Poesías de Juventud

 

 

 

 

EL AMO*

El monte era feraz, hermoso y grande;
la casa, alegre y blanca;
la gente, vividora;
sanos los cuerpos, vírgenes las almas,
cadencioso el vivir, sereno el tiempo,
honda la paz y la existencia larga.
El mejor de los mundos se veía
desde las puertas de la alegre casa
y el pedazo más puro de los cielos
sobre el dulce rincón se dilataba.
¡Quién el alma de un ángel,
quién me diera un pincel, quién unas alas
para del cielo en el divino lienzo
pintar el campo que debajo estaba,
que hay pedazos del mundo que podrían
servir al cielo de divina entrada!
¡Qué hermosa, qué tranquila
la alquería feliz de Casablanca!
No quiso Dios que con salvajes gritos
los mares la arrullaran,
ni que aquellas riberas del silencio
lamiesen bravas aguas;
que es la lengua del mar lengua de fiera
que lame torva, al domador las plantas;
que el arrullo del mar es resoplido
de león que descansa
y de allí donde Dios vierte quietudes
aleja las borrascas,
porque ellas siempre nublarán los cielos,
y enturbiarán las aguas,
y troncharán las flores,
y afligirán las almas.
Ni puso en la alquería
las tremendas grandezas soberanas
de las cerradas tenebrosas selvas,
los tajos sin hondón de las montañas,
los ríos caudalosos de aguas turbias;
las monstruosas cordilleras pardas,
la muerte gris de los desiertos grandes,
la vida sorda de las sierras bravas.
¡Señor, cuán otra hiciste
la alquería feliz de Casablanca!
¿Para qué más arrullos que el suave
del aire aquel que por los montes pasa,
o del ronco pichón enamorado
con un amor que su pechuelo inflama?...
¿Y cuáles como aquellas
frescas y puras, saludables aguas
del manso regatuelo
que cruza la pradera solitaria
con música de paz, ritmo asonante
que parece celeste canto de almas?
¿Y qué mayor grandeza
que la que humildes guardan
una del soto madreselva virgen
o una del prado margarita blanca,
una canción de pájaro en amores,
un germen microscópico que estalla...?
¡Qué feliz es la vida de los buenos,
y viviéndola allí, cuán sosegada!
El tiempo venidero se aproxima
cantando la canción de la esperanza
y recita al pasar sobre nosotros
el himno lleno de la vida honrada...
¡Qué bello es el ayer que atrás murmura
sólo memorias gratas!
¡Qué sabroso es el hoy en Dios vivido,
y qué consolador es el mañana!...

 

 

 

* De un borrador escrito a lápiz por el excelso cantor de El ama. Es el comienzo de un extenso poema, que la temprana muerte del poeta impidió concluir.

 


 

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