LXXXI
A UN VIEJO Y DISTINGUIDO
SEÑOR
Te he visto, por
el parque ceniciento
que los poetas aman
para llorar, como una noble sombra
vagar, envuelto en tu levita larga.
El talante cortés,
ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
¡qué bien tus pobres huesos
ceremoniosos guardan!
Yo te he visto,
aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala
hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca,
del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas.
Y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata.
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