Por todo lo anterior, la filosofía
latinoamericana se expresa dentro de la tradición filosófica
europea y griega, y el oponerla como un ""filosofa(r)"
por intuición, sensibilidad o impresionismo... obra dispersa"
a "la fría condición del tratado sistemático
y escolástico, típica del mundo occidental"
(3) no tiene razón, ni histórica
(ya hemos señalado el origen de hecho escolástico
del filosofar latinoamericano) ni lógica. ¿Pues, como
podemos oponer textos filosóficos a textos que sencillamente
no lo son? Sin embargo los poetas y críticos Alvaro Urtecho
y Erwin Silva (4) lo hacen, por la misma
tradición e ideología criollas de finales del siglo
XIX de lo propio - lo mestizo de doble raíces hispánicas
e indígenas - como distinto de lo europeo, afirmación
que lleva a buscar en lo precolombino una herencia que no hay (salvo
si consideramos que las especulaciones y logros matemáticos
de los pueblos precolombinos fueran lo más cercano a preocupaciones
filosóficas en el sentido lógico y también
histórico, por derivación de lo que ocurrió
en el ámbito eurasiático y transplante comparativo
al contexto americano), y a obviar toda la rica tradición
filosófica latinoamericana reemplazándola en el pensamiento
sobre sí mismo por el exclusivo trabajo literario ("es
decir, tenemos un Sarmiento, un Martí, un Paz, un Rodó
o un Alfonso Reyes, pero no un Platón, un Kant o un Hegel",
Urtecho, ibid.; "... Pedro Enrique Ureña, de República
Dominicana y... José Enrique Rodó, del Uruguay, de
quien nuestro Rubén Darío dijera: "José
Enrique Rodó es el pensador de nuestros tiempos,...""
(5)), que tampoco es filosófico, tratándose una vez
más de un lenguaje, no de un metalenguaje.
Satisfaciendo tanto las ideologías
occidentales (ausencia de formas de pensar realmente concretizado
fuera de Europa) y no occidentales (inscripción en la posición
martiriológica en la que los teóricos de la dependencia
ya han reconocido la necesidad de mantenimiento de la oligarquía
nativa en su situación de poder), se encuentran tales contrasentidos
en el pensamiento africano (criticados a su vez por Mongo Beti,
que precisa la educación en el exterior de la clase dominante
como uno de los rasgos explicativos de la apropiación del
discurso ajeno). Así podemos registrar en la última
página del Nuevo Amanecer para la Fiesta de Santo
Domingo del 2002 el texto de un nicaragüense resaltando lo
"festivo" de la cultura nacional, mientras sabemos
que tal tema se emplea en la literatura y el pensamiento occidental
para definir sociedades todavía en estado de barbarie, lo
que pudimos averiguar también en la tesis de maestría
de la Lic. Laure Vhernes sobre Los fotógrafos mexicanos
contemporáneos, dirigida por Claude Frontisi e defendida
en la Universidad de París X. De lo mismo, como editor tuvimos
la ocasión de recibir para publicación la tesis de
doctorado de una profesora de universidad francesa, tesis sobre
un novelista cubano de tendencia "exteriorista" e histórica,
lo que llevaba la autora a plantear: primero la ausencia (¿?)
de una historia científica en Cuba, así como de un
estudio de su propia historia por parte de los cubanos, segundo
una crítica histórica del material novelesco por ella
elegido como si se tratara de un trabajo científico y no
de una mera obra literaria, y todo ello al margen, obviamente, de
la amplia discusión de los filósofos latinoamericanos
sobre la historia como relato y el relato de la historia que además
ellos llevan a cabo dentro del marco de una revisión y crítica
de la historia colonial.
Es, pues, curioso que los estudiosos de la filosofía latinoamericana,
después de recurrir su historia, vean en ella no una forma
peculiar y propia de apropiación del discurso filosófico
clásico, sino una manera de pensamiento inconsistente y volátil,
fundamentado en creencias precolombinas que, si bien conforman un
universo cosmológico y cosmogónico complejo y completo,
lógico en sí, no pueden alcanzar jamás, como
lo subraya muy bien Urtecho, el carácter analítico
sistemático de una epistemología cualquiera.
Suponiendo que los autores Birgit
Gernstemberg y Karlos Navarro hayan revisado sus primeras páginas
después de acabar con su obra, que sin duda alguna es el
compendio más indispensable hoy en día en Nicaragua
y la visión más seria que se haya dado en el país
de la evolución filosófica del pensamiento latinoamericano,
nos preguntamos: ¿cómo han podido ellos seguir pensando
que se fundamentaba el filosofar latinoamericano en la cosmogonía
precolombina? Lo que, resaltando nuestra crítica a la idea
de la filosofía latinoamericana como objeto parado en el
tiempo, inmóvil y al fin inactual, lleva los autores a utilizar
como punto de partida para explicar la conquista al texto titulado
La conquista de América - El problema del Otro del
pequeño y pésimo barthesiano Tzvetan Todorov. Prueba
de la ideología subyacente a la concepción del filosofar
latinoamericano como filosofar no sistemático, Gernstemberg
y Navarro, siguiendo ciegamente a Todorov (ibid., pp. 16-24),
asumen su reescritura de la historia en sentido eurocéntrico,
al oponer el ensimismamiento no lógico del pensamiento indígena
a la capacidad de comunicación de los europeos conquistadores,
cuando muy bien se sabe que al contrario el reconocimiento y la
apertura al otro fue más rápida por parte de los indígenas
que por parte de los españoles obsesionados por su reciente
liberación de los moros (véase todavía hoy
en día las expresiones populares sobre cristianos y moros),
o por parte de los europeos en todo el proceso de conquista, apropiación
y robo de las tierras americanas por razón de la supuesta
incapacidad de los indígenas no cristianos a asumir la propiedad
de sus bienes.
En este sentido, es evidente la permanencia
del discurso dominante en las aproximaciones al pensar latinoamericano.
Parafraseando a Arturo Andrés Roig, diríamos que el
libro estudiado, pensando el filosofar latinoamericano, se queda
en sus premisas en el puro "discurso contrario"
sin llegar a asumir un "discurso en contra". Dicho
de otra forma, y en palabras de Franz Fanon, dentro de la hegeliana
relación amo-esclavo, el esclavo no sólo es esclavo
del amo, sino también de los modos de pensar impuestos por
el amo, como en nuestro caso preciso la idea de la imposibilidad
de los no occidentales a asumir una forma de pensar coherente y
racional. Lo que, claro, es totalmente erróneo.
Ahora bien, quisieramos terminar
con una necesaria aclaración: no negamos el legado precolombino,
y tampoco lo menospreciamos. Nuestro propósito no es reducir
el pensamiento latinoamericano a lo europeo, ya que, como hemos
dicho al inicio, no hay especificidad real de los objetos del filosofar
europeo respecto de los demás filosofar de la época
antigua en adelante, sino evidenciar que la filosofía latinoamericana
se define como filosofía de por sí, ya que se relaciona
internamente en su historia y su evolución con dichos objetos.
Eso sin que, desgraciadamente, por culpa del oscurantismo de los
conquistadores, sea posible en el estado de nuestros conocimientos,
resolver de manera convincente la cuestión de la existencia
en el mundo precolombino de una forma de filosofía a su vez
definida como objeto de estudio, es decir por su temática(s)
concreta(s) y evolución.
NOTAS:
(1) Birgit Gernstemberg y Karlos Navarro,
Introducción a la historia del pensamiento latinoamericano,
Panamá, Christian S. Kohr, 1998, reed. Managua, CIRA, 2002, pp.
25-39.
(2) Ibid., pp. 39-90.
(3) Alvaro Urtecho, "Prologo", ibid.,
s/n, v. también el "Epílogo" de Erwin Silva, in ibid.,
pp. 166-167.
(4) Ibid.
(5) Silva, ibid., p. 167.
Norbert-Bertrand Barbe
Dr. en Literatura Comparada.
Francia.
Copyright ©2004 Norbert-Bertrand Barbe.
|