Nº 3. Agosto 2004/Revista
Electrónica Cuatrimestral.
Carmelo
Abadía
El Dios de lo
gratuito
(Poemas)
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VISITAR A UN ENFERMO |
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Un día muy temprano
un hombre salió a visitar
a su amigo enfermo.
Lo halló postrado,
recluido en el lecho,
mas su ánimo
parecía tranquilo.
Ausente el remedio,
una debilidad extrema
se adueñaba de su cuerpo.
Los médicos no alcanzaban
a diagnosticar aquel mal.
Cumplidos los saludos,
los dos amigos
quedaron solos.
Tomó primero
la palabra
el enfermo:
"desde el comienzo
de este tormento
te he estado
esperando.
Bien sé
que tú no eres
como los demás,
un hipócrita.
Tampoco desconozco
que tu vida
ha estado repleta
de sufrimiento
y de fracaso.
Por eso, contigo
puedo hablar claro
y ser honesto:
tengo miedo".
Llegado a este punto,
el enfermo
guardó silencio.
Cuando recobró
sus fuerzas,
prosiguió:
"te pido perdón
si mi sinceridad
te ha herido.
Nunca deseé
el abrumar
a nadie
con mi dolor,
y menos a ti,
mi amigo.
Mas hoy
me encuentro desesperado
y necesito tu consejo.
Me conoces
desde niño,
me has visto crecer
y hacerme hombre.
Sabes que en mi vida,
al menos en apariencia,
siempre me adecué
a lo que dicta
el mundo.
Gracias a lo cual,
coseché
un cierto éxito.
Pero en mi fuero interno
siempre desprecié
esas mentiras.
Ya en mi juventud
conocí
que mis actos
eran fruto
de mi naturaleza.
Por tanto,
a edad tan temprana,
me liberé
de la culpa
y del arrepentimiento,
aunque hacia el exterior
mantuve la compostura.
Sabes también
que de corazón
nunca adoré
a los ídolos.
Por eso,
nada espero
de ellos.
Menos aún
temo a la muerte.
Te preguntarás
qué es pues
lo que me hiere.
Te lo diré,
como el náufrago
que en su mísera balsa
durante interminables días
está flotando perdido
en medio del mar oscuro
deseando que ocurra algo,
que se desate incluso
la tormenta,
antes de continuar
en esa calma
y en esa espera,
así me siento.
¿Me comprendes,
amigo?".
El visitante
irguió su cabeza,
dirigió sus ojos
a los de su amigo,
y dijo:
"siempre agradecí la confianza
que sin ningún merecimiento
depositaste en mí.
No me tengo
por mejor
que los demás,
ni por digno
de dar consejo;
pero la amistad
que te profeso
me obliga
de algún modo
a intentar
aliviar tu pena.
Pierde cuidado,
pues la sinceridad
nunca me ha herido.
Entre nosotros,
no hubo secretos,
y la mayoría de las veces
no tuvimos que hablar
para entendernos.
Aunque parezca
que doy un rodeo,
escúchame,
pues quiero contarte
una cosa.
Quizás debido
a mis fracasos,
como tú has dicho,
hace ya años,
me fui convirtiendo
en un ser solitario.
Encerrado en casa,
ocupaba las mañanas
en cosas provechosas,
cuidaba de mi hacienda,
en una palabra ;
pero durante esas tardes,
que se hacen tan largas,
comencé a aficionarme
a leer novelas,
ya sabes,
de ésas
en las que tanto
se deleitaba
mi pobre tío.
Había reunido
una buena colección.
En casi todas
se repite
la misma trama.
A saber,
un joven corajudo,
con voluntad de hierro,
es llevado
a través de medio mundo
en pos de su amada
por fuerzas que lo arrastran,
viviendo mil aventuras,
venciendo mil resistencias,
mas al final
el protagonista
siempre triunfa,
alcanzando el objeto
que su corazón
tanto ama.
Te parecerá estúpido
pero mientras las leía
me olvidaba por unos momentos
de mis sinsabores.
Un día,
meditando sobre ellas,
me dio por pensar
que estas novelas,
tan engañosas
en cierta manera,
también contenían
una parte de verdad.
¿Me comprendes?.
Sin tanta fantasía,
y con menos fábula,
también nuestras vidas
son arrastradas
por fuerzas
que se nos escapan,
concluí.
Ello no me hizo
caer en el fatalismo,
pero me torné
más humilde.
Ahora,
en esos momentos
en los que parece
que hasta la esperanza
se nos escapa,
y nos roe
la angustia
de la espera,
al recordar esto,
aunque parezca extraño,
siento un gran alivio.
Quizás sólo sea
un remedio de fracasado,
no lo sé,
o quizás sea debido
a que no tengo esposa".
Ambos amigos rieron.
Después,
la conversación
tomó otros derroteros.
Era bien entrada la noche
cuando un hombre
que había salido
a visitar a un enfermo
volvía a su casa.
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Nota:
KATHARSIS os presenta los once poemas que componen el libro
titulado "El dios de lo gratuito".
Desde aquí, queremos dar las gracias al autor Carmelo
Abadía, que con la generosidad que le caracteriza y de
forma totalmente desinteresada, nos ha permitido poder publicar
estos poemas de denso contenido, para que podáis disfrutarlos
en nuestra publicación electrónica.
Son once poemas que inducen a la
reflexión sin un hilo conductor especifico, se podría
decir que cada poema constituye en sí mismo una metáfora
de la vida. En ellos se expone con aparente sencillez, lo difícil
que resulta intentar controlar de forma eficaz la trayectoria de
nuestra vida, siempre en manos de factores imprevisibles y de un
destino caprichoso que nos somete a los avatares del azar.
Leyendo estos asombrosos poemas
no podemos evitar pensar en el Destino y no viene mal recordar un
poco la tradición mitológica que en cierto modo esta
implícita en ellos. Los griegos llamaban Anagké, a
una especie de divinidad, o más bien fuerza suprema, considerada
superior no solo al mundo, sino a los mismos dioses. Si analizamos
nuestras vidas siempre encontraremos de alguna forma esta presencia
inexplicable e incomprensible también definida como Moira,
personificación del destino que pertenece a cada ser humano,
según el lote de dichas y desdichas que le haya correspondido
al azar.
Las Moiras son divinidades que suelen ser representadas como tres
hermanas que, más que velar sobre el destino de los hombres,
vigilan que este se cumpla. En sus orígenes abstractos e
impersonales, la Moira -nombre que en griego significa "la
porción asignada"- era tan inflexible como el Destino,
y todos, hombres y dioses, estaban sometidos a ella: nadie podía
transgredir su ley sin poner en peligro el orden del mundo. Cuando
llega "la hora" del Destino, el propio Zeus solo está
autorizado a retrasar su cumplimiento, nunca impedirlo.
De las epopeyas homéricas se desprende la imagen de una
trinidad con doble genealogía: según una, las tres
diosas serían hijas de Zeus y Temis y por tanto hermanas
de las Horas; según otra, son hijas de Nicte, la Noche, y
pertenecerían por tanto a la generación preolímpica.
Representadas en lo sucesivo como tres ancianas hilanderas -Cloto
"la hilandera", Láquesis "la suerte"
y Átropo "la inflexible"-, miden la vida de cada
ser humano desde su nacimiento hasta su muerte con ayuda de un simbólico
hilo de lana que la primera hila, la segunda devana y la tercera
corta llegada "la hora". Las moiras no tienen mitología
propiamente dicha, siendo la transposición imaginaria de
una concepción filosófica y religiosa del mundo. En
Roma recibían el nombre de parcas.
Los poemas de Carmelo se hacen eco del misterioso enigma del destino
del ser humano, pone al descubierto la imposibilidad de controlar
el destino de nuestra vida, sometida muchas veces a los vaivenes
caprichosos de fuerzas superiores que escapan a nuestro control.
Los poemas de Carmelo son en esencia un grito desgarrado, podemos
planificar nuestro futuro, asumir la responsabilidad de nuestros
propios actos pero... ¿Podremos controlar nuestra propia
vida?
"El
dios de lo gratuito" es el último de los
libros de la trilogía poética de Carmelo Abadía,
que hemos tenido la suerte de ofreceros a lo largo de nuestros anteriores
números. Cómo sabéis, Katharsis no tiene ningún
interés comercial ni mantiene ningún acuerdo con las
editoriales, dicho esto, me gustaría sin embargo, recomendaros
que si sois amantes de la buena poesía os compréis
los tres libros de esta maravillosa trilogía. Podéis
adquirir las ediciones en papel a un precio muy asequible en la
dirección que os facilito abajo. Seguro que disfrutaréis
añadiendo esta obra poética en vuestra biblioteca.
Si además sois aficionados a los buenos RELATOS,
estoy segura que disfrutaréis muchísimo con el libro
de narraciones cortas del mismo autor titulado "Una
noche de fiesta", que recoge dos narraciones breves
de gran intensidad.
El autor ha publicado sus obras en ediciones deauno.com en el Portal
literario de libros digitales elaleph.com, Portal dedicado al fomento
y difusión cultural, donde se puede acceder a ellas en la
siguiente dirección: http://www.elaleph.com/
Podéis adquirirlas en la editorial a través de los
siguientes enlaces:
Para cualquier comentario, consulta o sugerencia, pueden dirigirse
a la Redacción de la revista enviando un e-mail a nuestra
dirección electrónica:
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literaria Katharsis.com
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