Protagonistas:
Un hombre de su tiempo DANTE
Sergio Raveggi
En el exilio
Son numerosas las dificultades que
se presenta a la hora de reconstruir las diferentes etapas en la
vida de Dante durante los años de exilio, debido a las carencias
de la documentación. Los primeros años de exilio el
poeta los pasó en estrecha relación con la comunidad
florentina expulsada de la ciudad, esperando que la situación
política cambiara, ya fuera por medios diplomáticos
o militares.
El deseo de regresar a su patria y el rencor por su condena le
llevó incluso a unirse a gibelinos y a otros grupos favorables
al emperador, si bien parece que no participó en las acciones
militares, mal coordinadas, emprendidas por éstos. Ante la
inutilidad de estos intentos, en la primavera de 1304 el poeta se
alejó de los otros exiliados, compañía a la
que definió posteriormente como "malvada e impía",
y se centró en sus estudios y en la creación literaria,
aunque para sobrevivir se vio obligado a convertirse en cortesano
de diversos nobles. En 1305, confiado en un posible perdón
y dolido ante la extensión a sus hijos de la condena de exilio,
solicitó en una carta, que no se ha conservado, el perdón
a las autoridades florentinas. Si bien es probable su presencia
en ciudades como Treviso o Padua, hasta 1306 no se vuelve a poseer
un dato seguro sobre Dante, quien ese año estuvo al servicio
de Franceschino Malatesta como procurador.
Entre 1307 y 1311 fue huésped del conde Guido di Battifolle,
en el castillo de Poppi, en el Casentino. Son años en 1os
que elabora la teoría política a favor de un mundo
gobernado por un monarca, y en los que las esperanzas de regreso
a Florencia se renuevan ante la llegada a Italia del emperador Enrique
VII de Luxemburgo para ser coronado en Roma (1.310).
El poeta saluda al emperador como portador supremo de justicia,
paz y orden, y el único capaz de hacer frente a las ambiciones
papales. Debido a esto, la reacción hostil dispensada por
Florencia al emperador provocó la ira del poeta, quien en
dos cartas de 1311 criticó duramente su ciudad. Esta actitud
hizo que fuera excluido, junto con algunos gibelinos, de la generosa
amnistía decretada en septiembre de 1311 por los gobernantes
florentinos Si la primera condena fue del todo injusta, en cambio,
resulta del todo justificada la negación de la amnistía
a quien ahora se mostraba entusiasta defensor del imperio y tan
crítico con Florencia v sus compatriotas. Además,
la temprana muerte de Enrique VII (1313) convirtió en un
exiliado dc por vida a Dante, quien, según explica él
mismo en la epístola XII, en 1315 se negó, por considerarlo
un acto deshonroso, a pedir perdón públicamente y
a pagar una multa tal como exigían los términos de
una nueva amnistía. El gobierno florentino renovó
entonces la condena a muerte contra él y sus hijos.
Después de pasar varios años en la corte de Cangrande
della Scala, señor de Verona y vicario imperial, en 1320
se estableció en Rávena acogido por su amigo Guido
Novello da Polenta, quien gobernaba la ciudad desde 1346. Finalmente,
después dc ser presa de unas fiebres en el camino de regreso
de una embajada realizada en Venecia, Dante murió en Rávena
el 44 de septiembre de 1321, ciudad en la que fue sepultado en la
iglesia de San Pedro Mayor, actualmente dedicada a San Francisco,
Sergio Raveggi
(Historiador)
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