LASALLE

Aquellos pies de talle 31 cuelgan desde no sabe qué altura. Cuelgan y no tocan el piso, por eso cuelgan. No quiere ni mirar qué es lo que lo sostiene, qué es lo que lo ata. No es la vida, no es la intención, quizás una soga, quizás las manos de aquel. El blazer esta intacto, casi como si acabase de despertarse; aunque podría pensar que aún no se acostó. Su cara, que ahora la mira, parece un demonio enlatado, los ojos le saltan, las paredes lo gritan. Aquellas ventanas altas y delgadas lo exponen a una Riobamba de mañana. ¿Por que aquí? Porque en el patio hay exposición. Porque en el gimnasio hay muchas redes deportivas y podría tomarse a confusión. No, los baños no. Pero por qué? Las sotanas lo esconden, rezan, mienten; no omiten, mienten. Todos ellos por aquí y por allá, nadie le pregunta, nadie se pregunta. Quizás ya sabían piensa. Educación, concluye. Las alcobas pulcras no le revelan la verdad. Las camas hechas, perfectas, rectangulares, sin mullir, sin sueños eróticos, o quizás demasiados. ¿La policía? No, más de ellos. El timbre, los cardúmenes y las puertas de las nuevas clases cerradas. Nadie más mira. Solo él.

 

Agustina Viqueira