EL TRABAJO
Cuando de Dios la
mano sabia y omnipotente,
puso en el mundo al hombre luego que lo creó,
el hombre ingrato y débil fuele desobediente
y el Creador al trabajo su vida encadenó.
Siendo, pues, el
trabajo ley soberana y santa
que el Hacedor del mundo con su poder dictó,
debemos acatarla con reverencia tanta
como el poder merece de quien la promulgó.
Es el trabajo fuente
de la riqueza
y aguijón diligente de la pereza;
la ruina y los pecados más lastimosos
son frutos obligados de los ociosos.
Si en el trabajo
honrado tus miras pones,
vivirás alejado de tentaciones,
labrarás con tus manos tu bien futuro
y el pan de tus hermanos harás seguro.
Honrado patrimonio
te dio tu padre
consérvalo y ayuda
siempre a tu madre,
y Dios un día,
te dará a manos llenas
pan y alegría.
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