Poesías de Juventud

 

 

 

CITA

¿Dónde a rodar nos llevará mañana
esta fuerza invisible del destino
que en el desierto de la vida humana
señalándonos va nuestro camino?

¿Dónde estará esperándome el pedazo
de tierra, para mí desconocida,
donde termine el misterioso plazo
que haya Dios puesto en mi tranquila vida?

¿Dónde el lugar incógnito y sombrío,
triste rincón que para mí será
lecho de muerte, solitario y frío,
donde mi cuerpo a descansar irá?

¿Quién podrá asegurarnos que mañana
no puede separarnos el destino,
con esa misma fuerza sobrehumana
con que ayer nos lanzó por un camino?

Para ese triste e inesperado día
dejo escrita esta página sincera
que un capricho tal vez del alma mía
para ti me mandó que la escribiera.

En sentido y cariñoso aviso,
una cita ideal que darte intento,
un capricho pueril que de improviso
me ha venido a asaltar el pensamiento.

¿Por qué negarlo si lo estoy sintiendo?
¿Por qué ocultarlo si al hablarte así
alguien parece que me está diciendo
que tú también te olvidarás de mí?

Bien sé yo que en el mundo donde vivo
se ríen de estas íntimas ternuras,
que el instinto grosero y positivo
seguramente llamará locuras.

¿Qué grandezas va a haber, ni qué ideales
en un mundo grosero y sin decoro,
hambriento de apetitos materiales
y sediento de goces y de oro?

¿Quién va a hablar de sus íntimos pensares
en este mundo escéptico y grosero,
que hasta a Dios arrojó de los altares
para poner en ellos el dinero?

¡El oro es el que reina, sólo el oro!
El amor, la virtud más noble y alta,
la amistad, el honor, la fe, el decoro,
¿valen dinero? No. ¡Pues no hacen falta!

Por dondequiera que se mire el mundo,
¡el mismo tono gris, triste y sombrío!
¡El mismo aspecto de desdén profundo!
¡El mismo ambiente de egoísmo frío!...

En esta sociedad frívola y necia,
es un hombre ridículo y extraño
el que ve el interés y lo desprecia
cuando viene de manos del engaño.

¿Quién que un soplo de fe tenga en el alma
y un resto de pudor en la conciencia
puede ir viviendo con serena calma
entre esta criminal indiferencia?

¡Yo vivo solo! Y aunque el alma siento
que se asfixia en el aire que respiras,
aparento vivir en mi elemento
en medio de esta universal mentira.

Por ese mar de corazones fríos
voy bogando con fe y sin desalientos,
entregado al cariño de los míos
y embargado en mis propios pensamientos.

Perdóname si distraídamente
dejé correr la pluma demasiado.
¡Ha sido un desahogo conveniente
de que muy raras veces he gozado!

¿Verdad que siempre, cuando tú seas hombre
aunque te veas de mi lado lejos,
te acordarás siquiera de mi nombre,
que escrito dejo aquí con mis consejos?

¡Dios te lo premiará si así lo hicieres,
y yo jamás tu nombre borraré
de la lista querida de los seres
que más he amado, y amo, y amaré.

 

 

 

 


 

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