Premio
Punto de
Excelencia

 

Antonio José Quesada Sánchez

Rosario Ramos


     ENTREVISTA con ANTONIO J. QUESADA

     Con motivo de la publicación de la novela Un mensaje en el móvil y el poemario Destellos de una existencia, he entrevistado al joven autor, que como podemos ver en la entrevista, se perfila como un potencial literario importante. Antonio J. Quesada es una persona preparada y con un gran bagaje cultural, dotado de una inteligencia excepcional y de una inmensa curiosidad que plasma en cada una de sus obras. Persona sencilla, afable y sin lugar a dudas un gran comunicador, se percibe en su obra ciertos tintes de escepticismo en temas sociales y políticos. Su conversación es amena y está impregnada de un agudo sentido del humor, su tono ingenioso mantiene vivo el diálogo y se aleja sin pretenderlo del tono formal con que le he planteado la entrevista, quizás un poco árida, volcada principalmente en los contenidos de sus obras. Sin lugar a dudas, hubiese sido más fácil conversar con él sobre preguntas generales, y como él bien dice, hubiese sido precioso charlar de éstas y otras cosas con unas cervecitas, pero ya habrá tiempo para todo, hoy he preferido que nos hablase en profundidad sobre los contenidos, para que el lector que esté interesado en su obra tenga una idea clara de lo que va a encontrarse cuando aborde la lectura de su novela o poemario.


Rosario Ramos: Para comenzar, naces en Málaga y cursas la Licenciatura de Derecho. Háblame de tus comienzos como escritor. ¿Cuándo y cómo nace en ti la vocación de escribir?

Antonio José Quesada Sánchez: Pues a ciencia cierta, no lo sé, la verdad. Siempre me gustó leer, aprender cosas de los libros, y llega un momento en que pensé que tenía, también, la necesidad de contar mis propias cosas. No sé con qué exacta intención, aunque puede que haya un poco de necesidad de retocar la realidad que no me gustaba, de describir aquello que me parecía importante, de ajustar cuentas contra algo (por qué no, también eso incita a escribir). Un poco de todo eso. Soy una persona reflexiva a la que le gusta pensar y hacer pensar sobre todas las cosas. Quiéreme u ódiame, pero no te quedes indiferente con lo que te digo por escrito. Me gusta eso. Y si está bien escrito, entonces es una gozada. Prefiero una mentira chispeante a una verdad aburrida, y esa es actitud de escritor (escriba o no). Y empecé a escribir ya en el instituto, aunque luego lo abandoné. Tenía que sentir la necesidad de decir cosas, y no la volví a sentir hasta bastante después.

RR: Te dedicas a la docencia impartiendo clases de Derecho ¿Cómo compaginas tu actividad laboral con la creación literaria? El mundo laboral nos suele proporciona muchas vivencias que a menudo se pueden utilizar como material narrativo ¿Cómo se refleja ese entorno en tus obras?

AJQS: Pues sí, compagino ambas labores, porque no puedo comer de lo que escribo, que sería mi sueño, lo reconozco, así que tengo que bajar a clase cada día. Aunque las clases en sí me gustan: he descubierto que me encanta bajar a contar cosas, que no es sino otra forma de expresarme. Es como cuando escribo, pero en aburrido: explicar sobre el pago de lo debido no es divertido ni a ritmo de salsa. La verdad es que compruebo que soy un tímido bastante exhibicionista, jajajaja.

     El ámbito laboral sí me proporciona ambientes, actitudes, que me interesan literariamente: cuando quiero reflejar un trabajo que cosifica al trabajador, ¿qué mejor que describir a un profesor universitario que, en soledad, escribe una Tesis doctoral que nunca avanza? Es que es lo que conozco mejor y tengo más cerca ... (esto a veces me ha traído problemas: a veces piensan que reflejo la realidad a pies juntillas: no es eso, la literatura es poder coger elementos de la realidad y crear tú, dejando aquello irreconocible, si se tercia; o no extraer elementos de la realidad, depende). Puedo entender mejor a un chico que trabaja en una tesis doctoral que no avanza que a alguien cuya jornada laboral consiste en meter cartas en sobres o atornillar una rueda en una cadena de montaje, y lo aprovecho. Por cierto, que quede para la galería que defendí mi Tesis doctoral en Derecho en noviembre de 2003, y ahora creo que puedo llevar gorro académico y todo, si es que soy un partidazo... Pero sé lo que siente alguien que está en el camino. ¡Cómo no saberlo después de tanta película!.

RR: La publicación de estás dos obras no son un hecho aislado y fruto de la improvisación o la casualidad, sino más bien de una madurez adquirida con el paso del tiempo. Antes de la publicación de tu novela y el poemario has ganado diversos premios y menciones literarias, ¿Qué destacarías de toda esta producción literaria y en qué medida te ha influido en estas dos obras?

AJQS: Es parte de un todo, creo yo. No tengo formación literaria reglada, pero sí necesidad de contar, y a veces hay cosas que sé que puedo decir sólo en verso, otras en prosa, para otras necesito el teatro... ¿Cómo ocurre en cada caso? No lo sé, no sabría describirlo, pero lo siento así y así lo plasmo. Y es parte de un todo, realmente. Siento que debo expresar algo, y la forma en que debo hacerlo me viene inspirada por no sé qué Dios (¿Dios Padre, inspiración, energías positivas, sentarse a trabajar?, cualquiera sabe...). La verdad es que se me nota que no vivo de esto, pues me dejo llevar demasiado por intuiciones e inspiraciones: escribir es una pasión, y, por tanto, a veces estoy de juerga por la noche y se me ocurren cosas que quiero escribir. O en el autobús, por ejemplo. Un profesional de esto tiene su horario, su hora de las musas, etc. Tiene cada día tema para su artículo (¡qué cabrón, cómo lo hará!). Yo puedo escribir un artículo en treinta minutos, pero puedo estar varias semanas sin escribir ninguno porque no tengo tema que me llame. Una vez escribí un poema en plena calle, me tuve que sentar y lo escribí detrás de un papel de propaganda de cursos de ordenadores (más baratos que ninguno). Si no es así, igual lo pierdo. Tengo una vida interior intensa (espero que no suene pedante), y se me van algunas ideas si no las escribo... Igual es que me hago viejo, que todo puede ser...

RR: Acabas de publicar una novela y un poemario casi simultáneamente, pero supongo que la creación de éstas, pertenece a un momento perfectamente diferenciado. Háblame de cómo surgió la idea de cada una de ellas y su posterior desarrollo.

AJQS: Poemas vengo escribiendo desde hace tiempo. Me animé a mandar estos que ahora se publican a una editorial después de vivir una anécdota curiosa. Soy vergonzoso, y yo era parte de una lista de correo dedicada a Mario Benedetti (al que adoro), donde estábamos en contacto amantes de la literatura de las dos orillas. Una vez mandé a la lista un poema que yo había escrito, sin aclarar el autor, y me escribió otro miembro, preguntándome que a qué libro de Benedetti pertenecía, que era un entendido en todos ellos, pero éste no le sonaba. Me quedé sin habla... Eso me animó: cuando uno hace un pastel le gusta que los comensales se chupen los dedos (no es de mala educación, que no nos engañen también en esto): pues cuando uno escribe versos o textos le gusta que sus lectores se chupen los dedos del alma. Es el mismo sentimiento.

Un mensaje en el móvil
     «Un mensaje en el móvil» es una historieta con mucho mucho sentido del humor («mucho muchísimo», que dice un amigo mío), y donde intento reflejar una historia que venga a ser como es la vida: una historia aparentemente banal donde se entrecruzan ideas, cuestiones y sentimientos muy importantes. Es divertida y quiero que, como todo lo que hago, incite a pensar. Con la sonrisa en la boca, claro, pero pensando «¿será verdad esto que dice este tipo? ¿seremos realmente así?».

RR: Un mensaje en el móvil es una novela corta que transcurre en los ambientes estudiantiles y con un trasfondo universitario. Háblame de sus componentes sociales y su tratamiento en la elaboración artística.

AJQS: Ufffff, me pongo el casco de batalla y... ¡al ataque!. «Un mensaje en el móvil» es un cruce de caminos entretenido: es la historia de una mujer de treinta y algún años (es una ordinariez determinar totalmente la edad de una mujer, y uno es un caballero, así que lo dejo en el aire), que recibe un mensaje en su móvil, de alguien que le propone quedar con ella. No sabe quién es pero decide seguir el juego, a ver si es el hombre de su vida. Todo transcurre en Málaga, durante un viernes y un sábado, y seguimos el proceso que sufre esa protagonista hasta que llega la cita. Paseamos por Málaga, por la mente de una persona agobiada por el ambiente, por prejuicios, por recuerdos, por ideas que cree seguir y otras que no... Hay críticas solapadas, críticas menos solapadas... incluso mi autocrítica en un momento concreto: soy ese becario que sienta cátedra en la prensa local y al que alguien enseñará que los escalones se suben de uno en uno. Es divertido reírse de uno mismo, y si tienes una cara como la mía, reírse de uno es pura necesidad... Resulta ya hasta oxigenante (jajajajaja).

RR: Me gustaría preguntarte si el lector que se proponga leer tu novela se va ha encontrar con una obra de corte tradicional, fácil de organizar y con los clásicos apartados como «el argumento», «los personajes», «los ambientes», «la construcción», etc. Háblame, sin más, sobre la estructura de la obra. Y Entrando ya en los aspectos técnicos de Un mensaje en el móvil, me gustaría saber si la novela presenta alguna novedad en cuanto a su estructura.

AJQS: No. la estructura es muy simple, lineal y directa. No he sido excesivamente original en eso, he pretendido que me lean en la playa si es posible. Cualquier sitio es bueno para mirarse el ombligo del alma con la excusa de una historia fácil de leer. Que el lector se ría con lo que allí dice, pero que luego esa risa coja un tono algo amargo y piense ese lector/a «¿así somos, realmente?». Eso es lo que quiero: dar que pensar con una trama sencilla. No sé si es lo correcto, tampoco me importa: esto quería que fuera así y así es. Ahora, por ejemplo, estoy escribiendo otra cosita donde la trama es bastante más compleja y hay menos humor. Depende del relato, como todo en la vida. Pero Ortega (Ortega y Gasset, no Ortega Cano) comentaba que «la claridad es la cortesía del filósofo»: no soy filósofo, pero en este caso sí he pretendido ser cortés con el lector. Pienso que cuando uno lee un libro da de lado al resto de la literatura universal, y tengo que ofrecer algo atractivo para lograr esto. Hace años que si un libro no me interesa lo dejo, no me importa de quien sea (puede que un lector se pueda valorar por los libros que va abandonando: yo he abandonado desde cosas de Carlos Fuentes a textos de Cela, pasando por Flaubert (éste me provocó cargo de conciencia) o Solzhenitsin. No tengo piscina, como Umbral, pero también sé mandar a un libro a soplar nardos al parque. Siempre digo que, a estas alturas de mi película, sólo me aburre quien yo quiera. Cuando luego supe que Borges recomendaba esto, aunque con mejores palabras que las mías, fui más feliz. Me sentí corroborado por un genio, y eso siempre es agradable y te autoafirma.

RR: ¿Cómo has desarrollado el planteamiento de la situación? ¿Qué aspectos temáticos abordas en tu novela?.

AJQS: Es básico, para leerla, tener mucho sentido del humor, porque juego, critico y me río de todo el mundo, empezando por mí mismo. A lo largo de la historia, Rocío recuerda a sus novios, que tienen un poco de todos nosotros. Yo soy muy Rocío también, por qué no (tengo un lado femenino, afortunadamente, y lo cultivo con cuidado, igual que mis vicios, porque si no los pierdo...). Desde el joven de ideas muy izquierdistas, literato, hasta el profesor de universidad que se acuesta con las alumnas, las funcionarias que pasan de hablar del culo de un hombre a Julio Cortázar o la madre que sólo desea verte casado y estable, el cacique de Jaén,... La vida es todo eso y más: un batiburrillo de todo, una mezcla de cosas humanas y divinas que pueden no ser ni lo uno ni lo otro.

RR: Podemos decir que Un mensaje en el móvil es una novela «de protagonista». En cierto modo los personajes son bastante esquemáticos y giran alrededor de la protagonista femenina. ¿Qué tratamiento has dado a los personajes? La figura de Rocio como protagonista merece, por ello, una mayor atención, ¿Cómo has perfilado el personaje de Rocio?. Háblame del resto de los personajes, de Ernesto, la madre, etc: sus funciones, y las relaciones sociales.

AJQS: Rocío es una mujer de treinta y algún años, soltera, que se lanza a una aventura de ésas que nunca quiso (no es ciber-relación, pero sí es importante el mensajito perenne de móvil, indicio de ciber-algo), y durante la cual pasará revista a su trato con los hombres (esos potenciales chulos), a sus prejuicios y sus manías. Una mujer que no conoce al hombre que ni su madre ni ella desean para ella y que se agarra a ese clavo ardiendo divertido que es el mensaje que recibe en el móvil. Ernesto es un desconocido, ni yo lo conozco: manda el mensaje, asiste a reuniones fantasmales, viene de fuera (no se sabe de dónde), y no se le conoce físicamente. Graci es la otra funcionaria, cómplice de Rocío. Recuerda Rocío a sus novios, y entre ellos, a su Ernesto, su novio literato comprometido políticamente. Le tengo cariño a Ernesto, hubiera hecho buenas migas conmigo, aunque nos peleáramos en algunas cosas: es de lo que ya no hay, es un santo ateo, un hombre fuera de juego hoy día. Reserva espiritual de algo, mi compañero de viajes ideal en ese viaje largo que es la vida. Le quiero mucho. El resto es decorado, en mayor o menor medida. No de poca importancia, pero sí decorado.

RR: Un mensaje en el móvil se desarrolla en Málaga, y describes de forma realista el ambiente de la Facultad de Derecho diferenciando el mundo de los funcionarios y los estudiantes, con elementos tan actuales como el famoso botellón . Coméntame el ambiente que rodea la obra.

AJQS: La facultad la reflejo con sus luces y sus sombras, como es la vida y como todo lo que planteo. La vida universitaria es aprender del Derecho y admirar el tanga de la compañera, todo eso y más. Y si no se refleja así, estaría dando una imagen que considero falsa, que no existe. Eso puede estar muy bien cuando quiero falsear algo, pero si quiero reflejar el ambiente de la facultad, debo hacer eso: mientras miro un libro en biblioteca acaba de pasar una morenaza... me giro, inspecciono, es maravillosa... me ha pillado, horror, vuelvo al libro... Todo eso es la vida de facultad y todo eso es lo que quiero reflejar.

     Por cierto, quiero hacer aquí una defensa del botellón, aunque civilizado en su ejecución, claro. Como todo en la vida, las cosas hay que hacerlas con educación, pero soy un claro defensor de comprar las bebidas y hacer botellón, porque un niño sin ingresos no debe poder pagar cuatro euros por un whisky de garrafa en un bar de copas. No, menuda sociedad sería la nuestra si así fuera.

     Hagamos botellón, pero con educación. Para reunirse unos colegas y beber algo no hay que meterse con nadie ni abrirle la cabeza al de al lado. Siempre digo que con un cuchillo cortas jamón o cuellos humanos, pero el cuchillo en sí no es dañino. Pues sí al botellón, que en sí no es dañino. Por cierto, acepto invitaciones.

RR: ¿Qué aspectos más notorios destacarías de tu estilo? .

AJQS: No sé si tengo un estilo definido, pero me atrae que mis textos presenten una elaboradísima sencillez. No agobiar a nadie con cultismos salvo que sean necesarios: ser un narrador amigo. Pero si el lector colabora conmigo (es lector macho, que decía Cortázar), podemos pasarlo muy bien, reírnos mucho y aprender a vernos descarnadamente. No me gustan esos intelectuales que exigen un diccionario para seguirles, los pedantones al paño de que hablaba Machado. Seguro que si les miramos a los pies, levitan y todo, como Tomás de Aquino. Es una literatura masturbatoria, hecha para que gocen el escritor y unos cuantos amigos de él y le digan lo grande que es. Como dijo Ortega (y Gasset, recuerden), «no es eso, no es eso». No quiero volar por encima de los lectores: quiero volar con los lectores. Quien entra en mi rueda creo que lo pasa bien, pero no quiero ser difícil de leer. Es cierto que hago bastantes alusiones colaterales a cuestiones políticas, literarias, musicales, etc., y si se me sigue en ellas, se comprobará que tengo un sentido del humor a prueba de obuses.

RR: Los diálogos en tu obra juegan un papel importante en la caracterización de los personajes muy marcados por el tono conversacional. ¿Qué tipo de lenguaje y variedad de registros utilizas en ella?.

AJQS: El que entiendo necesario en cada caso. No habla igual un profesor universitario creído y engolado que un profesor más apegado a la tierra. No habla igual un portero de discoteca que un poeta (afortunadamente). No trata igual a una chica un chulo de barra de bar que un amigo. Todo eso hay que reflejarlo. Las chicas protagonistas no hablan igual entre ellas que cuando atienden a alumnos. Es lógico que cambien de registro.

RR: ¿Estás contento con el final de la obra?

AJQS: No adelanto nada, pero es el final lógico, me guste o no (confesión que nada adelante: no me gusta). Pero cualquier otro hubiera sido demasiado novelesco y, por tanto, no me gustaba para mi relato (jajajaja).

RR: Me llama la atención que salgan publicados dos libros tuyos casi al mismo tiempo, la novela que hemos comentado anteriormente y un libro de poemas. Me gustaría que me hablases de tu trayectoria y tus raíces poéticas. ¿Qué influencias podemos apreciar en tu poesía y hasta que punto han marcado este primer trabajo tuyo?

AJQS: bueno, me considero un digno lector, pero un digno lector de prosa. Reconozco ser un deficiente lector de poesía, pero sí que tengo mis influencias. Mi gran vaca sagrada es Mario Benedetti, admiro mucho su trayectoria y forma de entender la poesía y la vida. De él, así como de Miguel Delibes («Benedetti, ese Delibes con ideología», he dicho alguna vez), he aprendido lo elaborado que debe estar un texto para que resulte de fácil lectura. No me considero capaz de rebuscar las palabras para que el poema esté al alcance de una minoría selecta, aunque sí que hago guiños al lector, cómo no. No rimo: estoy harto de ver rimas que no son poesías, y eso no me gusta. Personas gritando rimas, es algo terrible. Hay rimas gloriosas, obviamente, pero no me salen: cuando intento rimar la poesía huye, así que desistí hace tiempo.

     Además, y esto es la primera vez que lo confieso, sí me considero un poeta, pero no por lo que he escrito, que puede no gustar al lector, sino por como vivo, por pura filosofía vital. Decía Wilde que había quien vivía la literatura que no escribía. Yo he escrito algo, pero vivo mucho más. Afortunadamente.

Destellos de una existencia
RR: Pasemos ahora a tu segundo libro que acaba de ver la luz hace escasos días, el poemario Destellos de una existencia. Es un libro sin lugar a dudas peculiar, dividido en tres partes, aparentemente independientes y sin vínculos entre ellas. Pero quizás sea interesante que nos comentes si existe un hilo conductor que pueda relacionarlas de cierto modo, si existe un tema central que nos haga preguntarnos ¿Responde a preocupaciones que ya conocemos? ¿Qué tono sentimental domina?

AJQS: hay un hilo evidente en las tres, y es, además del estilo, que en todo caso me replanteo una parcela de la realidad. Intento dar un latigazo a quien lee, y para mi sería ideal que alguien leyera un poema, se quedara pensativo y se dijera «es bonito esto que me dice este muchacho. ¿Será realmente así?». Sería señal de que disfruta estéticamente con lo que he dicho y le da que pensar. Ideal.

RR: El libro está dividido en tres partes, bien diferenciadas, la primera, llamada «Destellos de poesía»; la segunda «Tristeza en la mirada: los animales nos hablan» y la tercera «Palabras regaladas alguna vez». Explícanos sucintamente la estructura de la obra. ¿Que elementos suscitan la meditación del poeta y que valor simbólico tienen dichos elementos?

AJQS: Sí, vamos a ver. La primera parte es una recopilación caótica de poemas sin más hilo conductor que el ser seleccionados conjuntamente por mi. Son los destellos, chispazos que se plantean la realidad desde otra cara, desde un prisma poético. Donde amor, desamor, prepotencia y poesía se dan la mano y danzan. Y lanzo mis flechas, que espero que impacten en el alma del lector, con un poco de suerte.

     La segunda parte sí tiene hilo conductor evidente: estoy charlando con distintos animales, que no terminan de saber por qué extraña razón me comporto con ellos como el dueño de la creación que dicen que soy. Los animales nos hablan, y su mirada es triste, no hay más que verlos. Es como la de esos niños que mueren en el mal llamado Tercer Mundo: todos los inocentes se parecen. Y ellos todavía no han asimilado por qué les maltrato.

     La tercera parte tiene una hilazón algo débil pero muy lógica: son poemas publicados en alguna revista o periódico. Son «palabras regaladas alguna vez», como digo en el título. Hay en ellos poemas a los que tengo gran cariño. Lanzados quedan.

RR: Es un libro donde se frenan de algún modo los esplendores formales (ritmos, léxicos, sonoridad) en pro de una expresión más sencilla, más humana. Háblame, Antonio, de los aspectos esenciales de este poemario. ¿Qué puede encontrar el lector en tu libro?

AJQS: Puede encontrar, posiblemente, una poesía ideal para lectores menos aficionados a la poesía. Creo que puede acercar la poesía a personas que dicen «uff, yo poesía no leo, no la entiendo». La poesía no tiene que ser poner los ojitos en blanco y recitar cosas, intentando que se entienda lo menos posible. No: la poesía existe en la naturaleza, el poeta es un medium, y si logra provocar sensaciones con palabras cuidadosamente escogidas para ser leídas con sencillez, me parece mejor. Cada cuál tiene un estilo, supongo que el mío es el de la cuidadosa sencillez. Poesía es mirar el mundo desde otro prisma. Es sugerir, más que decir. No sirve el corta y pega del ordenador: toda letra es insustituible y no puede prescindirse de ella, además. En poesía, si una palabra, una coma, un silencio, lo que sea, está ahí, es por algo. Que no quepa duda.

RR: Por el momento has escrito cuatro libros —dos de los cuales no han sido publicados— tocando géneros muy diferentes como son la narrativa, el teatro y la poesía ¿En cual de ellos te mueves con mayor soltura? .

AJQS: Bueno, he escrito más, porque no tienes noticia de la existencia de una segunda obra de teatro («La boda»). Pero son géneros diferentes: me siento cómodo utilizando el género que necesito en cada momento para decir aquello que quiero decir. Me sería complicado intentar reflejar con un relato el chispazo que pretendo provocar con un poema, por ejemplo. Aunque posiblemente me siento más cómodo con la prosa (soy muy aficionado a escribir artículos de opinión, y es para mí una juerga literaria: pásense por Rebelión (www.rebelion.org, y me encontrarán en la sección de cultura, por bastantes sitios, con mis líneas más políticamente incorrectas y mi lengua más afilada que de costumbre).

RR: Háblame de tu tragicomedia «La novela inacabada de Sísifo» (tragicomedia cínica en tres actos), obra de teatro inédita que supongo esperas publicarla algún día. Por el título aprecio que está conectada con la Mitología clásica grecorromana. Para familiarizar al lector un poco con la leyenda mitológica podríamos decir que Sísifo era hijo de Éolo, a su vez hijo de Helén, y nieto de Deucalión y Pirra. La mitología nos lo presenta como alguien poco recomendable, el más astuto y el menos escrupuloso de los mortales. Se le consideraba uno de los fundadores de Corinto y cada episodio de su leyenda es la historia de una de sus artimañas. Has elegido el nombre de un personaje con una arraigada tradición literaria que ha sido plasmado incluso iconográficamente. Tiziano lo representó, rodeado de resplandores infernales, abrumado por el peso de la roca.
Repasemos un poco la cronología de este mito para situar posteriormente el personaje de tu tragicomedia. Los distintos autores de la literatura han dado diversas y distintas interpretaciones sobre este personaje. El destino de Sísifo, cuya falta no siempre aparece bien definida en la tradición, recibió numerosas interpretaciones. Su castigo puede aparecer como símbolo del espíritu humano incapaz de elevarse sobre la materialidad de las cosas. Gutierre de Cetina (siglo XVI) compara el castigo impuesto a Sísifo con los continuos altibajos que él sufre por causa de su amor. En el Guzmán de Alfarache, novela picaresca de Mateo Alemán (1599-1604), la vida del pícaro Guzmán mantiene paralelismos evidentes con el mito de Sísifo. Las acciones se repiten, y una y otra vez el protagonista vuelve al mismo punto de su existencia, sin poder salir de la picaresca, convencido de que su vida, cómo la de Sísifo, es un continuo subir para volver a caer. En «La mala suerte» de Baudelaire (Las flores del mal, 1857), Sísifo es un ser heroico que el poeta moderno, condenado a la soledad y a reanudar una y otra vez sus esfuerzos, no puede imitar. Sísifo, menos presente en la literatura que Prometeo —con el que sin embargo tiene bastantes afinidades—, adquiere más importancia en el siglo XX. En el ensayo El mito de Sísifo (1942), Albert Camus convierte el castigo legendario de Sísifo en un símbolo de la condición humana, caracterizada por el absurdo. Pero lejos de rebelarse, el hombre debe aceptar este destino, y Sísifo se convierte entonces en la figura de ese hombre reconciliado con su condición absurda, como traduce la famosa fórmula: «Debemos imaginar a Sísifo feliz». Este estudio es una exploración en clave poética la primera y filosófica la segunda, de la experiencia existencial del absurdo, que surge de la confrontación del espíritu humano autoconsciente con la facticidad cosificada e impenetrable del mundo exterior, carente de toda trascendencia.

      Teniendo en cuenta todos estos antecedentes del mito ¿A cual de ellos se acerca más tu obra? ¿Qué enfoque le has dado en tu tragicomedia? Háblame del personaje, ¿qué aporta tu Sísifo a toda esta tradición literaria?

AJQS: ¡Dios santo, estoy apabullado! Lo mejor que podía hacer es callarme y seguir oyéndote, para aprender, pues posiblemente mi intención era algo más prosaica (jajajaja). Sísifo, como tal, en la obra, no existe. Es una metáfora, una forma de poner nombre y apellidos al trabajo absurdo, sin frutos. Tres personajes reciben una beca de una fundación para escribir una novela, y de ellos destacan dos, especialmente: uno más intelectual, Ernesto, «Sísifo», que cree que por sus virtudes ascenderá en la vida, y otro que trepa en la sombra y sale siempre adelante. «Sísifo», que no se llama así sino Ernesto, es ese intelectual que cree que todo lo logrará porque lo merece, pero a él no hacen más que corregirle sus textos una y otra vez, mientras que el otro trepa y trepa. Encuentro un paralelismo político entre Stalin y Trotski: Trotski es un intelectual que cree que por sus virtudes sus compañeros van a pedirle que, por favor, asuma el mando, y no trepa en la organización, sino que se dedica a tareas que considera más elevadas, literario-pedagógicas, mientras que el gris Stalin se deja de gaitas intelectuales y se dedica a acercarse a éste y a aquél, para hacer un grupo de presión y cargarse al intelectual. Dicho y hecho: ¿quién sube? Ya me dirán... Aunque no desvelo el final, ¿eh? Pero el título puede ayudarnos a intuir quién termina su novela...

RR: Ya hemos hablado del personaje principal pero podrías explicarnos la presentación de otros personajes en la obra.

AJQS: Además de con «Sísifo» nos encontramos en esta obra con Francisco, el becario burócrata que trepa deteniendo golpes burocráticos a su amo, publicando aquí y allí a base de alternar aquí y allí. Conoce a éste y a aquél, y saca provecho de conocer a éste y de conocer a aquél. Se mueve como pez en el agua. También está Pablo, a medio camino de todo, y que se diluye sin que sepamos nada de él, ni me interesa para describir este mundo absurdo que quiero plasmar (una vez un colega que leyó la obra me preguntó «oye, Antonio, ¿qué pasa con Pablo?», y yo contesté «pues no tengo ni idea, ¿tú le has visto por ahí?»). Me da igual, se lo llevó la vida arrastrándolo. El Director de los becarios, inserto en el mundillo editorial, prefiere al burócrata antes que al genio chispeante. Y rondan intelectuales en nómina y otra fauna selecta. Es curiosa.

RR: ¿Cómo surgió la idea de escribir una obra de teatro sobre este mito?

AJQS: porque encarna perfectamente el mito del trabajo absurdo: la novela que escribe Ernesto es la novela de Sísifo, pues nunca verá la luz (por eso estará inacabada). Es el trabajo eternamente corregido. Siempre igual: Ernesto escribe, su director le corrige, él escribe, le corrigen, escribe, le corrigen...

RR: ¿En que marco social está situada tu obra? Háblame de su alcance existencial y sus aspectos sociales y morales del drama.

AJQS: los personajes están en una ciudad indeterminada (el mundo está lleno de Sísifos y Franciscos), trabajando en la sede de la Fundación (el mundo está lleno de fundaciones). Trabajan en varios despachos (el mundo está lleno de despachos), y también se desarrollan escenas en el Salón de Actos de un Banco y en un bar (el mundo está lleno de bancos y no tan lleno de bares).

RR: No he leído tu obra y me gustaría que me comentases de forma sencilla el desarrollo del argumento y su temática, destacando lo que consideres de mayor interés.

AJQS: Es una obra sobre el trabajo absurdo, o sobre cómo se puede triunfar en la vida acomodándose en los recovecos de la burocracia. Y cómo hay personas que por no estar en el sitio justo en el momento justo o no conocer a la persona justa no prosperan. No es justo, ¿no?

RR: Háblame sobre la construcción dramática, tocando aspectos como planteamiento, variedad de escenas, recursos de suspensión y marcha hacia el desenlace.

AJQS: Me da miedo hablar de técnica, lo reconozco. pero he dividido la trama en tres actos. El primer acto se desarrolla en la fundación y en el salón de actos del banco, y en él conocemos qué pasa en esta fundación con los tres becarios, cómo se conducen ellos y los demás y cómo se cuece la historia en las cocinas de la literatura. El segundo acto rompe el relato: un bar en el que Ernesto-Sísifo se explaya con una amiga, y le cuenta sus amarguras. El tercer acto vuelve a los escenarios del primero, y todo se desarrolla a su fin, sin que hayamos conocido determinados procesos mentales.

RR: Descríbeme el ambiente de la obra, su estética y sus recursos más notables. En cuanto al lenguaje coméntame los diversos registros utilizados, en relación con la índole de los personajes, de los momentos y de tu intención como autor.

AJQS: Me interesa, como en todo lo que escribo, ese hombre que no es dueño de su destino, porque otro u otros le estorban en su labor y no llega donde cree que debiera llegar. En ese sentido, Ernesto es alguien con una vida interior rica, volcado hacia adentro, que parece tener genio pero que se siente infravalorado. Pablo se resigna, porque sabe que Francisco es el que saldrá adelante allí, pero se conforma con su hueco bajo el sol. El mundo está lleno de Franciscos, miren a su alrededor y los verán.

RR: La obra de teatro está pensada esencialmente para ser representada, y la intención final es siempre su puesta en escena. Teniendo esto en mente, me gustaría que me hablases sobre la teatralidad de «La novela inacabada de Sísifo» y explica las dificultades de su posible representación escénica.

AJQS: Espero que no suene presuntuoso, pero es perfectamente representable y con muy bajo presupuesto. De hecho, hay un grupo en Madrid que planea su representación. Además, he escrito otra obra de teatro titulada «La boda», donde desarrollo una serie de cuestiones sociales divertidísimas (es, junto con «Un mensaje en el móvil», donde más sentido del humor utilizo). Esto es una primicia que te adelanto: está terminada y es de lo más simpática, además de crítica (corrosiva). Con bodas, intelectuales, diferencias de clase, culturales, políticas, de ideales, y todas esas cuestiones que me interesan.

RR: Has escrito un libro de relatos inéditos cortos titulado «...E introduzco mi bisturí», es un género que dominas bien y en el que te mueves con gran soltura, Coméntame el significado del título y cuantos relatos componen el libro.

AJQS: Bueno, es un recopilatorio de mis relatos breves, aunque lo he ofrecido a dos grandes editoriales que me han dicho que no por cuestiones de edición, porque aseguran que soy un gran literato. Gajes del oficio. El título se debe al elemento común de todos estos relatos: selecciono una parcela de la realidad que me interese... e introduzco mi bisturí. Paseo por la vida de amantes de la tercera edad, jóvenes con ideas ecologistas, aburridos de vivir, inconformistas, cubanos con falta de sueño, lectoras de novela negra, un vaquero gay (Bronco Lilly), y muchos otros personajes. De este libro tuve que extraer «En los mares del sur hay quien luce pañuelo al cuello», pues recibió el Primer Premio de Narrativa Breve MálagaCrea 2003.

      Después de este recopilatorio inédito (aunque bastantes relatos contenidos en él los he publicado en Rebelión), he seguido escribiendo cuentos sobre muy diversos temas. He intentado saber qué se le puede pasar por la cabeza a un soldado de ocupación (¿Irak?), a un asesino, a un terrorista...

RR: ¿Qué destacarías de tus relatos?.

AJQS: Que dan que pensar, que creo que están bien escritos y que no aburren. Intento que ni sobre ni falte nada. Esos michelines no benefician el conjunto. Pero creo que sugieren bastante.

RR: Hablemos un poco sobre ti, tú desempeñas tu faceta laboral como docente, ¿crees que se puede vivir de la literatura? ¿Seguirías escribiendo aunque no te publicasen?

AJQS: Bueno, ya he confesado que mi sueño sería vivir de lo que escribo. Pero éste es, como casi todo, un mundo bastante cerrado, donde hay capillas, hay contactos, y si uno no está en el circuito, no existe. Me da igual, la verdad: hubo una época en la que quería escribir bastante y publicar todavía más, pero ahora doy a las cosas su ritmo. Cuando termine el texto tal, lo intento publicar, etc. Sí me ha resultado miserable el contacto con algunas editoriales, que te ningunean porque no eres conocido: parece que mendigaras la publicación, cuando simplemente quieres ofrecerles algo para ver si les interesa. Allá ellos, en el pecado llevan la penitencia, y afortunadamente, no todas son iguales (de lo contrario, esto sería irrespirable).

      Pero sí necesito escribir. Necesito quedarme solo, ponerme el jersey de cuello vuelto, calentar café y... ¡kaña! Afortunadamente soy así de fácil de satisfacer.

RR: ¿Estás trabajando actualmente en alguna obra?

AJQS: Estoy trabajando en una novela no sé si breve (en todo caso, más larga que «Un mensaje en el móvil»), que creo que me está quedando bastante interesante. Soy mi primer lector, y si no me aguanto, me dejaría a mí mismo de lado, obviamente. No sé si sé escribir, pero sí sé leer, y soy consciente de cuándo algo es mejor o peor. Creo que esta novela que escribo tiene buena pinta: se titula (provisionalmente) «Historia sin final feliz», porque eso es la vida, una historia que nunca tiene final feliz. Además, tengo a medio camino una obra de teatro para la que no debe ser el momento, pues se me cae de las manos, y de vez en cuando escribo algo corto, algún relato breve o un poema. Se llama «Maestro» y pretendo reflejar la vida de un torero y ese mundo que le rodea.
Mis últimos relatos tienen títulos que me resultan tan sugerentes como «Crisis», «El poeta que se fue de putas» o «Vacío». En todos ellos, de una forma o de otra, se encuentra a ese solitario que se enfrenta con sus miserias personales a su manera que tanto me va caracterizando.

      Y después de llegar tan cansado a este final... pienso que hubiera sido precioso haber charlado de éstas y otras cosas con unas cervecitas. Letras, cervezas y buen ambiente, ¡qué más puedo pedir!. Sólo agradecer a quien ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí el haberme soportado de este modo.

Rosario Ramos

Málaga (España)

Copyright ©2003 Rosario Ramos F.


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