LXX
Y nada importa ya que el vino de oro rebose de tu copa cristalina, o el agrio zumo enturbie el puro vaso...
Tú sabes las secretas galerías del alma, los caminos de los sueños, y la tarde tranquila donde van a morir... Allí te aguardan
las hadas silenciosas de la vida, y hacia un jardín de eterna primavera te llevarán un día.