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Dolor Inmemorial

Jull Antonio Casas


Dolor Inmemorial de

   Dolor Inmemorial

Despierto a media noche con el dolor inmemorial desgarrando mis entrañas.

Mi boca seca pide de nuevo la frescura de la lluvia lejana, mis ojos marchitos, buscan con frenesí una señal, de que el alba se acerca a mis ventanas, pero no puedo moverme, la pesadilla continua tenaz... ¿Hasta cuando?

Ya suena de nuevo el despertador, oigo el ruido de su cuerpo deslizándose de las sabanas grises, sus pasos tambaleantes. Viene hacia mí, se acerca, siento como prende la luz de mi cuarto frío; Su aliento llega a mi nariz con el olor tibio de madrugada y de cariño; Sí cariño. Él dice que siente cariño, pero yo siento solo dolor, mis manos se contraen en un espasmo que él interpreta como de agradecimiento, ¿agradecimiento?, ¡Por que¡, si sus manos laceran mis caderas heridas, y sus ojos recorren mi desnudez vegetal, no quiero ya vivir, no quiero ya sentir las miradas de pena de la gente, ¡quiero morir¡, ¡nesecito morir!.

Amanece al fin, estoy volteada sobre el costado, puedo ver a mi madre mirando por la ventana, pobre madre, ella quisiera morir antes que yo, si la vida fuera natural así seria, pero ella desgarra sus plegarias invocando a su dios y clamando sobre él porque tiene que irse antes su progenie. Pobre madre pero esta afuera y “él”, no la dejara entrar. Ni siquiera podré sentir su arrugada mano en la frente y el suave contacto de sus lágrimas en mi mejilla, ¡pobre madre mía!

Recuerdo ese día en que me adormecía en la sala de operaciones, clamando en mi mente por mis hijos y por mi casa lejana, la luz me llenaba los sentidos y yo caía, me resbalaba casi en el abismo irreal de la tierra fértil. Y no desperté, no para los demás, no para mi madre, ni para nadie, solo para “él”, que decía estar a mi lado noche a noche velando por lo que quedaba de mí, en un eterno velorio sin velas y sin flores, solo dolor inmenso dolor.

Claro que no lo hacia por maldad, en realidad yo nesecitaba de sus cuidados, de su “Cariño”, lo nesecitaba si quería seguir viviendo, pero ¡quiero morir!, Y no puedo decirlo, no puede entender mis gemidos no expresados de liberación de este cuerpo que se descompone lentamente desde mi interior, solo queda la sombra de mi vitalidad, que “él” se empeña en resguardar, casi puedo sentir como mis heridas supuran mi alma, pero ¡maldita sea! Él lo impide todos los días y yo sigo con este dolor inmemorial.

Hoy vino un ángel, desee que se quedara eternamente a mi lado, pero el, lo despidió después de que me el ángel pusiera su mano en mi frente y dijera que quería llevarme consigo, aun horas después podía sentir el calor de su piel, recordar sus ojos luminosos y la blancura de su bata diáfana, no comprendo que paso con sus alas, aunque creo que las dejo fuera antes de entrar pues en este reducto donde solo esta mi cama y la aparatos que me torturan, no entra nada mas, eso explica el por que el ángel no tuviera alas y que además llevara un maletín pequeño, seguramente donde lleva los encargos de Dios…

No siento ya las piernas, no siento ya calor o frío, solo la necesidad de rascarme con fruición allí donde todos se rascan alguna vez, pero no puedo decirle a nadie que me frote, solo la providencia de una mosca que tal vez se pose en m nariz y alivie en algo este dolor inmemorial que me consume.

Esta noche escapare por fin, me negare a complacer a los demonios que sujetan mi espíritu al lastre postrado en mi cama, sé que “el” no despertara, y yo podré escapar un segundo, tal vez escapare para siempre, tal vez...

Su respiración suena acompasada en la habitación de lado; Me curo, me acomodo y se fue a dormir, no se dio cuenta que la aguja de mi brazo estaba filtrando lentamente gota a gota el icor de mi vida, lo siento por que “él” me ama pero yo amo mas el descanso del mármol lejano; Sí mañana será un nuevo día para mí.

Él, me encontró fría y rígida a las 5 de la mañana, su dolor fue patético pero comprensible, dolor pasajero, dolor que yo, ya deje de sentir. Ahora ya puedo completar el ciclo de imago, y me alejo volando, sin voltear. Mientras mi capullo inerte queda, empapado de lágrimas y penas.

Antonio Casas


Jull Antonio Casas.

Peru (Arequipa)

Copyright ©2006 Jull Antonio Casas.


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