Ensayos:
Traducir los problemas a
una forma abstracta
Bertran
Russell
Traducir los
problemas a una forma abstracta
Una útil práctica,
que enseña la filosofía científica, es la de
transformar todos los problemas, de su forma concreta, a su forma
abstracta. Tomemos, corno ejemplo, lo siguiente: ¿tienen
derecho los irlandeses a oponerse a ser incluidos, junto con los
británicos, en un gobierno democrático? Todo americano
radical. diría que si. ¿Tienen los musulmanes el mismo
derecho con respecto a los indios? Nueve americanos radicales, de
cada diez, hubieran dicho, antiguamente, que no. No insinúo
que cualquiera de esos dos problemas se pueden resolver planteándolo
en términos abstractos; pero lo que si digo es que, si sustituimos
los dos problemas concretos por un único problema abstracto,
en el que las letras A y B reemplacen a los nombres de las naciones
o comunidades que nos interesen profundamente, llegará a
ser mucho más fácil encontrar la clase de consideraciones
que deben emplearse para llegar a cualquier solución imparcial.
Los problemas políticos no
pueden ser resueltos solamente por un pensar correcto ni solamente
por un sentir justo: el pensar correcto puede proporcionar la neutralida4
en la estimación de los hechos; pero el sentimiento justo
es necesario para dar fuerza dinámica al conocimiento. A
menos que se desee el bienestar general, el conocimiento, por grande
que sea, no inspirará, por si solo, una actividad orientada
a promover la felicidad de la humanidad. Pero, por otro lado, muchos
hombres, por culpa de un pensamiento confuso, pueden actuar bajo
el influjo de las malas pasiones, sin saberlo; y, si se les hace
conscientes de ello, por medios puramente intelectuales, se les
puede inducir a que actúen de forma menos áspera y
menos susceptible de ocasionar violencias. Estoy firmemente convencido
de que, si las escuelas de todo el mundo estuviesen sometidas a
una sola autoridad internacional, y si esa autoridad se consagrase
a aclarar el empleo de las palabras destinadas a provocar las pasiones,
los odios que existen entre las naciones, los credos y los partidos
políticos disminuirían con gran rapidez y la conservación
de la paz, en todo el mundo, se convertiría en un problema
más fácil. En tanto que no sea así, los que
propugnan un pensamiento claro y están contra las desastrosas
enemistades mutuas, tienen que enfrentarse, no sólo con las
pasiones, a las que la naturaleza humana está tan expuesta,
sino también con las bien organizadas fuerzas de la intolerancia
y del egoísmo insensato. En la escena de esta lucha, el pensamiento
lógico claro, aunque sea sólo uno de los actores,
tiene que desempeñar un papel bien definido.
Bertrand Russell
[Bertrand Russell, Retratos de memoria y otros ensayos,
Traducción del inglés por Manuel Suárez, Aguilar,
colección Literaria, Madrid, 1960, pp. 209-215]
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