La Cábala de El Quijote (1)
Alfonso Galindo Lucas
El Quijote es un coñazo. Durante todo el año 2005, instituciones públicas y privadas y las que no son ni lo uno ni lo otro, han lanzado carteles, programas de televisión, páginas de Internet y todo tipo de parafernalia para festejar el IV centenario de la publicación de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Se supone que todos los que han leído el libro están muy interesados en que hagamos lo mismo, pero se olvidan de advertirnos acerca de una serie de impedimentos, que se resumen en la frase inicial de este párrafo:
a) El Quijote es muy largo,
b) Está escrito en un castellano antiguo muy cuidado que hoy nos parece pretencioso y aburrido.
c) Por fortuna, a la gente de hoy se le tiene que contar algo interesante de los libros para que se los lean o, al menos, para que, no leyéndolos, se queden con una parte importante del mensaje.
El apartado c) es, lógicamente, lo que justifica este breve y modesto ensayo acerca de tan aclamada obra literaria. Hay muchos autores que escribieron antes sobre el Quijote, desde Lope de Vega y Madariaga a Ortega y Gasset, Unamuno, Menéndez Pelayo, Kafka, Borges y, en general, todo escritor o intelectual que se precie, pero yo recomiendo, por su brevedad, la obra de Nabokov. También hubo adaptaciones al cine, al cómic y al dibujo animado (mi preferencia, en este caso, es por Buñuel), incluso obras de ficción o de realidad que, conscientemente o por mimetismo, recuerdan a la historia o al personaje Alonso Quijano o Quijada. ¿Qué aporto yo a todo lo comentado sobre dicha novela? De momento, hay una diferencia abismal, que también se resume en mi primera frase: Casi todos los libros acerca de El Quijote recomiendan su lectura. Sinceramente, para el joven inquieto que no tiene mucha idea de literatura, yo no recomiendo que se lean la novela, sino precisamente aquellas obras que la comentan. Hoy en día, para hablar del Quijote, hay que hablar de las numerosas exégesis que existen acerca de la obra.
a) La artística: Para esta corriente — la más abundante — , el mensaje del libro en cuestión es estético. Toda la novela es una inmensa parábola, donde las figuras retóricas son referencia obligada para cualquier novela moderna. No importa mucho si realmente podemos afirmar que conocemos dicho mensaje; lo importante es que éste perdura por el instintivo dominio narrativo del autor.: la metáfora de los molinos de viento, las comparaciones (sin ir más lejos, entre Quijote y Sancho), los dichos, las paradojas, etc... El disfrute debe tener prioridad para el lector sobre la reflexión, en su abordaje del libro. Según este enfoque, lo que tenga que ser aprendido, lo será sin más que dejarse enseñar.
b) La Histórico-sociológica (2): La novela relata cómo la sociedad feudal, dominada por la nobleza y fundada en valores místicos se convierte en un fastidioso atavismo en un siglo de floreciente pragmatismo, representado en la figura de Sancho Panza y presente en todos los demás personajes. Mi reflexión se sitúa más bien en este enfoque, pero con otro planteamiento.
c) La psiquiátrica. Numerosos médicos, psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas y literatos han ajustado el perfil psicológico de Don Quijote a los de determinados enfermos mentales, concluyendo que los rasgos observados en el personaje parecen tomados de la realidad y que la novela muestra, en su grado más sublime, lo curioso de las situaciones que pueden darse como consecuencia de la divergencia entre la realidad y la imaginación del paciente.
d) La jurídico-ética. Alonso Quijano es un caballero que siempre toma partido por el más débil, a veces muy a pesar y en contra de éste, y busca la justicia material , las más de las veces en detrimento de la seguridad jurídica . El acento en este último aspecto formal sobre las cuestiones de fondo, marca, según algunos, un cambio de época y de visión del mundo, en el que el fin deja de estar siempre justificado por los medios. La justicia social, por otra parte, muy clasista en la mentalidad de Don Quijote, cede terreno a la libertad de los sujetos y, de este modo, de la igualdad material, dentro de cada clase social, o la desigualdad instituida, se pasa a una igualdad formal o de trato, imprescindible para el nuevo modo de vida; el comercio. La mayoría de episodios de trascendencia jurídica se dan en la ínsula de Sancho, pero al fin y al cabo, la obra está plagada de juicios inducidos o explícitos y problemas jurídicos, especialmente de índole penal.
e) La cabalística. Como ocurre con la Biblia, tratándose de obras de enormes dimensiones, al Quijote también le han sido aplicados tradicionales métodos de interpretación basado en la etimología y tendentes a encontrar mensajes ocultos de caracter hebráico (3). Aparte, una modalidad reciente de interpretación apocalíptica con apoyo informático permite aplicar a sus letras procedimientos informáticos capaces de ajustar el ancho de las columnas a las necesidades de una inmensa sopa de letras, en forma de matriz, que arroja palabras y frases supuestamente ocultas y misteriosas. Esta técnica –es excesivo calificarla de exégesis-- se utiliza con la finalidad de predecir el futuro, adivinar detalles sobra la vida y reposo de Cervantes, etc.
Existe una convicción bastante generalizada de que en El Quijote se oculta una realidad distinta de la que aparentemente se relata, esa realidad podría ser autobiográfica o mistérica. ¿Cuál de estas cosas es El Quijote?: Un retrato de época, un viaje a la mente humana, un tratado moral o filosófico novelado,... Para empezar, El Quijote es un conjunto de tres libros distintos:
El ingenioso hidalgo. Es una obra que — siguiendo a Nabokov — habla bastante de la crueldad del ser humano o, al menos, del español medio de la época. Esta parte es rica en anécdotas, dichos, ironías y retratos de época. Se supone que el lector debe debatirse entre la risa cómica ante las caídas, tropiezos, cachiporrazos, etc., propios de los dibujos animados, y la lástima o solidaridad con el protagonista. Supongo que dependerá de en qué medida en nuestras vidas hemos sido martillo o yunque, aunque en resumidas cuentas, para el martillo termina doliendo tanto o más. No voy a desvelar más del contenido de esta obra.
El Quijote de Avellaneda, llamado “Segundo tomo”. Oficialmente, lo escribió Alonso Fernández de Avellaneda, nacido en Tordesillas, y lo publicó en Tarragona, diez años después del éxito del primer libro, aprovechando que los derechos de propiedad sobre los personajes habían expirado. El problema es que, si se sabe poco de la identidad de Cervantes, menos aún se conoce sobre ese tal Avellaneda; además, se sospecha que usaba seudónimo. Según diversos autores, existen indicios para pensar que Avellaneda era el propio Cervantes, entre ellos, la calidad de la obra (aunque de estilo distinto, según Nabokov) y la coincidencia de este apellido en antepasados (la bisabuela) del propio Don Miguel. La mayoría de las ediciones de la obra no contienen este libro, tal vez por motivos de volumen. Sin embargo, no es recomendable leer el último de los libros sin haber leído antes el de Avellaneda.
La segunda parte, propiamente dicha, aunque tal vez haríamos mejor en llamarla “tercera parte”. Superando la maestría narrativa mostrada en los dos libros anteriores, Cervantes sorprende al lector relacionando las divertidas aventuras del gordo y el flaco con la constatación de un Quijote falso o espúreo, creado por Avellaneda. En el transcurso de la novela, no sólo los personajes (incluyendo al protagonista) discuten sobre la calidad de la obra de Avellaneda, sino que además, el Quijote de este libro sigue los pasos al Quijote falso y se ve obligado a deshacer entuertos relacionados con la usurpación que supuestamente ha hecho éste de su personalidad. Según se acepta comúnmente, el autor denuncia, de este modo, la usurpación cometida por el autor del segundo libro (recordemos que podría ser él mismo). Al final, mata al personaje, algunos dicen que para evitar intromisiones como la de Avellaneda, otros dicen que por cansancio o para no “quemar” al personaje. Yo creo que por una necesidad intelectual de llevar su creación hasta su conclusión, de acompañarla hasta la tumba, de modo que no sea posible perfeccionarla.
Pero realmente, ¿Es para tanto?, ¿Es tan importante este libro? A este respecto hay que decir que, desde su publicación, fue un éxito, dentro y fuera de España y que nunca dejó de serlo, a pesar de que se diga que Cervantes murió pobre y olvidado (También se dice que murió triste, pero reconozcamos que a nadie le hace gracia morirse; algo similar comentó Sancho al caballero de La Mancha). Existe un número creciente de exégetas que piensan que Cervantes era de familia de judíos conversos. Cualquier joven de hoy podría decir ¿Y a mi qué? Perro baste decir que en aquella época, tener sangre judía era como ser sorprendido en época franquista con propaganda soviética. De nuevo, los más jóvenes pensarán “¿Y qué?”, pero ser judío converso (o “criptojudío”) en aquél contexto, era como.. bueno hoy casi todo está permitido, pero en aquél entonces, ser de familia judeo-conversa era como hoy — valga el símil — haberse leído El Quijote. Era una época de frenética actividad de la Santa Inquisición; habiendo sido expulsados los moriscos y los judíos practicantes, ahora se perseguía a la gente en función de lo que hacía en la intimidad. La existencia de la censura religiosa es seguramente el motivo de que la obra sea “seudoepigráfica”, es decir, se culpa a un supuesto historiador arábigo de ser el verdadero autor que pasa información a Cervantes acerca de un personaje real. Ni que decir tiene que, para muchos, esta versión fue considerada auténtica, hasta que empezó a verse la Inquisición más desde lejos, por fortuna para todos.
El indicio más notable de la ascendencia judía de Cervantes es lo evidente de la falsificación de su supuesta partida de nacimiento, incluso puede ser que su apellido original no fuera Cervantes, ¿Tal vez, Avellaneda?. Es este supuesto semitismo basan su posición los exégetas cabalísticos, sin embargo, eso de las cábalas es, como en El Péndulo de Foucault, un punto de referencia inexistente. ¿Existe un mensaje oculto, críptico, en la obra de Cervantes? En mi opinión, sí; lo que no alcanzo a descifrar es si este aspecto es más intencionado o más inconsciente, desde el punto de vista del autor.
He aquí mi gran aportación a este debate; lo que ya ha sido denominado como exégesis mesiánica o mística (4): La vida y ventura de Don quijote representa el mal trago de la conversión al cristianismo; aún más, el Hidalgo representa a Jesucristo y su hidalguismo la utopía cristiana. Así, Sancho representaría al Pedro de los evangelios canónicos, Sansón Carrasco tal vez a Pablo, el cura a José de Arimatea, Dulcinea a la Magdalena, así sucesivamente, incluso Rocinante tiene un claro parangón en la dichosa “borriquita”. Toda la parafernalia cristiana era vista tan ridícula por un judío converso, que estos personajes estaban ya preconfigurados en la mente de alguien que, por necesidad vital, había tenido que estudiar y aparentar conocer y adorar a los pintorescos personajes de la Biblia. Analizado desde este punto de vista, toda la supuesta imaginación del autor se traduce en caricaturas plenamente coincidentes con los relatos neo-testamentarios y sus posteriores interpretaciones. Entonces ¿Quién es Judas? Este puede ser otro argumento para defender que el propio Cervantes inventó a Avellaneda.
Don Quijote: Padece la humillación y el abandono por parte de todos, incluso se denomina a sí mismo “caballero de la triste figura”. Es llamado Señor con gran burla y es apresado y simbólicamente crucificado en varias ocasiones y finalmente muere como consecuencia de sus aventuras. Tiene una última reflexión que parece contradecir toda su predicación anterior. Defiende una realidad imaginaria que se asemeja al “reino de los cielos”, pero constantemente se topa con la triste realidad de la mediocridad humana; a pesar de ello, persiste en su convicción. Es un elemento gravoso, rescatado de tiempos pretéritos, pero interpretado de forma incongruente, como el Evangelio en tiempos de la Inquisición.
Sancho: Abandona a su mujer para ir a recorrer el mundo con el Maestro, pero, en los momentos más críticos, también abandona e incluso traiciona a su amo, pero es perdonado y se hace depositario de su legado espiritual, a la muerte de éste. Le hace mucho la pelota a su líder, pero más por interés que por verdadero amor.
Dulcinea. Es el típico amor distante, cuya carnalidad está prohibida. Nada más gráfico para describir a la Magdalena prostituta de los católicos, a la que Jesús defendía a capa y espada, a pesar de su bajeza moral, según los cánones de la época. Baste recordar que la Dulcinea imaginaria se identifica o confunde con una palurda, Aldonza, sobrina del hidalgo.
Los libros de caballería: Son el antiguo testamento, conjunto de libros a los que ya Cervantes tampoco profesa un gran culto, sino más bien un respeto filial. La imagen del cura y otros crisitanos quemando estos libros es bastante representativa del paso que dio el cristianismo, al considerarse a sí mismo como credo independiente, muy a pesar de la afición del Maestro (o el hidalgo) hacia aquéllos libros.
Con este nuevo punto de vista, los libros de Cervantes sobre el ingenioso hidalgo, se vuelven todavía más ingeniosos, irreverentes, valientes,.. más intelectuales en definitiva... y sobre todo, más merecedores de lectura que por las simples razones de que “se ríe uno”, “se cumplen 400 años”, “se mantiene un interés narrativo” y otras tantas exquisiteces que hacen de El Quijote un verdadero coñazo.
NOTAS:
(1) El contenido de este trabajo perdería mucho sin las observaciones y aportaciones de mi amigo Sylvain Le Gall , a quien estoy muy agradecido.
(2) Como buen ejemplo de esta exégesis, magistral ensayo de Miguel de Unamuno: Vidas de Don Quijote y Sancho (1904) en el que el pensador vasco pone de manifiesto esta típica codicia española propia al Siglo de Oro, el ocaso de la sociedad feudal y el universo picaresco, etc.
(3) Dominique Aubier (1967): Don Quijote, profeta y cabalista . Ver http://www.dominique-aubier.org/france/books/KAB.html
(4) Como apunta Le Gall, La lectura que hizo Dostoievski del Quijote en sus cuadernos previos a la redacción del Idiota podría ser un buen punto de partida para esta exégesis (el Sufrimiento del Redentor). Quería hacer Dostoievski del Príncipe Myshkin una réplica de Don Quijote, o sea otra nueva réplica de Jesucristo tal como el autor ruso había entendido la figura del hidalgo manchego (este patetismo y la crueldad humana a los cuales se refiere Nabokov según dices). Lo que resulta ausente de la lectura de Dostoievski es la interpretación “criptojudía”. Visto el antisemitismo de Dostoievski y su admiración por Cervantes nunca se habría planteado este enfoque. ¿Será Don Quijote una manifestación del Judío Errante viviendo por las llanuras polvorientas de la Mancha su auténtico camino de Damasco?
Alfonso Galindo Lucas
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