Poesías de Juventud

 

 

 

SUSPIROS

Solo, triste, perdido sin sosiego
del mar del mundo en las inquietas olas,
sin apagar de mi dolor el fuego
vuelvo de nuevo a lamentarme a solas.

Ha tiempo ya que entre celajes de oro
hermoso edén en mi ilusión soñé.
¿Quién mi ilusión arrebató?... Lo ignoro.
¿Quién goza en mi martirio?... No lo sé.

Yo sólo sé que mitigar deseo
este pesar que arrebató mi calma;
la causa de mi pena no la veo,
y, sin embargo, me desgarra el alma

Tal vez será que el alma se lamente
en fuerza de sufrir, ya sin motivo;
pero mi pobre corazón no miente
y me hace ver las penas en que vivo.

Nadie comprende porque a nadie importa,
las tristes penas de mi vida amarga;
vida que en dicha y en placer es corta
y en desventuras y en sufrir, muy larga.

¿Quién causó mi placer? Un sueño necio.
¿Con quién soñó mi alma? Con un bien.
¿Quién causó mis angustias? Su desprecio.
¿Quién mató mis ensueños? Su desdén.

En medio de mi pena y desconcierto
no tengo nunca un cariñoso amigo
que me enjugue las lágrimas que vierto
y se venga a llorar también conmigo.

Aunque lo quiera y aunque así lo anhele,
no ha podido encontrar el alma mía
ningún amigo fiel que me consuele
cuando yo le contase mi agonía.

Siempre sufriendo mi crüel martirio
turbado veo mi soñado edén,
y la niña que amaba con delirio
ha pagado mi amor con un desdén.

Su mirada de angélico candor
no quiso mi pesar calmar jamás.
¿Y con qué le he pagado?... ¡Con mi amor!
¿Y cuál es mi venganza?... ¡Amarla más!...


 

 

 


 

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