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VAMOS A ESPERARLOS
¡Dichosos los
niños
que tienen caballo,
que es tener la dicha
de ser Reyes Magos!
¡Dichoso vosotros
que vais a esperarlos,
pues por tantos Reyes
seréis visitados!
Ya vienen, ya llegan...
¡Y cuántos! ¡Y cuántos!
¿Cómo habrá en Oriente
tierras y vasallos,
mantos y coronas,
tronos para tantos?
¡Qué trajes tan ricos!
¡Qué hermosos caballos!
¡Y qué pequeñuelos
estos Reyes Magos!
¿Pequeños he dicho?
Pues dije un pecado;
¡no hay Reyes más grandes
que esos de ocho años!
No traen escuadrones
de bravos soldados,
ni orgullo en el pecho,
ni sangre en las manos,
ni órdenes terribles
brotan de sus labios,
ni al de la victoria
trepidante carro
míseros vencidos
traen encadenados.
Soldados de plomo,
risas en los labios,
amor en el pecho,
dulces en las manos...
¡Eso es lo que traen
estos Reyes Magos
que se dieron cita
para conquistarnos!
De Oriente vinieron,
vinieron mandados
por aquel Rey Niño
que a los hombres malos
con el arma sola
de Amor ha ganado.
¡Esos son los Reyes
que tendrán vasallos
como el mar arenas,
y la selva ramos,
y estrellas los cielos
y espigas los campos!
¡Vamos con vosotros,
vamos a esperarlos!
Todos esos Reyes
de otro son vasallos,
de otro que les manda
que vengan a daros
dulces y juguetes,
y besos y abrazos.
¡Que vengan, que vengan,
que van a enseñarnos
que ellos y vosotros
de Amor sois vasallos,
¡vasallos de Cristo,
que es de Amor dechado!
¡Dichosos los
niños
que tienen caballo,
que es tener la dicha
de ser Reyes Magos!
¡Dichosos vosotros,
que vais a esperarlos,
que es ir a un convite
de dulces y abrazos!
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