Antonio José Quesada Sánchez
Rosario
Ramos
ENTREVISTA con
ANTONIO J. QUESADA
Con motivo de la publicación
de la novela Un mensaje en el móvil y el poemario
Destellos de una existencia, he entrevistado al joven autor,
que como podemos ver en la entrevista, se perfila como un potencial
literario importante. Antonio J. Quesada es una persona preparada
y con un gran bagaje cultural, dotado de una inteligencia excepcional
y de una inmensa curiosidad que plasma en cada una de sus obras.
Persona sencilla, afable y sin lugar a dudas un gran comunicador,
se percibe en su obra ciertos tintes de escepticismo en temas sociales
y políticos. Su conversación es amena y está
impregnada de un agudo sentido del humor, su tono ingenioso mantiene
vivo el diálogo y se aleja sin pretenderlo del tono formal
con que le he planteado la entrevista, quizás un poco árida,
volcada principalmente en los contenidos de sus obras. Sin lugar
a dudas, hubiese sido más fácil conversar con él
sobre preguntas generales, y como él bien dice, hubiese sido
precioso charlar de éstas y otras cosas con unas cervecitas,
pero ya habrá tiempo para todo, hoy he preferido que nos
hablase en profundidad sobre los contenidos, para que el lector
que esté interesado en su obra tenga una idea clara de lo
que va a encontrarse cuando aborde la lectura de su novela o poemario.
Rosario Ramos: Para comenzar, naces en Málaga y cursas
la Licenciatura de Derecho. Háblame de tus comienzos como
escritor. ¿Cuándo y cómo nace en ti la vocación
de escribir?
Antonio José Quesada Sánchez: Pues a ciencia
cierta, no lo sé, la verdad. Siempre me gustó leer,
aprender cosas de los libros, y llega un momento en que pensé
que tenía, también, la necesidad de contar mis propias
cosas. No sé con qué exacta intención, aunque
puede que haya un poco de necesidad de retocar la realidad que no
me gustaba, de describir aquello que me parecía importante,
de ajustar cuentas contra algo (por qué no, también
eso incita a escribir). Un poco de todo eso. Soy una persona reflexiva
a la que le gusta pensar y hacer pensar sobre todas las cosas. Quiéreme
u ódiame, pero no te quedes indiferente con lo que te digo
por escrito. Me gusta eso. Y si está bien escrito, entonces
es una gozada. Prefiero una mentira chispeante a una verdad aburrida,
y esa es actitud de escritor (escriba o no). Y empecé a escribir
ya en el instituto, aunque luego lo abandoné. Tenía
que sentir la necesidad de decir cosas, y no la volví a sentir
hasta bastante después.
RR: Te dedicas a la docencia impartiendo clases de Derecho
¿Cómo compaginas tu actividad laboral con la creación
literaria? El mundo laboral nos suele proporciona muchas vivencias
que a menudo se pueden utilizar como material narrativo ¿Cómo
se refleja ese entorno en tus obras?
AJQS: Pues sí, compagino ambas labores, porque no
puedo comer de lo que escribo, que sería mi sueño,
lo reconozco, así que tengo que bajar a clase cada día.
Aunque las clases en sí me gustan: he descubierto que me
encanta bajar a contar cosas, que no es sino otra forma de expresarme.
Es como cuando escribo, pero en aburrido: explicar sobre el pago
de lo debido no es divertido ni a ritmo de salsa. La verdad es que
compruebo que soy un tímido bastante exhibicionista, jajajaja.
El ámbito laboral sí me proporciona ambientes, actitudes,
que me interesan literariamente: cuando quiero reflejar un trabajo
que cosifica al trabajador, ¿qué mejor que describir
a un profesor universitario que, en soledad, escribe una Tesis doctoral
que nunca avanza? Es que es lo que conozco mejor y tengo más
cerca ... (esto a veces me ha traído problemas: a veces piensan
que reflejo la realidad a pies juntillas: no es eso, la literatura
es poder coger elementos de la realidad y crear tú, dejando
aquello irreconocible, si se tercia; o no extraer elementos de la
realidad, depende). Puedo entender mejor a un chico que trabaja
en una tesis doctoral que no avanza que a alguien cuya jornada laboral
consiste en meter cartas en sobres o atornillar una rueda en una
cadena de montaje, y lo aprovecho. Por cierto, que quede para la
galería que defendí mi Tesis doctoral en Derecho en
noviembre de 2003, y ahora creo que puedo llevar gorro académico
y todo, si es que soy un partidazo... Pero sé lo que siente
alguien que está en el camino. ¡Cómo no saberlo
después de tanta película!.
RR: La publicación de estás dos obras no
son un hecho aislado y fruto de la improvisación o la casualidad,
sino más bien de una madurez adquirida con el paso del tiempo.
Antes de la publicación de tu novela y el poemario has ganado
diversos premios y menciones literarias, ¿Qué destacarías
de toda esta producción literaria y en qué medida
te ha influido en estas dos obras?
AJQS: Es parte de un todo, creo yo. No tengo formación
literaria reglada, pero sí necesidad de contar, y a veces
hay cosas que sé que puedo decir sólo en verso, otras
en prosa, para otras necesito el teatro... ¿Cómo ocurre
en cada caso? No lo sé, no sabría describirlo, pero
lo siento así y así lo plasmo. Y es parte de un todo,
realmente. Siento que debo expresar algo, y la forma en que debo
hacerlo me viene inspirada por no sé qué Dios (¿Dios
Padre, inspiración, energías positivas, sentarse a
trabajar?, cualquiera sabe...). La verdad es que se me nota que
no vivo de esto, pues me dejo llevar demasiado por intuiciones e
inspiraciones: escribir es una pasión, y, por tanto, a veces
estoy de juerga por la noche y se me ocurren cosas que quiero escribir.
O en el autobús, por ejemplo. Un profesional de esto tiene
su horario, su hora de las musas, etc. Tiene cada día tema
para su artículo (¡qué cabrón, cómo
lo hará!). Yo puedo escribir un artículo en treinta
minutos, pero puedo estar varias semanas sin escribir ninguno porque
no tengo tema que me llame. Una vez escribí un poema en plena
calle, me tuve que sentar y lo escribí detrás de un
papel de propaganda de cursos de ordenadores (más baratos
que ninguno). Si no es así, igual lo pierdo. Tengo una vida
interior intensa (espero que no suene pedante), y se me van algunas
ideas si no las escribo... Igual es que me hago viejo, que todo
puede ser...
RR: Acabas de publicar una novela y un poemario casi simultáneamente,
pero supongo que la creación de éstas, pertenece a
un momento perfectamente diferenciado. Háblame de cómo
surgió la idea de cada una de ellas y su posterior desarrollo.
AJQS: Poemas vengo escribiendo desde hace tiempo. Me animé
a mandar estos que ahora se publican a una editorial después
de vivir una anécdota curiosa. Soy vergonzoso, y yo era parte
de una lista de correo dedicada a Mario Benedetti (al que adoro),
donde estábamos en contacto amantes de la literatura de las
dos orillas. Una vez mandé a la lista un poema que yo había
escrito, sin aclarar el autor, y me escribió otro miembro,
preguntándome que a qué libro de Benedetti pertenecía,
que era un entendido en todos ellos, pero éste no le sonaba.
Me quedé sin habla... Eso me animó: cuando uno hace
un pastel le gusta que los comensales se chupen los dedos (no es
de mala educación, que no nos engañen también
en esto): pues cuando uno escribe versos o textos le gusta que sus
lectores se chupen los dedos del alma. Es el mismo sentimiento.
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Un mensaje en el móvil |
«Un mensaje en el móvil»
es una historieta con mucho mucho sentido del humor («mucho
muchísimo», que dice un amigo mío), y donde
intento reflejar una historia que venga a ser como es la vida: una
historia aparentemente banal donde se entrecruzan ideas, cuestiones
y sentimientos muy importantes. Es divertida y quiero que, como
todo lo que hago, incite a pensar. Con la sonrisa en la boca, claro,
pero pensando «¿será verdad esto que dice este
tipo? ¿seremos realmente así?».
RR: Un mensaje en el móvil es una novela corta que
transcurre en los ambientes estudiantiles y con un trasfondo universitario.
Háblame de sus componentes sociales y su tratamiento en la
elaboración artística.
AJQS: Ufffff, me pongo el casco de batalla y... ¡al
ataque!. «Un mensaje en el móvil» es un cruce
de caminos entretenido: es la historia de una mujer de treinta y
algún años (es una ordinariez determinar totalmente
la edad de una mujer, y uno es un caballero, así que lo dejo
en el aire), que recibe un mensaje en su móvil, de alguien
que le propone quedar con ella. No sabe quién es pero decide
seguir el juego, a ver si es el hombre de su vida. Todo transcurre
en Málaga, durante un viernes y un sábado, y seguimos
el proceso que sufre esa protagonista hasta que llega la cita. Paseamos
por Málaga, por la mente de una persona agobiada por el ambiente,
por prejuicios, por recuerdos, por ideas que cree seguir y otras
que no... Hay críticas solapadas, críticas menos solapadas...
incluso mi autocrítica en un momento concreto: soy ese becario
que sienta cátedra en la prensa local y al que alguien enseñará
que los escalones se suben de uno en uno. Es divertido reírse
de uno mismo, y si tienes una cara como la mía, reírse
de uno es pura necesidad... Resulta ya hasta oxigenante (jajajajaja).
RR: Me gustaría preguntarte si el lector que se proponga
leer tu novela se va ha encontrar con una obra de corte tradicional,
fácil de organizar y con los clásicos apartados como
«el argumento», «los personajes», «los
ambientes», «la construcción», etc. Háblame,
sin más, sobre la estructura de la obra. Y Entrando ya en
los aspectos técnicos de Un mensaje en el móvil,
me gustaría saber si la novela presenta alguna novedad en
cuanto a su estructura.
AJQS: No. la estructura es muy simple, lineal y directa.
No he sido excesivamente original en eso, he pretendido que me lean
en la playa si es posible. Cualquier sitio es bueno para mirarse
el ombligo del alma con la excusa de una historia fácil de
leer. Que el lector se ría con lo que allí dice, pero
que luego esa risa coja un tono algo amargo y piense ese lector/a
«¿así somos, realmente?». Eso es lo que
quiero: dar que pensar con una trama sencilla. No sé si es
lo correcto, tampoco me importa: esto quería que fuera así
y así es. Ahora, por ejemplo, estoy escribiendo otra cosita
donde la trama es bastante más compleja y hay menos humor.
Depende del relato, como todo en la vida. Pero Ortega (Ortega y
Gasset, no Ortega Cano) comentaba que «la claridad es la cortesía
del filósofo»: no soy filósofo, pero en este
caso sí he pretendido ser cortés con el lector. Pienso
que cuando uno lee un libro da de lado al resto de la literatura
universal, y tengo que ofrecer algo atractivo para lograr esto.
Hace años que si un libro no me interesa lo dejo, no me importa
de quien sea (puede que un lector se pueda valorar por los libros
que va abandonando: yo he abandonado desde cosas de Carlos Fuentes
a textos de Cela, pasando por Flaubert (éste me provocó
cargo de conciencia) o Solzhenitsin. No tengo piscina, como Umbral,
pero también sé mandar a un libro a soplar nardos
al parque. Siempre digo que, a estas alturas de mi película,
sólo me aburre quien yo quiera. Cuando luego supe que Borges
recomendaba esto, aunque con mejores palabras que las mías,
fui más feliz. Me sentí corroborado por un genio,
y eso siempre es agradable y te autoafirma.
RR: ¿Cómo has desarrollado el planteamiento
de la situación? ¿Qué aspectos temáticos
abordas en tu novela?.
AJQS: Es básico, para leerla, tener mucho sentido
del humor, porque juego, critico y me río de todo el mundo,
empezando por mí mismo. A lo largo de la historia, Rocío
recuerda a sus novios, que tienen un poco de todos nosotros. Yo
soy muy Rocío también, por qué no (tengo un
lado femenino, afortunadamente, y lo cultivo con cuidado, igual
que mis vicios, porque si no los pierdo...). Desde el joven de ideas
muy izquierdistas, literato, hasta el profesor de universidad que
se acuesta con las alumnas, las funcionarias que pasan de hablar
del culo de un hombre a Julio Cortázar o la madre que sólo
desea verte casado y estable, el cacique de Jaén,... La vida
es todo eso y más: un batiburrillo de todo, una mezcla de
cosas humanas y divinas que pueden no ser ni lo uno ni lo otro.
RR: Podemos decir que Un mensaje en el móvil es
una novela «de protagonista». En cierto modo los personajes
son bastante esquemáticos y giran alrededor de la protagonista
femenina. ¿Qué tratamiento has dado a los personajes?
La figura de Rocio como protagonista merece, por ello, una mayor
atención, ¿Cómo has perfilado el personaje
de Rocio?. Háblame del resto de los personajes, de Ernesto,
la madre, etc: sus funciones, y las relaciones sociales.
AJQS: Rocío es una mujer de treinta y algún
años, soltera, que se lanza a una aventura de ésas
que nunca quiso (no es ciber-relación, pero sí es
importante el mensajito perenne de móvil, indicio de ciber-algo),
y durante la cual pasará revista a su trato con los hombres
(esos potenciales chulos), a sus prejuicios y sus manías.
Una mujer que no conoce al hombre que ni su madre ni ella desean
para ella y que se agarra a ese clavo ardiendo divertido que es
el mensaje que recibe en el móvil. Ernesto es un desconocido,
ni yo lo conozco: manda el mensaje, asiste a reuniones fantasmales,
viene de fuera (no se sabe de dónde), y no se le conoce físicamente.
Graci es la otra funcionaria, cómplice de Rocío. Recuerda
Rocío a sus novios, y entre ellos, a su Ernesto, su novio
literato comprometido políticamente. Le tengo cariño
a Ernesto, hubiera hecho buenas migas conmigo, aunque nos peleáramos
en algunas cosas: es de lo que ya no hay, es un santo ateo, un hombre
fuera de juego hoy día. Reserva espiritual de algo, mi compañero
de viajes ideal en ese viaje largo que es la vida. Le quiero mucho.
El resto es decorado, en mayor o menor medida. No de poca importancia,
pero sí decorado.
RR: Un mensaje en el móvil se desarrolla en
Málaga, y describes de forma realista el ambiente de la Facultad
de Derecho diferenciando el mundo de los funcionarios y los estudiantes,
con elementos tan actuales como el famoso botellón . Coméntame
el ambiente que rodea la obra.
AJQS: La facultad la reflejo con sus luces y sus sombras,
como es la vida y como todo lo que planteo. La vida universitaria
es aprender del Derecho y admirar el tanga de la compañera,
todo eso y más. Y si no se refleja así, estaría
dando una imagen que considero falsa, que no existe. Eso puede estar
muy bien cuando quiero falsear algo, pero si quiero reflejar el
ambiente de la facultad, debo hacer eso: mientras miro un libro
en biblioteca acaba de pasar una morenaza... me giro, inspecciono,
es maravillosa... me ha pillado, horror, vuelvo al libro... Todo
eso es la vida de facultad y todo eso es lo que quiero reflejar.
Por cierto, quiero hacer aquí
una defensa del botellón, aunque civilizado en su ejecución,
claro. Como todo en la vida, las cosas hay que hacerlas con educación,
pero soy un claro defensor de comprar las bebidas y hacer botellón,
porque un niño sin ingresos no debe poder pagar cuatro euros
por un whisky de garrafa en un bar de copas. No, menuda sociedad
sería la nuestra si así fuera.
Hagamos botellón, pero con educación. Para reunirse
unos colegas y beber algo no hay que meterse con nadie ni abrirle
la cabeza al de al lado. Siempre digo que con un cuchillo cortas
jamón o cuellos humanos, pero el cuchillo en sí no
es dañino. Pues sí al botellón, que en sí
no es dañino. Por cierto, acepto invitaciones.
RR: ¿Qué aspectos más notorios destacarías
de tu estilo? .
AJQS: No sé si tengo un estilo definido, pero me atrae
que mis textos presenten una elaboradísima sencillez. No
agobiar a nadie con cultismos salvo que sean necesarios: ser un
narrador amigo. Pero si el lector colabora conmigo (es lector macho,
que decía Cortázar), podemos pasarlo muy bien, reírnos
mucho y aprender a vernos descarnadamente. No me gustan esos intelectuales
que exigen un diccionario para seguirles, los pedantones al paño
de que hablaba Machado. Seguro que si les miramos a los pies, levitan
y todo, como Tomás de Aquino. Es una literatura masturbatoria,
hecha para que gocen el escritor y unos cuantos amigos de él
y le digan lo grande que es. Como dijo Ortega (y Gasset, recuerden),
«no es eso, no es eso». No quiero volar por encima de
los lectores: quiero volar con los lectores. Quien entra en mi rueda
creo que lo pasa bien, pero no quiero ser difícil de leer.
Es cierto que hago bastantes alusiones colaterales a cuestiones
políticas, literarias, musicales, etc., y si se me sigue
en ellas, se comprobará que tengo un sentido del humor a
prueba de obuses.
RR: Los diálogos en tu obra juegan un papel importante
en la caracterización de los personajes muy marcados por
el tono conversacional. ¿Qué tipo de lenguaje y variedad
de registros utilizas en ella?.
AJQS: El que entiendo necesario en cada caso. No habla
igual un profesor universitario creído y engolado que un
profesor más apegado a la tierra. No habla igual un portero
de discoteca que un poeta (afortunadamente). No trata igual a una
chica un chulo de barra de bar que un amigo. Todo eso hay que reflejarlo.
Las chicas protagonistas no hablan igual entre ellas que cuando
atienden a alumnos. Es lógico que cambien de registro.
RR: ¿Estás contento con el final de la obra?
AJQS: No adelanto nada, pero es el final lógico,
me guste o no (confesión que nada adelante: no me gusta).
Pero cualquier otro hubiera sido demasiado novelesco y, por tanto,
no me gustaba para mi relato (jajajaja).
RR: Me llama la atención que salgan publicados dos
libros tuyos casi al mismo tiempo, la novela que hemos comentado
anteriormente y un libro de poemas. Me gustaría que me hablases
de tu trayectoria y tus raíces poéticas. ¿Qué
influencias podemos apreciar en tu poesía y hasta que punto
han marcado este primer trabajo tuyo?
AJQS: bueno, me considero un digno lector, pero un digno
lector de prosa. Reconozco ser un deficiente lector de poesía,
pero sí que tengo mis influencias. Mi gran vaca sagrada es
Mario Benedetti, admiro mucho su trayectoria y forma de entender
la poesía y la vida. De él, así como de Miguel
Delibes («Benedetti, ese Delibes con ideología»,
he dicho alguna vez), he aprendido lo elaborado que debe estar un
texto para que resulte de fácil lectura. No me considero
capaz de rebuscar las palabras para que el poema esté al
alcance de una minoría selecta, aunque sí que hago
guiños al lector, cómo no. No rimo: estoy harto de
ver rimas que no son poesías, y eso no me gusta. Personas
gritando rimas, es algo terrible. Hay rimas gloriosas, obviamente,
pero no me salen: cuando intento rimar la poesía huye, así
que desistí hace tiempo.
Además, y esto es la primera vez que lo confieso, sí
me considero un poeta, pero no por lo que he escrito, que puede
no gustar al lector, sino por como vivo, por pura filosofía
vital. Decía Wilde que había quien vivía la
literatura que no escribía. Yo he escrito algo, pero vivo
mucho más. Afortunadamente.
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Destellos de una existencia |
RR: Pasemos ahora a tu segundo libro que acaba de ver la
luz hace escasos días, el poemario Destellos de una existencia.
Es un libro sin lugar a dudas peculiar, dividido en tres partes,
aparentemente independientes y sin vínculos entre ellas.
Pero quizás sea interesante que nos comentes si existe un
hilo conductor que pueda relacionarlas de cierto modo, si existe
un tema central que nos haga preguntarnos ¿Responde a preocupaciones
que ya conocemos? ¿Qué tono sentimental domina?
AJQS: hay un hilo evidente en las tres, y es, además
del estilo, que en todo caso me replanteo una parcela de la realidad.
Intento dar un latigazo a quien lee, y para mi sería ideal
que alguien leyera un poema, se quedara pensativo y se dijera «es
bonito esto que me dice este muchacho. ¿Será realmente
así?». Sería señal de que disfruta estéticamente
con lo que he dicho y le da que pensar. Ideal.
RR: El libro está dividido en tres partes, bien
diferenciadas, la primera, llamada «Destellos de poesía»;
la segunda «Tristeza en la mirada: los animales nos hablan»
y la tercera «Palabras regaladas alguna vez». Explícanos
sucintamente la estructura de la obra. ¿Que elementos suscitan
la meditación del poeta y que valor simbólico tienen
dichos elementos?
AJQS: Sí, vamos a ver. La primera parte es una recopilación
caótica de poemas sin más hilo conductor que el ser
seleccionados conjuntamente por mi. Son los destellos, chispazos
que se plantean la realidad desde otra cara, desde un prisma poético.
Donde amor, desamor, prepotencia y poesía se dan la mano
y danzan. Y lanzo mis flechas, que espero que impacten en el alma
del lector, con un poco de suerte.
La segunda parte sí tiene hilo conductor evidente: estoy
charlando con distintos animales, que no terminan de saber por qué
extraña razón me comporto con ellos como el dueño
de la creación que dicen que soy. Los animales nos hablan,
y su mirada es triste, no hay más que verlos. Es como la
de esos niños que mueren en el mal llamado Tercer Mundo:
todos los inocentes se parecen. Y ellos todavía no han asimilado
por qué les maltrato.
La tercera parte tiene una hilazón
algo débil pero muy lógica: son poemas publicados
en alguna revista o periódico. Son «palabras regaladas
alguna vez», como digo en el título. Hay en ellos poemas
a los que tengo gran cariño. Lanzados quedan.
RR: Es un libro donde se frenan de algún modo los
esplendores formales (ritmos, léxicos, sonoridad) en pro
de una expresión más sencilla, más humana.
Háblame, Antonio, de los aspectos esenciales de este poemario.
¿Qué puede encontrar el lector en tu libro?
AJQS: Puede encontrar, posiblemente, una poesía
ideal para lectores menos aficionados a la poesía. Creo que
puede acercar la poesía a personas que dicen «uff,
yo poesía no leo, no la entiendo». La poesía
no tiene que ser poner los ojitos en blanco y recitar cosas, intentando
que se entienda lo menos posible. No: la poesía existe en
la naturaleza, el poeta es un medium, y si logra provocar sensaciones
con palabras cuidadosamente escogidas para ser leídas con
sencillez, me parece mejor. Cada cuál tiene un estilo, supongo
que el mío es el de la cuidadosa sencillez. Poesía
es mirar el mundo desde otro prisma. Es sugerir, más que
decir. No sirve el corta y pega del ordenador: toda letra es insustituible
y no puede prescindirse de ella, además. En poesía,
si una palabra, una coma, un silencio, lo que sea, está ahí,
es por algo. Que no quepa duda.
RR: Por el momento has escrito cuatro libros dos
de los cuales no han sido publicados tocando géneros
muy diferentes como son la narrativa, el teatro y la poesía
¿En cual de ellos te mueves con mayor soltura? .
AJQS: Bueno, he escrito más, porque no tienes noticia
de la existencia de una segunda obra de teatro («La boda»).
Pero son géneros diferentes: me siento cómodo utilizando
el género que necesito en cada momento para decir aquello
que quiero decir. Me sería complicado intentar reflejar con
un relato el chispazo que pretendo provocar con un poema, por ejemplo.
Aunque posiblemente me siento más cómodo con la prosa
(soy muy aficionado a escribir artículos de opinión,
y es para mí una juerga literaria: pásense por Rebelión
(www.rebelion.org, y me encontrarán en la sección
de cultura, por bastantes sitios, con mis líneas más
políticamente incorrectas y mi lengua más afilada
que de costumbre).
RR: Háblame de tu tragicomedia «La novela inacabada
de Sísifo» (tragicomedia cínica en tres actos),
obra de teatro inédita que supongo esperas publicarla algún
día. Por el título aprecio que está conectada
con la Mitología clásica grecorromana. Para familiarizar
al lector un poco con la leyenda mitológica podríamos
decir que Sísifo era hijo de Éolo, a su vez hijo de
Helén, y nieto de Deucalión y Pirra. La mitología
nos lo presenta como alguien poco recomendable, el más astuto
y el menos escrupuloso de los mortales. Se le consideraba uno de
los fundadores de Corinto y cada episodio de su leyenda es la historia
de una de sus artimañas. Has elegido el nombre de un personaje
con una arraigada tradición literaria que ha sido plasmado
incluso iconográficamente. Tiziano lo representó,
rodeado de resplandores infernales, abrumado por el peso de la roca.
Repasemos un poco la cronología de este mito para situar
posteriormente el personaje de tu tragicomedia. Los distintos autores
de la literatura han dado diversas y distintas interpretaciones
sobre este personaje. El destino de Sísifo, cuya falta no
siempre aparece bien definida en la tradición, recibió
numerosas interpretaciones. Su castigo puede aparecer como símbolo
del espíritu humano incapaz de elevarse sobre la materialidad
de las cosas. Gutierre de Cetina (siglo XVI) compara el castigo
impuesto a Sísifo con los continuos altibajos que él
sufre por causa de su amor. En el Guzmán de Alfarache,
novela picaresca de Mateo Alemán (1599-1604), la vida del
pícaro Guzmán mantiene paralelismos evidentes con
el mito de Sísifo. Las acciones se repiten, y una y otra
vez el protagonista vuelve al mismo punto de su existencia, sin
poder salir de la picaresca, convencido de que su vida, cómo
la de Sísifo, es un continuo subir para volver a caer. En
«La mala suerte» de Baudelaire (Las flores del mal,
1857), Sísifo es un ser heroico que el poeta moderno, condenado
a la soledad y a reanudar una y otra vez sus esfuerzos, no puede
imitar. Sísifo, menos presente en la literatura que Prometeo
con el que sin embargo tiene bastantes afinidades, adquiere
más importancia en el siglo XX. En el ensayo El mito de
Sísifo (1942), Albert Camus convierte el castigo legendario
de Sísifo en un símbolo de la condición humana,
caracterizada por el absurdo. Pero lejos de rebelarse, el hombre
debe aceptar este destino, y Sísifo se convierte entonces
en la figura de ese hombre reconciliado con su condición
absurda, como traduce la famosa fórmula: «Debemos imaginar
a Sísifo feliz». Este estudio es una exploración
en clave poética la primera y filosófica la segunda,
de la experiencia existencial del absurdo, que surge de la confrontación
del espíritu humano autoconsciente con la facticidad cosificada
e impenetrable del mundo exterior, carente de toda trascendencia.
Teniendo en cuenta todos estos antecedentes del mito ¿A
cual de ellos se acerca más tu obra? ¿Qué enfoque
le has dado en tu tragicomedia? Háblame del personaje, ¿qué
aporta tu Sísifo a toda esta tradición literaria?
AJQS: ¡Dios santo, estoy apabullado! Lo mejor que
podía hacer es callarme y seguir oyéndote, para aprender,
pues posiblemente mi intención era algo más prosaica
(jajajaja). Sísifo, como tal, en la obra, no existe. Es una
metáfora, una forma de poner nombre y apellidos al trabajo
absurdo, sin frutos. Tres personajes reciben una beca de una fundación
para escribir una novela, y de ellos destacan dos, especialmente:
uno más intelectual, Ernesto, «Sísifo»,
que cree que por sus virtudes ascenderá en la vida, y otro
que trepa en la sombra y sale siempre adelante. «Sísifo»,
que no se llama así sino Ernesto, es ese intelectual que
cree que todo lo logrará porque lo merece, pero a él
no hacen más que corregirle sus textos una y otra vez, mientras
que el otro trepa y trepa. Encuentro un paralelismo político
entre Stalin y Trotski: Trotski es un intelectual que cree que por
sus virtudes sus compañeros van a pedirle que, por favor,
asuma el mando, y no trepa en la organización, sino que se
dedica a tareas que considera más elevadas, literario-pedagógicas,
mientras que el gris Stalin se deja de gaitas intelectuales y se
dedica a acercarse a éste y a aquél, para hacer un
grupo de presión y cargarse al intelectual. Dicho y hecho:
¿quién sube? Ya me dirán... Aunque no desvelo
el final, ¿eh? Pero el título puede ayudarnos a intuir
quién termina su novela...
RR: Ya hemos hablado del personaje principal pero podrías
explicarnos la presentación de otros personajes en la obra.
AJQS: Además de con «Sísifo»
nos encontramos en esta obra con Francisco, el becario burócrata
que trepa deteniendo golpes burocráticos a su amo, publicando
aquí y allí a base de alternar aquí y allí.
Conoce a éste y a aquél, y saca provecho de conocer
a éste y de conocer a aquél. Se mueve como pez en
el agua. También está Pablo, a medio camino de todo,
y que se diluye sin que sepamos nada de él, ni me interesa
para describir este mundo absurdo que quiero plasmar (una vez un
colega que leyó la obra me preguntó «oye, Antonio,
¿qué pasa con Pablo?», y yo contesté
«pues no tengo ni idea, ¿tú le has visto por
ahí?»). Me da igual, se lo llevó la vida arrastrándolo.
El Director de los becarios, inserto en el mundillo editorial, prefiere
al burócrata antes que al genio chispeante. Y rondan intelectuales
en nómina y otra fauna selecta. Es curiosa.
RR: ¿Cómo surgió la idea de escribir
una obra de teatro sobre este mito?
AJQS: porque encarna perfectamente el mito del trabajo absurdo:
la novela que escribe Ernesto es la novela de Sísifo, pues
nunca verá la luz (por eso estará inacabada). Es el
trabajo eternamente corregido. Siempre igual: Ernesto escribe, su
director le corrige, él escribe, le corrigen, escribe, le
corrigen...
RR: ¿En que marco social está situada tu
obra? Háblame de su alcance existencial y sus aspectos sociales
y morales del drama.
AJQS: los personajes están en una ciudad indeterminada
(el mundo está lleno de Sísifos y Franciscos), trabajando
en la sede de la Fundación (el mundo está lleno de
fundaciones). Trabajan en varios despachos (el mundo está
lleno de despachos), y también se desarrollan escenas en
el Salón de Actos de un Banco y en un bar (el mundo está
lleno de bancos y no tan lleno de bares).
RR: No he leído tu obra y me gustaría que
me comentases de forma sencilla el desarrollo del argumento y su
temática, destacando lo que consideres de mayor interés.
AJQS: Es una obra sobre el trabajo absurdo, o sobre cómo
se puede triunfar en la vida acomodándose en los recovecos
de la burocracia. Y cómo hay personas que por no estar en
el sitio justo en el momento justo o no conocer a la persona justa
no prosperan. No es justo, ¿no?
RR: Háblame sobre la construcción dramática,
tocando aspectos como planteamiento, variedad de escenas, recursos
de suspensión y marcha hacia el desenlace.
AJQS: Me da miedo hablar de técnica, lo reconozco.
pero he dividido la trama en tres actos. El primer acto se desarrolla
en la fundación y en el salón de actos del banco,
y en él conocemos qué pasa en esta fundación
con los tres becarios, cómo se conducen ellos y los demás
y cómo se cuece la historia en las cocinas de la literatura.
El segundo acto rompe el relato: un bar en el que Ernesto-Sísifo
se explaya con una amiga, y le cuenta sus amarguras. El tercer acto
vuelve a los escenarios del primero, y todo se desarrolla a su fin,
sin que hayamos conocido determinados procesos mentales.
RR: Descríbeme el ambiente de la obra, su estética
y sus recursos más notables. En cuanto al lenguaje coméntame
los diversos registros utilizados, en relación con la índole
de los personajes, de los momentos y de tu intención como
autor.
AJQS: Me interesa, como en todo lo que escribo, ese hombre
que no es dueño de su destino, porque otro u otros le estorban
en su labor y no llega donde cree que debiera llegar. En ese sentido,
Ernesto es alguien con una vida interior rica, volcado hacia adentro,
que parece tener genio pero que se siente infravalorado. Pablo se
resigna, porque sabe que Francisco es el que saldrá adelante
allí, pero se conforma con su hueco bajo el sol. El mundo
está lleno de Franciscos, miren a su alrededor y los verán.
RR: La obra de teatro está pensada esencialmente
para ser representada, y la intención final es siempre su
puesta en escena. Teniendo esto en mente, me gustaría que
me hablases sobre la teatralidad de «La novela inacabada de
Sísifo» y explica las dificultades de su posible representación
escénica.
AJQS: Espero que no suene presuntuoso, pero es perfectamente
representable y con muy bajo presupuesto. De hecho, hay un grupo
en Madrid que planea su representación. Además, he
escrito otra obra de teatro titulada «La boda», donde
desarrollo una serie de cuestiones sociales divertidísimas
(es, junto con «Un mensaje en el móvil», donde
más sentido del humor utilizo). Esto es una primicia que
te adelanto: está terminada y es de lo más simpática,
además de crítica (corrosiva). Con bodas, intelectuales,
diferencias de clase, culturales, políticas, de ideales,
y todas esas cuestiones que me interesan.
RR: Has escrito un libro de relatos inéditos cortos
titulado «...E introduzco mi bisturí», es un
género que dominas bien y en el que te mueves con gran soltura,
Coméntame el significado del título y cuantos relatos
componen el libro.
AJQS: Bueno, es un recopilatorio de mis relatos breves, aunque
lo he ofrecido a dos grandes editoriales que me han dicho que no
por cuestiones de edición, porque aseguran que soy un gran
literato. Gajes del oficio. El título se debe al elemento
común de todos estos relatos: selecciono una parcela de la
realidad que me interese... e introduzco mi bisturí. Paseo
por la vida de amantes de la tercera edad, jóvenes con ideas
ecologistas, aburridos de vivir, inconformistas, cubanos con falta
de sueño, lectoras de novela negra, un vaquero gay (Bronco
Lilly), y muchos otros personajes. De este libro tuve que extraer
«En los mares del sur hay quien luce pañuelo al cuello»,
pues recibió el Primer Premio de Narrativa Breve MálagaCrea
2003.
Después de este recopilatorio
inédito (aunque bastantes relatos contenidos en él
los he publicado en Rebelión), he seguido escribiendo cuentos
sobre muy diversos temas. He intentado saber qué se le puede
pasar por la cabeza a un soldado de ocupación (¿Irak?),
a un asesino, a un terrorista...
RR: ¿Qué destacarías de tus relatos?.
AJQS: Que dan que pensar, que creo que están bien
escritos y que no aburren. Intento que ni sobre ni falte nada. Esos
michelines no benefician el conjunto. Pero creo que sugieren bastante.
RR: Hablemos un poco sobre ti, tú desempeñas
tu faceta laboral como docente, ¿crees que se puede vivir
de la literatura? ¿Seguirías escribiendo aunque no
te publicasen?
AJQS: Bueno, ya he confesado que mi sueño sería
vivir de lo que escribo. Pero éste es, como casi todo, un
mundo bastante cerrado, donde hay capillas, hay contactos, y si
uno no está en el circuito, no existe. Me da igual, la verdad:
hubo una época en la que quería escribir bastante
y publicar todavía más, pero ahora doy a las cosas
su ritmo. Cuando termine el texto tal, lo intento publicar, etc.
Sí me ha resultado miserable el contacto con algunas editoriales,
que te ningunean porque no eres conocido: parece que mendigaras
la publicación, cuando simplemente quieres ofrecerles algo
para ver si les interesa. Allá ellos, en el pecado llevan
la penitencia, y afortunadamente, no todas son iguales (de lo contrario,
esto sería irrespirable).
Pero sí necesito escribir. Necesito quedarme solo, ponerme
el jersey de cuello vuelto, calentar café y... ¡kaña!
Afortunadamente soy así de fácil de satisfacer.
RR: ¿Estás trabajando actualmente en alguna
obra?
AJQS: Estoy trabajando en una novela no sé si breve
(en todo caso, más larga que «Un mensaje en el móvil»),
que creo que me está quedando bastante interesante. Soy mi
primer lector, y si no me aguanto, me dejaría a mí
mismo de lado, obviamente. No sé si sé escribir, pero
sí sé leer, y soy consciente de cuándo algo
es mejor o peor. Creo que esta novela que escribo tiene buena pinta:
se titula (provisionalmente) «Historia sin final feliz»,
porque eso es la vida, una historia que nunca tiene final feliz.
Además, tengo a medio camino una obra de teatro para la que
no debe ser el momento, pues se me cae de las manos, y de vez en
cuando escribo algo corto, algún relato breve o un poema.
Se llama «Maestro» y pretendo reflejar la vida de un
torero y ese mundo que le rodea.
Mis últimos relatos tienen títulos que me resultan
tan sugerentes como «Crisis», «El poeta que se
fue de putas» o «Vacío». En todos ellos,
de una forma o de otra, se encuentra a ese solitario que se enfrenta
con sus miserias personales a su manera que tanto me va caracterizando.
Y después de llegar tan cansado a este final... pienso que
hubiera sido precioso haber charlado de éstas y otras cosas
con unas cervecitas. Letras, cervezas y buen ambiente, ¡qué
más puedo pedir!. Sólo agradecer a quien ha tenido
la paciencia de llegar hasta aquí el haberme soportado de
este modo.
Rosario
Ramos
Málaga (España)
Copyright ©2003 Rosario Ramos F.
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