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    CRÍTICA DE LA OBRA DEL AUTOR.

    Justo S. Alarcón

    LO CHICANO Y LO CHICANESCO:
    ¿Clarividencia u ofuscación?


    Por Lupe Cárdenas
    Arizona State University West
    Phoenix, Arizona, USA


    LO CHICANO Y LO CHICANESCO:
    ¿Clarividencia u ofuscación?


    Al sólo mencionar este título, nos viene a la mente las discusiones llevadas a cabo a principios del siglo veinte sobre los términos "gaucho" y "gauchesco". Y ahora nos preguntamos ¿por qué volvemos a hablar de este tema a estas alturas? Trataremos de dilucidar algunas ideas que quizás ayuden, paradójicamente, a una más grande confusión. Hace más de cien años se discutía en las calles, en los cafés, en las tertulias, en las aulas de clase y en las revistas literarias de esa época, qué era literatura "gaucha" y qué era literatura "gauchesca". Desde hace unos cuantos años volvió a surgir la polémica, aunque no por las calles, ni las tertulias, ni los paraninfos de la universidad de Buenos Aires, sino en alguna charla, conferencia o escrito en Aztlán (Suroeste de USA) sobre qué es literatura "chicana" y qué es literatura "chicanesca". Para decir la verdad, toda la verdad y solamente la verdad, no sabríamos contestar a esta pregunta o darle una solución a este problema resucitado tardíamente y con una salud enclenque y de poca duración.

    ¿Hemos agotado ya otros temas o todos los otros temas sobre la literatura chicana y la crítica correspondiente para darnos el lujo y meternos ahora por senderos que, en nuestra opinión, además de nimiedades, son callejones sin salida? Vamos por partes. En primer lugar, ¿quién podría darnos una definición exacta, contundente, sin lugar a dudas, o sea, científica, sobre quién es chicano y qué es lo chicano? En segundo lugar, quisiéramos saber, ¿qué se entiende exactamente por el término chicano? Si le hallamos una respuesta precisa, exacta, absoluta y científica a estas dos preguntas, entonces tendremos la clave, no sólo para hablar con fundamento sobre quién es chicano y qué es lo chicano, porque sabiendo quién y qué es lo chicano necesariamente tendremos que saber lo que no es chicano, es decir, lo que es "chicanesco"?

    El problema se complicaría aún más si tratáramos de definir lo chicano por la ausencia de lo que no es chicano, es decir, partiendo de lo chicanesco. ¿Cómo podríamos definir lo chicano a partir de lo no chicano, o sea, de lo chicanesco? Imposible. Sería el caso del adagio filosófico o de los gramáticos que nos estipulan que "la palabra definida no puede entrar en la definición". Y aquí radica el problema: en que todavía no sabemos con precisión qué es lo chicano, ni quién es chicano. Tenemos una suposición, un sentimiento y una corazonada, y todo esto más o menos vago, de quiénes son los chicanos o qué es lo chicano. Pero no tenemos una evidencia ni social, ni científica, ni filosófica. Bajo este preámbulo nos parece que tratar de dilucidar este tema es una cosa, si no absurda, por lo menos se consideraría una pérdida de tiempo. Pero la pregunta requiere una respuesta, puesto que alguien ha sacado el tema al foro público, y la problemática subsistirá hasta que no se encuentre esa respuesta deseada.

    Ya a mediados de los años 60, Francisco Lomelí y Donaldo Urioste en su libro Chicano Perspectives in Literature: A Critical and Annotated Bibliography, comenzaron a hablar del tema y soltaron el conejo para ver quién lo mataba. Pasó inadvertido en aqule entonces (1976). Más tarde, en la conferencia de NACS (National Association for Chicano Studies) de 1983, llevada a cabo en Ypsilanti, Michigan, salió otra vez a relucir el tema, aunque brevemente. Por esos años, tenemos entendido que hubo en California un simposio precisa y casi exclusivamente sobre el tema de lo chicano y lo chicanesco. Por eso ese mismo tiempo salió a la luz también un libro, A Decade of Chicano Literature (1970-1979): Critical Essays and Bibliography (1982) dividido en partes, una de las cuales está dedicada a la bibliografía de la "Literatura chicanesca". Dos o tres años más tarde (1985) se publicó otro libro en donde se recalca más aún la misma noción. Tenemos que subrayar que los editores, divulgadores y apóstoles de esta división maniqueísta entre lo chicano y lo chicanesco fueron, son y parece que serán los mismos.

    Vamos a tratar de presentar esta problemática desde un punto de vista que nos pueda aclarar la confusión. Para ello traeremos a colación algunos ejemplos. Nuestra intención no es precisamente la de definir o describir qué es o qué no es lo "chicanesco", sino de volver a traer al foro problemas semejantes que pertenecen a otras literaturas. No vamos a hablar, pues, de la literatura chicana o chicanesca per se.

    Sabemos muy bien todos, como habíamos indicado antes, que hace más de cien años se debatía en Argentina el problema entre literatura gaucha y gauchesca. Que sepamos nosotros, muy pocos de los críticos de literatura latinoamericana, han estudiado a fondo lo que se podía llamar literatura gaucha, aunque sí todos los estudiosos de la literatura sudamericana conocemos las obras de Estanislao del Campo y de José Hernández, El Fausto y Martín Fierro, respectivamente. Según algunos críticos, Martín Fierro es definitivamente literatura gaucha, mientras que El Fausto es literatura gauchesca. Esta parece ser la opinión de Anderson Imbert y de Eugenio Florit. Hay otros como Englekirk et al. que catalogan a las dos obras como literatura gaucha, mientras otros como Angel Flores y Helene Anderson los califican sencillamente como poetas gauchescos. ¿Es que no puedes llegar a un acuerdo los críticos y los antólogos? Y eso que han transcurrido entre éstos y los de antaño, más de cien años, sin haber resuelto la problemática. ¿Qué podemos esperar ahora de este tema tan escabroso sobre lo chicano y lo chicanesco? Basten algunos ejemplos, además de los dos arriba citados.

    Nos preguntamos (y tendríamos que preguntárnoslo todos), ¿cómo encasillaríamos a los siguientes individuos? En Argentina tenemos individuos que nos ofrecen interesantes rasgos. ¿Qué diríamos de un Carlos Gardel, el argentinísimo Carlos Gardel, nacido en Francia? ¿Qué diríamos de un argentino, nacido en ese país y que vivió en Argentina durante sus largos años de vida, pero tildado por el mexicanísismo Juan Rulfo de "that Englishman"? ¿Qué decir del mismo argentino que, al referirse al español de Cervantes. decía que su lengua no era lo suficientemente buena todas sus ideas argentinas? ¿Y qué pensar de ese octogenario y gran argentino que, después de vivir casi toda su vida en Argentina, escribe su último testamento en español para que depositen sus restos mortales en un cementerio de un país tan amorfo como Suiza? Creemos que no sería necesario decir que nos estamos refiriendo al gran escritor argentino Jorge Luis Borges. Nos preguntamos, ¿es argentino o argentinesco?

    Otro ejemplo: pensemos en el gran Julio Cortázar. Un Julio Cortázar que nace en Bélgica, que para inspirarse y escribir en español sobre la Argentina tiene que pasar sus años de más inspiración y más productivos en la gran y elitista ciudad de París. ¿Es argentino o argentinesco?

    Subamos hacia Aztlán y parémonos un momento en México. Una gran figura mexicana conocida de todos, Sor Juana Inés de la Cruz, que fue mexicana de nacimiento, de amor y de dolor, pero que escribió en la lengua gongorina y que expresó sus ideas europeas en todas sus obras, ¿es mexicana o mexicanesca? Si es mexicana, nos preguntamos a renglón seguido: ¿en qué consiste lo mexicano? ¿Se trata de una actitud o postura mexicana o europea ante la vida? ¿Es mexicana o mexicanesca? Pensémoslo un poco.

    Pero creemos que el ejemplo más contundente y problemático sería el de Juan Ruiz de Alarcón. Un mexicano que, en su juventud, se va a los "corrales" de Madrid, que empleó sus mejores años en España y que escribió sobre temas muy de moda al día en su nuevo círculo español y que compitió con los mejores dramaturgos del Siglo de Oro, como Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina, ¿es mexicano o es español? Su literatura, ¿es mexicana o es española? En México lo consideran mexicano y en España lo consideran tan español como a Lope, a Calderón o a Tirso. Entonces nos vemos forzados a preguntarnos, ¿qué es Juan Ruiz de Alarcón, mexicano o mexicanesco, español o españolesco? Porque si es mexicano, tiene que ser españolesco, y si es español, tiene que ser mexicanesco, porque tertium non datur. Pensémoslo un poco.

    Llegando ya a tierra de Aztlán nos encontramos con casos interesantes. "Interesantes", porque se hacen cuestionables si aplicamos la supuesta y nebulosa fórmula de la división entre literatura chicana y literatura chicanesca. ¿Qué decir de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, de Farfán de los Godos y de Gaspar de Villagrá? España los considera suyos, México hace lo mismo y los críticos chicanos, que comenzaron con lo de lo "chicanesco", los consideran suyos y, para ello, están haciendo investigaciones sobre las obras de estos autores "chicanos". En realidad, ¿cómo encajarlos? Tres españoles que nacieron en España, que viajaron y se aventuraron por tierras mexicanas y que "visitaron", a causa del destino, tierras de Aztlán. Interesante. Los críticos que hacen la distinción entre lo chicano y lo chicanesco están haciendo sendas investigaciones sobre la historia de la literatura chicana, buscando sus raíces, y consideran a estos españoles (¿españolescos?), que también son mexicanos (¿mexicanescos?), y que dizque ahora son "chicanos". ¿No sería mejor catalogarlos de "chicanescos" para no caer en contradicciones? Y si hiciéramos esto, ¿en dónde encontraríamos las raíces de la literatura chicana?

    Y si hablamos de la literatura chicana de hoy día, del presente, ¿quiénes son, serán, serían, pueden ser, quizás sean, probablemente sí, probablemente no, chicanos o chicanescos, achicanados o achicanescos? Podríamos aplicar aquí lo de los chicanos agringados, de los gringos achicanados, de los chicanos gringuescos o agringados, de los gringos chicanescos, de los mexicanos chicanescos y de los chicanos mexicanescos. ¡Ah, sí! también de los españoles chicanescos y de los chicanos españolescos, etc.

    ¿Cómo consideraríamos a la mayor parte de los conocidos literatos "chicanos" como Alurista, Abelardo Delgado, Miguel Méndez, etc.? Alurista, ¿será mexicano chicanesco o chicano mexicanesco? ¿Cómo lo catalogaríamos? ¿De mexicano achicanado, chicanesco, o aztequesco? Otro caso. Miguel Méndez, nacido en Arizona y, aunque vivió pocos años en México, es arizonense o aztlanense de pura mata. Todas sus obras versan sobre la frontera México-Estados Unidos. Sin embargo se inclinan más al lado mexicano. ¿Será considerado por los mexicanos como mexicanesco o chicano? Y, por los chicanos, ¿como mexicano o chicanesco? O quizás sea a la vez (superando la fórmula) escritor mexicano y chicano. ¿Y qué decir de un John Rechy que escribió y escribe no solamente en inglés, sino de temas que muchas veces no tienen nada que ver con la temática y vida chicanas? No siempre se le consideró como autor chicano, precisamente por eso. Hoy día se le considera como a uno de los autores chicanos de avant-guard. ¿Fue, es o será difícil encasillarlo? Y ¿qué decir de Raymond Barrios que, según unos nació en España y, según otros, en New Jersey, y según otros, es californiano de pura raíz? Sin embargo, todos están de acuerdo que su novela The Plum, Plum Pickers es un milestone en la literatura chicana. Y, hablando de españoles, ¿qué pensar no sólo de los antiguos escritores, como Cabeza de Vaca, de Farfán de los Godos, de Gaspar de Villagrá, sino de Justo S. Alarcón y otros (además del mentado Raymond Barrios)? Los primeros pasaron de visita por Aztlán y los segundos vivieron y viven sus años productivos en Aztlán. Los primeros son considerados como los fundadores de la literatura chicana, pero los segundos son considerados como "chicanescos".

    En vista de todas estas interrogaciones y problemáticas, ¿podremos honradamente decir qué es literatura chicana y quién es o no es un autor chicano? ¿Tenemos derecho de afirmar, seleccionar, incluir, o rechazar a ciertos autores como chicanos o chicanescos aplicándoles la fórmula mágica, aunque muy vaga, entre quién es y quién no es chicano y autor chicano? Basándonos en la historia de la crítica literaria suramericana, y en particular la Argentina, nos parece un poco dudoso y poco práctico andar malgastando tiempo y tinta en esta problemática. La historia, no precisamente la nuestra de hic et nunc, se encargará de aclarar este punto, si es que le encuentra alguna lógica o razón de ser. Por el momento nos parece un juego divertido y quizás sea señal o síntoma de esterilidad crítica y académica.

     


    OBRAS CONSULTADAS


    Lomelí, Francisco y Donaldo Urioste. Chicano Perspectives in Literature: A Critical and Annotated Bibliography, Alburquerque: Pajarito, 1976.

    Leal, Luis et al. eds. A Decade of Chicano Literature (1970-1979): Critical Essays and Bibliography. Santa Barbara: La Causa, l982, 73-81.

    Trujillo, Roberto y Andrés Rodríguez. Literatura Chicana: Creative and Critical Writings Through 1984. Santa Barbara: Floricanto, 1986.

    Imbert, Enrique Anderson y Eugenio Florit, eds. Literatura Hispanoamericana. 2 Vols. New York: Holt, Rhinehart and Winston, 1970.

    Englekirk, John et al. An Anthology of Spanish American Literature, 2 Vols.Englewood Cliffs: Prentice, 1968.

    Flores, Angel and Helene Anderson, eds. Masterpieces of Spanish American Literature, 2 Vols. New York: MacMillan, 1974.



    Lupe Cárdenas
    Profesora de español
    Arizona State University West
    Phoenix, Arizona, USA


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