Al Doctor
Bejarano*
Allá van
coplas señores,
no para el hombre
eminente
que, ardiendo
en santos amores,
torna a beber
el ambiente
del solar de sus
mayores.
¿ Qué
le podré yo decir
que él
necesite escuchar,
ni que sabré
yo sentir
que él
no sepa discernir
al través
de mi cantar ?
Allá van
ecos risueños
para oídos
extremeños,
que oirán
con orgullo sano
cómo saben
los zarceños
glorificar a un
hermano.
. . .
Para pimiento Aldeanueva;
para verduras
la Granja;
para pastos Granadilla:
para Doctores,
la Zarza.
El Guijo, para
canchales;
para buen vino
Mohedas;
¡ para amante
de sus hijos,
toda la tierra
extremeña !
Pregunta a la
pobre España
qué pueblo
es más de su agrado,
aquel en que nace
un duque
o aquel en que
nace un sabio.
Porque en ella hay ricachones,
no alabes tanto
a tu patria:
la tierra viciosa
cría
las más
gordas calabazas.
Zarceña
de mis quereres,
cuando expirando
me veas,
llama al Doctor
Bejarano
si no quieres
que me muera.
La Zarza de Granadilla
no le debe a Madrid
nada;
pero la corte
señores,
le debe un sabio
a la Zarza.
Cuando el Doctor
Bejarano
viene a su tierra
natal,
se pone toda la
gente
la ropa de acristianar.
Celoso esta nuestro
pueblo,
celoso está
de Madrid,
que aquí
lo bueno ha nacido
y están
gozándolo allí.
. . .
¡ Zarceños ! Termino ufano
con dos vivas
halagüeños
para oídos
extremeños:
¡ Viva el
Doctor Bejarano !
¡ Viva todos
los zarceños !
Por:
D. Jose María Gabriel y Galán
28 de Agosto
de 1904
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