LXXXV
La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban
pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro
florido,
todo cargado de flor
recordé, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de
la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
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